LA LENGUA NO TIENE SEXO
Sí, eso: la rebelión de las mujeres, que debía ser la primera y germen de todas (con el sometimiento de las mujeres se erige el Poder y la Historia empieza; la primera división de Clases es la de los Sexos), ha sufrido el mismo descarrío que las otras y siguientes, de burgueses, de proletarios, de pueblos coloniales: que, en vez de alzarse contra el Señor (en este caso, el Hombre, representado por el Sexo Dominante), en vez de ir a deshacer el Poder, a ver qué otra cosa se inventaba por acá abajo, se ha dedicado a reclamar la participación en el Poder, la igualdad con los Señores, el derecho a seguir haciendo (Trabajo, Familia, Justicia y demás) las mismas pifias que ellos han hecho a lo largo de la Historia, a colaborar así en la perpetuación de la falsa Realidad, en la falsificación y dominación de lo que nos quedara de mujer, de sentido común y sentimientos.
Y, en consecuencia, las proclamas feministas (reclamaciones de igualdad de derechos, tesis socio-culturales y demás, que vienen cada día a engrosar la balumba de Literatura para el engaño, y lo mismo si proceden de pluma o boca de hombres que de mujeres: ¿no somos iguales todos?) siguen repitiendo las equivocaciones y monsergas que eran ya viejas (y tan falsas como aho-ra) hace 40 o 50 años, cuando estaba el Dinero estableciendo en la Democracia Desarrollada su Régimen más propio.
De esas equivocaciones, la más triste es aquélla de cuando lo/as feministo/as se vuelven contra el lenguaje, y, fijándose en algunos hechos de vocabulario (zona del lenguaje tan superficial que apenas es ya lenguaje, sino cultura y realidad; pero ¿en qué se iban a fijar?: lo superficial es lo cercano a la conciencia y los manejos personales, y a lo hondo y de veras del lenguaje, a la máquina subcosciente, común y no personal, a eso no llegan ni pueden verlo ellos, ni tampoco el Estado ni la Banca ni la Academia), confunden esas cositas de diccionario con el lenguaje y declaran que el lenguaje es machista o patriarcal o masculino; mientras que, en cambio, respetan y acatan la Cultura y la Política y la Economía (que son todas machistas y patriarcales y masculinas), seguro que porque tienen nombre de mujer.
Porque es que se fijan también en eso, poco menos superficial, que tienen algunas lenguas en uso para la clasificación del vocabulario, eso del Género gramatical, y confunden tranquilamente (cayendo en la insidia que ya los términos de la Gramática escolar les preparaba, al llamar a los Géneros Masculino y Femenino) el Género con el Sexo, como quien dice el culo con las témporas: el Género, que es de las palabras, no real, sino gramatical, con el Sexo, que es, natural como pretesto, social en realidad, de las Personas y su división en Clases.
No atienden siquiera a que eso del Género Masculino/Femenino es algo idiomático, que muchas lenguas no conocen (y no por eso han de ser menos machistas las tribus correspondientes), no sólo de las estrañas y primitivas, sino el inglés mismo, que lo tiene reducido a los Personales de 3a de Singular, he/she, him/her, his/her, y se acabó. ¿Cómo se arreglarán los feministas de habla inglesa para reclamar contra el lenguaje? Que lo harán, sin duda, porque la equivocación es harto necesaria para el engaño de pueblo y mujeres en todo el Estado del Bienestar.
Ni se dan cuenta, aun dentro de esta pequeña oficina de nuestra lengua, de cuántas utilidades diversas tiene la oposición de Género, por ejemplo, para distinguir calderos y calderas, los pozos de las pozas, los hoyos de las hoyas, sacos y sacas, castaños y castañas, el grito y la grita, el calor y la calor, cuando se distinguen, y desde luego sin relación ninguna con el Sexo.
Ni sé siquiera cuál es la doctrina ortodoxa ante el problema de si a una mujer es más feminista llamarla catedrático que catedrática, doctor que doctora, juez que jueza, poeta que poetisa, o si viceversa.
Mas no digamos si el pleito pasa a los irracionales: ¡qué revueltas (masculinas esta vez) contra el lenguaje no se estarán montando entre las zorras y las ranas y las moscas y las ballenas y las jirafas y las panteras!
No: la lengua no tiene sexo (si alguien toma la anfibología de la fórmula por lo lascivo, buen provecho le haga), y para verlo basta con no confundir la lengua con las jergas de la Cultura, de políticos, filósofos, literatos.
Lo triste de la equivocación está en que, al revolverse las mujeres engañadas contra el lenguaje, lo que hacen es perder, para la rebelión contra el Poder, el sitio en que vive el pueblo, lo solo gratuito que a los humanos se les da, que no distingue de clases sexuales ni de ninguna clase.
Pero, si a alguien le pica aún la curiosidad por eso del Género gramatical, no quiero tampoco ponerme imperioso y negar que algo tendrá que ver con la división en Sexos de la Sociedad. Eso es lo que, si me dejan, les contaré otro día.
Agustín García Calvo.