lunes, 6 de enero de 2014

"Ayudadme a entender que es los deseos no cumplidos, los deseos no satisfechos..."

Ateneo de Madrid       
Tertulia Política nº 202
4 de Noviembre de 2009
¿Agustín García Calvo?





Vamos lo primero a intentar entender un poco mejor algo que al final de la última sesión se dijo respecto a lo que mueve un intento como el de esta tertulia, este intento de decir que NO, dejar que a través de uno, de nosotros, hable lo que queda de pueblo-que-no-existe, que es el que realmente puede rebelarse contra, el que puede decir NO al Poder, es el sentido de la tertulia.

Para los que piensen que decir que NO es decir, y que efectivamente la primera acción es hablar (dejarse hablar, en vez de soltar las ideas de uno, que es lo mismo que decir lo que está mandado), hablar es la primera acción porque al Poder sólo se le puede atacar de veras atacando a la Fe que lo sostiene y a la Fe que él predica todos los días, y ese ataque sólo se puede hacer por medio de la razón, el hablar, la razón común, el hablar común, pero para quienes piensen que esto es hablar en el sentido que suele decirse y quieran confundir esto con alguna especie de filosofía o de teoría de la acción o cualesquiera puñetas a las que estáis harto acostumbrados, conviene recordar, como hacíamos el otro día, cómo viene de más abajo, cómo viene de lo hondo este NO en el que la acción consiste.

Ayudadme a entender que es los deseos no cumplidos, los deseos no satisfechos, que es las memorias vivas no convertidas en fechas ni en Historia, eso desde ahí abajo es lo que puede mover a decir NO, y por tanto es con eso con lo que para esta acción estoy, estamos, contando aquí todos los días. Son las ansias, deseos, no cumplidos. Esto, los que me acompañáis, ya hace tiempo creo que lo entienden sin más: los que pueden hacer algo en ese sentido son los deseos no cumplidos. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Qué pasa con los deseos cumplidos? ¿Cómo es que digo que esos no sirven para nada? Es demasiado evidente, pero bueno, venga, ayudadme, ir diciendo ya desde ahora. ¿Por qué son justamente los no cumplidos?

         ― A mí me estaba recordando una frase que dice el Ismena, dice “lo que nos queda por vivir es lo que nos hace seguir viviendo”. Me recuerda…, me recuerda…

         AGC ―  ¿“Lo que nos queda por vivir”?

         ― “Es lo que nos hace seguir viviendo” 

         AGC ― Bueno, puede que tenga algo que ver. Pero, bueno, pongámonos más a ras de tierra y, por favor, ayudad, decid, ¿por qué? 

         ― Cuando algo lo has conseguido, ya no tienes ese impulso. Lo que está satisfecho ya no hay energía movilizadora después de ello.

         AGC ―  Sí, ¿y por qué será eso?

         ― Porque ya has satisfecho la necesidad, ya se ha satisfecho la necesidad, entonces son las nuevas necesidades las que crean una acción…

         AGC ―  No he hablao de ‘necesidades’.

         ― O, bueno, o los deseos nuevos son los que generan acción. Si no hay un nuevo deseo no hay… Cuando todo está satisfecho, pues se queda uno pasivo ¿no?

         AGC ―  Sí. ¿Alguien todavía más claro?, por favor.

         ― Hombre, para cumplirlo primero hay que definirlo ¿no? Eso también es parte, después parece que en el momento que se define y se cumple, pues que se mata, o sea, que ya no hay deseo de alguna manera.

         ― Eso es una muerte de éxito, digamos, por decirlo de alguna manera.

         AGC ―  ¿Qué más? Efectivamente…

         ― Pero si el deseo está siempre ahí…

         AGC ―  ¿Uhm?

         ― …¿Tú no tienes deseos?

         ― No hablaba…, hablaba de aspiración.

         AGC ― El cumplimiento de los deseos es necesariamente una falsificación. Los deseos nunca se cumplen. ¿Lo que se nos da a cambio?

         ― Sustituto.

         AGC ―  Lo que se nos da a cambio es lo que el Poder puede dar: sustitutos. Sustitutos…

         ― La eme con la a: ma.

         AGC ― Sustitutos. Supongo que esto aclara un poco más la noción siempre demasiado vaga de deseo y todo eso. Pero está claro que los deseos cumplidos no sirven para nada precisamente porque el cumplimiento ha consistido en un engaño, en una falsificación y en un sustituto. Son justamente los no cumplidos que quedan todavía, porque quedan. El Poder en su ideal querría haberlos satisfecho  t o d o s,  que es lo que le gusta: t o d o s, de manera que no quedaran por ahí ningunos deseos libres, impertinentes, sino que estuvieran todos convertidos en lo que el Capital puede dar: sustitutos, sustitutos de lo deseado. Es por tanto… es por tanto esto lo que desde abajo puede estar moviendo el NO, el decir NO, despertar ―como el otro día decíamos― esa especie de rezongo que dice “Pero esto no es aquello”, o “Pero aquello no era esto”. Esta cosa tan profundamente popular, y que puede salir en cuanto se descuida de bocas de cualesquiera gentes, es lo que puede estar despertado desde ahí.

