sábado, 27 de junio de 2015

Psicoanálisis de Dios ¿Agustín García Calvo? De viejo a verde. 9


Cuadro de Xuzhen Wu
Para los amigos psicoanalistas:
Psicoanálisis de Dios


- Qué te parece, abuelo, de eso que dice mi amigo el loco, que a lo que él se dedica es al psicoanálisis de Dios: 
- Hum, una locura bastante razonable.
- ¿Sí?
- Claro: si «Dios» se toma como persona (y así suele tomárselo la gente, aunque les digan que es más bien 2 o 3 Personas, o la Persona de las Personas), con eso ya está propio para objeto o paciente de psicoanálisis.
- ¿Por qué método?
- ¿Cuál va a ser?, el de siempre.
- O sea...
- PreguntarLe y dejarLe que manifieste Sus intenciones, Su conciencia de lo que hace con el mundo, qué es lo que Él cree de Sí mismo y de lo que hace.
- Ya. Y luego...
- Dejar que se descubran las contradicciones que en esas manifestaciones laten.
-¿Por ejemplo?
- Bah, a miles: las más triviales, como «Sois libres de hacer como queráis./ Se os juzgará según la Ley», o bien «Todas las cosas se mueven./ El total está quieto».
- Bien; y por ahí...
- Por ahí, hacerLe descubrir que, por debajo de lo que Él sabe de Sí mismo, hay más, que El no sabe o no quería reconocer.
-Y así penetra nuestro loco en lo sub-cosciente del Señor.
- Eso: las galerías secretas que se Le han formado por el encubrimiento o represión que Él necesitaba para creerse que Él es el que es.
- Y por ahí, ¿lleva el loco a Dios hacia la cura de Su enfermedad, de Sus conflictos conSigo mismo?
- Despacito: una cura que no puede ser sino disolución, ya que la Persona está hecha de su enfermedad, de sus conflictos.
- Y entonces, ¿qué Le pasa?
- Pues nada: que habrá Dios dejado de existir y de ser el que es, pero, a cambio, se habrá vuelto bueno y verdadero.
- Bueno, viejo; pero eso, para los que hemos dejado de creer en dios...
- No te hagas ilusiones, galán: no es tan fácil dejar de creer.
- Ya, ya lo voy sintiendo, a costa mía. Pero mi loco...
- A ese déjalo (¿quién sabe qué razón no hallará la locura?) que siga psicoanalizando a Dios: tú, a lo tuyo.
-¿Qué quieres decir?
- Que, si en vez de Dios te ponen a ti mismo…
- Ah, ya: que será igual
- Igual: primero, atender a las manifestaciones propias de tu carácter o tus humores...
- para descubrir las contradicciones entre ellas, y que, por debajo de eso, hay en mí algo menos propio...
- más común, menos personal; y por esa vía, llegar acaso a curarte de ti mismo.
- A mi disolución.
- Eso: tan tranquilamente, como si nada.
-Ya. Y disolverme ¿en qué?
- ¿En qué va a ser, muchacho?: en Ti, Tú puro, que no existe, que nadie sepa quién es.
- ¡Ja! Gracias, viejo: así, por lo menos me escapo de la Policía.
- Sí, y acaso de la muerte.


sábado, 13 de junio de 2015

EL HABLA PROSTITUIDA de Carmen Martín Gaite






Cuadernos de Todo


    La gente sólo quiere acudir a consuelos momentáneos, que son los que afianzan y hacen perdurables los males. Da miedo aceptar los males, considerarlos en toda su magnitud. Muchas personas para decir algo necesitan beber, tener la mente más confusa que de ordinario, pero en aquella especial confusión, más luminosa, se sienten aligerados de su soledad y creen que están comunicando algo de un modo valedero. Porque parece más fácil. Pero el interlocutor está a miles de millas de ellos, como antes, y encerrado en idéntico egoísmo. 
   Serían las palabras más claras y serenas las que tendría que acercarles no el uno al otro sino a uno y otro a la búsqueda de las raíces de tanta confusión a la que todos contribuimos.  
   Hay que hurgar en los males, aunque duela. Nada se debiera cerrar en falso.