El deseo no tiene 'espejo'. La extrañeza es la reina de los recuerdos y olores de la infancia más escondida. La imagen divina se contrarresta con el deseo de embalsamamiento y el de desmayo. Hay mujeres que giran en la más amorosa nada de un antirelato que se queda suspendido en la tristeza rígido como el de estatuas de bronce a lo Louise Bourgeois, inspirada en los descubrimientos de Freud (Hablo de la histeria y de su síntoma (cuerpos doblados), que se hace carne. Se hace carne su sintoma de esos deseos nunca cumplidos).
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