Como si el silencio
albergara en tus ojos
cerrados los siglos.
Corres
amarrada y ciega:
al sueño,
con raíz honda para
bien dormir tus vuelos
de estatua inmóvil.
Para mí amiga segoviana, afincada en Córdoba, hace muchos años. Que siempre que me invita a café, a su casa. Y me cuenta las mejores historias, que mi oído, acerca de Córdoba, ha podido escuchar. A ésta extranjera que soy yo en su propia tierra, y vuelvo, embobada y atenta. Ella mueve las piedras del tiempo.
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