miércoles, 1 de abril de 2015

O raya o punto por Agustín García Calvo



CONFERENCIA

[La Casa Encendida, Madrid, 1 septiembre 2007]
O raya o punto
por Agustín García Calvo


[extracto]
La geometría, que es un tipo de lenguaje que trata de jugar con entes ideales con una especial pureza, no puede menos que dejarse invadir por la noción de lo existente; de aquello que no es que lo haya, sino que EXISTE, como Dios; es decir, siendo el que es, al mismo tiempo que habiéndolo o siendo real. Ésa es la forma más general de la mentira que construye la realidad: la teológica, la física y geométrica, la vulgar.

Parece a primera vista que vamos a hablar de cosas, pero...


...un punto, por ejemplo, propiamente NO ES una cosa. Y esto que les estoy diciendo tiene que servirnos no sólo para aclararnos en cuanto a lo que quiere decir “punto”, sino en cuanto a lo que quiere decir “cosa”, que es el término por excelencia que trata de abarcar todas las cosas de la realidad.
Punto no es una cosa, en ese sentido no pertenece a la realidad. Es inexistente, es ideal (en ninguna parte de los mundos de la realidad hay un puro punto), y debería decir también que es un ente geométrico, pero con eso vamos a tener cuidado porque hemos de ver cómo la geometría ya da un paso para meterse dentro de la realidad.


Porque resulta que HAY puntos; cualquier geometría de Euclides cuenta con que hay puntos. Y no sólo hay puntos, sino que estos puntos tienen la condición de ser cada uno el que es. Se les puede llamar con un nombre propio (A, B, C)... 

Un nombre propio, como un nombre de persona o de lugar en la realidad, consiste en que por un lado se adscribe al ente (en este caso, al punto determinado) y al mismo tiempo determina que se está haciendo, produciendo, enseñando en un campo determinado (por ejemplo, este tablero, esta sala, esta ocasión en la que se me ha invitado a venir a hablar, porque sino A, B y C tampoco tendrían el valor de nombre propio).

Bueno, con eso ya la geometría ya se está metiendo en la realidad. Y vean cómo de la manera más clara.

Podría bastar con que a los puntos se los hubiera fijado con un nombre propio, pero ya es casi imposible evitar esto:
El hecho de que A y C sean distintos no puede menos que arrastrar consigo, que sean distantes. Y este paso es un paso tremendo, porque la distancia (aunque la geometría habitual la haya adoptado como algo con lo que se puede contar) es algo plenamente real.
La diferencia se ha convertido en distancia.
Esto está dicho en términos abstractos, pero muy simples. El hecho de que haya puntos diversos (A, B y C) ha arrastrado consigo que estos puntos, para ser diversos, tengan que estar separados por una distancia que se puede contar de una manera o de otra. Ya recuerdan todos de la escuela que justamente ésa era la manera en que en la geometría tradicional se trataba de definir “recta”: la distancia más corta. Lo que implica incluir la cuantificación, la cuantía en la geometría. La distancia más corta entre dos puntos.

Pero naturalmente la trampa de todo esto ya la ven, porque habría que empezar por pensar que los puntos EXISTEN, y que luego a partir de ellos podemos organizar las demás cosas. Pero como les he mostrado antes, un punto NO EXISTE, en el sentido de que no puede aparecer en ningún punto o momento de la realidad. Es enteramente extraño a las cosas, NO ES una cosa.

HAY pertenece a la lengua corriente. Hay cosas, hay gente... pero EXISTE es un término venido de arriba, impuesto desde las escuelas para hacer esa trampa que se inventó para Dios: compatibilizar el hecho de que lo "haya" con el hecho de que "sea" el que es. Esa trampa es justamente la que nos toca a todos.

En contra de esto, como anunciaba cuando hace 30 años se me ocurrió tratar como profano un libro que se llama “De los números”, en una de sus implicaciones se trataba de pensar en una geometría que en principio no diera paso a la cuantía, es decir, que no partiera de una realificación tan inmediata como la que hemos visto. Ahí por el contrario se pensaba que esto...
... (que desde luego no existe, lo pinté ahí pero es haciendo trampa, como en el caso de los puntos), se hacía pasar como una representación de la perseverancia, de la fidelidad. En ese sentido se diría que RECTA es la idea de las ideas. Es la idea de idea.
Esto, como veis, nos hace meternos en la realidad de otra manera, porque “perseverancia”, “fidelidad de la idea a sí misma”, implica que se ha pretendido dominar el tiempo real. “Perseverancia”, “fidelidad” es a través del tiempo. Y este tiempo es, desde luego, una condición de la realidad. Como decía, por este camino tan distinto una recta nos estaría metiendo en la realidad. Una recta sin principio, sin fin, por supuesto, no he puesto ahí ningún punto, esta recta no tiene por qué tener puntos, puesto que partimos de ella como lo primario. Es la permanencia continua, la fidelidad continua, la perseverancia. Y ésa sería la primera aparición de un ente geométrico. Irreal, desde luego. En la realidad no hay rectas.

La no existencia de rectas en la realidad es distinta a la no existencia de puntos. En la realidad no hay rectas, no hay más que curvas; cualquier intento de representar algo perfectamente rectilíneo lo saca inmediatamente de la realidad. Y en ese sentido forma parte de esos IDEALES que rigen la realidad -como veremos en seguida- aunque no existan. El mundo, las cosas, nosotros, estamos entrecruzados por ideales de ese tipo.
En realidad no hay un cuerpo en reposo. Es un invento puramente ideal. La realidad no puedo menos que estar sujeta al movimiento y al cambio. Pero para la práctica y para la ciencia física es preciso partir de ahí para explicar las leyes de la inercia y del movimiento: punto en reposo.
De la misma manera, tampoco hay movimiento rectilíneo uniforme en la realidad. Pero igualmente se hace preciso para intentar dar razón de las desviaciones y aproximaciones respecto a eso.

La realidad es inexacta por esencia (o por “inesencia”). Es inexacta, es aproximativa y no en vano el propio uso de los números para dar razón de la realidad ha tenido que venido a dar en el cálculo de probabilidades, que como ven ustedes, es un reconocimiento de la aproximación y del azar, aunque muchas veces no se declare así.

Bueno, en el juego del que les hablaba antes se partía del hecho de que HAY rectas, no sólo una.

Rectas que pueden venir de cualquier punto del mundo y por ejemplo, cruzar así. Y no teniendo fin las rectas, tendrían que venir a cruzarse en algún momento. Son diversas y la diversidad entre unas y otras es muy distinta de la que hemos visto antes: es una diversidad de ángulo, de dirección. Ésta es también una manera también de entrar en el ámbito real, pero no es a través de la distancia. Aquí nacía el punto en aquel juego que les estoy recordando. Es en el necesario entrecruce, en la intersección de rectas donde teníamos expresar el punto. Ya ven ustedes que es un poco ridículo que para hacer un punto, muchas veces lo que se hace esto...

Intentar pintar un punto resulta sumamente difícil, por lo que se le presenta así: como el entrecruce de dos rectas, como una espita.

Bien, éstos son algunos de los juegos que quería presentarles para entrar en el desmentimiento de la realidad. Tendremos que hablar naturalmente de nuestra realidad, las formas de la realidad que nos tocan más de cerca: los horrores del poder, de la política, de la sumisión.

En primer lugar, la FE. La necesidad de fe en el fin y punto de nuestra propia muerte. Todo esto forma parte de la realidad, todo esto forma parte de la mentira. Pero conviene recordar que en las entrañas mismas, en la lógica misma de nuestra física, es donde ya se denuncia este montaje tramposo, mentiroso.

La física tiene siempre que proponer una explicación, y entonces si realmente los átomos de los viejos Epicuro o Lucrecio, o los electrodos o los fotones se usan para expresar la realidad, es gracias a que ellos -a su vez- se han hecho reales, y por tanto, ya no sirven para nada. No pueden explicar la realidad porque ya están dentro de la realidad, igual que los sueños, que las aspiraciones más o menos fantásticas, que las utopías y demás. A la realidad, ustedes saben, no se la puede atacar más que diciéndole NO. Sin más. Descubriendo la mentira, como en este rato que estoy aquí pasando con vosotros.

Uno de nosotros, nunca es del todo el que es, pero existe. Y para existir tiene que estar transido de este ideal: de que es el que es, de que es quien es, como los puntos a los que al principio marqué con A, B y C: Fulano de Tal. Es mentira. Cualquiera que sea capaz de oír un poco a su propio corazón sabe que es mentira. Que uno no es el que es, que uno no sabe quién es. Pero la necesidad de creer que sí es avasalladora, aplastante. Y ésa es la que le hace a uno colaborar sumisamente con las otras formas de realidad, como los Estados, el dinero y demás, a los cuales les pasa lo mismo: no son verdad, pero que tienen que existir. Y cambiar para subsistir.
Este tipo de cosa que somos los humanos, está constituida por su muerte. Su muerte nunca está aquí, no existe, no forma parte de la realidad, pero cómo domina todo lo que sí que hay aquí, todo lo que se podría llamar “vida” y demás, el pasar mismo de las cosas.

Naturalmente, “punto y raya” no puede tomarse en el sentido de que el primero sea el segundo y el segundo el primero, sino que uno va detrás del otro, no hay otra manera. Como en el alfabeto Morse, por ejemplo. La conjunción Y aquí no puede indicar que el punto sea raya Y la raya sea punto, y que por tanto, el engendro resultante sea a la vez punto y raya. Eso se entiende sin más, con puro sentido común. Este Y, por el contrario, es un Y secuencial. No se puede más que decir primero punto Y luego raya; primero raya Y luego punto.
Entendéis ahora que cuando yo sugería O PUNTO O RAYA proponía una disyuntiva cerrada, situándome en otro momento lógico donde se exige que se responda a la pregunta por el ser: o es punto o es raya. Es decir, una cosa así... ¿qué es? ¿Es punto o es raya? O es raya o es punto, pero no las dos cosas a la vez. Y aquí por tanto, la conjunción con O no se refiere a la secuencia temporal sino a la mera oposición lógica que quiere decir también ontológica: la necesidad de que uno sea el que es.

Una persona, con el caso de su muerte siempre futura, evidentemente es un caso de PUNTO. Y su vida, un caso de RAYA.

Los puntos y rayas no existen, pero rigen la existencia. Son entes ideales, como cuerpo en reposo, movimiento rectilíneo uniforme, límite de velocidad, todo, nada. Todos éstos son ideales: no existen, pero rigen la realidad.