Igual con lo que he llamado ‘memorias vivas’. Las memorias vivas son memorias que nunca se sabe de qué, ni cuándo, ni cuánto, si no, no están vivas. Efectivamente las memorias convertidas en fechas, en Historia, igualmente no sirven para nada, eso ya es la sumisión desde el principio de lo que podía haber de vivo y de descubridor en esto de la memoria que nos acompaña continuamente.

Ya recordáis, respecto al trampantojo del Tiempo, el gran engaño, que de veras no hay más que AHORA, y es tan de veras AHORA que se escapa a toda Realidad, que antes de que se diga ha pasado. Eso es lo que hay de veras, y todo lo demás, que es lo que llena vuestras vidas y la mía, todo lo demás pues no son más que ideaciones acerca de lo pasado, fechas, álbum de fotos familiares, historias, recordatorios de difuntos, o proyectos, proyectos más o menos cuantificados, más o menos fijados en fecha para el día de mañana o el de pasado. Eso es lo que llena vuestras vidas y eso es lo que no hay, es lo real, pero es lo que no hay, lo que no hay de veras: nuestras vidas están hechas ―nuestras vidas reales―, están hechas de esa mentira, están llenas de proyectos y llenas de historias. Y eso se nos hace pasar por vida. En el ideal del Poder eso querría decir ‘llegar a tanto que ya no quedara el menor resquicio para vivir por casualidad, para que hubiera memorias vivas, para que hubiera deseos: que no quedara el menor resquicio. No se cumple, por eso estamos aquí: si el Poder hubiera cumplido su proyecto no podríamos ni estar aquí siquiera.

         ― Perdón: ¿y si los proyectos esos son algo que pertenece a tus deseos, a tus manos y…?

         AGC ―  “Algo” ¿qué?

         ― …a tus capacidades?

         AGC ―  ¿“Algo”?

         ― Que pertenece a tus deseos, a tus manos, a tus capacidades.

         AGC ―  Nada, nada. Eso ya es convertir el deseo en un proyecto, eso es matarlo. No puede ser. Deseos no cumplidos quiere decir deseos que no son proyectos. Eso es lo que le gusta a ellos:…

         ― Pero habrá que hacerlos ¿no? Si lo deseas profundamente hacer algo…

         AGC ―  …que apenas un deseo ha surgido, empiece a tomar nombres de lo deseado, fechas…

         ― …Si no, no existiría Candilejas.

         AGC ―  …fechas, números: proyecto. Ésa es la perdición, el camino del sustituto. Éstas son las cosas que podemos decir que son motores desde abajo para descubrir esto tan sencillo, “Pero esto no es aquello”, “Pero aquello no era esto”, que siempre nos queda por ahí abajo. No sé si antes de que siga sobre esto todavía, siendo tan de sobra claro, se os ocurren cosas. Pero me paro un momento, y venga.

         ― Yo quería preguntar si también resulta que la incomplitud del deseo es lo que sigue haciendo vivir el Mercado.

         AGC ―  ¿Que la qué?

         ― La incomplitud, la imposibilidad de la complitud del deseo o del cumplimiento de ningún deseo es precisamente el motor del Mercado, porque ¿por qué cambian tanto de modos publicitarios de una misma cosa veinte veces?, y te ofrecen lo mismo pero con un envoltorio diferente, porque de lo que se trata es de la conciencia del Mercado de que es imposible satisfacer. Cualquier satisfacción viene seguida de una insatisfacción. Entonces, eso lo calienta el Mercado también, incumplitud.

         AGC ―  ¡Ay!, el Mercado no tiene conciencia, tiene Fe…

         ― Bueno, pues lo que tenga. Lo que tenga pero funciona

         AGC ― …Y por supuesto nos presenta la Fe en que los proyectos se cumplen…

         ― No, no se cumplen.

         AGC ― …que hay éxito, y hay un tanto por ciento de veces de éxito, lo bastante para que al Poder le sirva. No, no…

         ― El éxito es que se siga deseando.

         ― También depende del concepto de éxito que tenga la gente.

         AGC ― …El que los deseos no puedan del todo satisfacerse nunca, puede que sea lo que mueve al Mercado en efecto, lo cual es una trivialidad, pero es al mismo tiempo lo que nos permite estar en esta tertulia y poder decir NO. Es eso una condición mucho más fundamental. En efecto, el Poder allá en lo Alto puede que sospeche que sus proyectos no van nunca a cumplirse, pero bien que lo oculta. Bien que lo oculta, buen interés tiene en presentarnos la Fe en que sí, en que los deseos se han hecho tranquilamente proyectos y que los proyectos tienen un tanto por ciento de probabilidades de cumplirse es suficiente. ¿Qué más?

         ― Perdón: ¿para usted es lo mismo proyectos que objetivos?

         AGC ―  ¿Cómo?

         ― ¿Proyectos que objetivos?

         AGC ―  Da igual…

         ― Es lo mismo. Y ¿si el objetivo es hacer algo…?

         AGC ―  …No tengo ningún interés en distinguir.  

         ― …¿por ti mismo que sea mejor, o sea, no algo que quieras ser mejor que los demás, sino ser mejor de lo que tú eras antes en cuanto a tus deseos y capacidades y en cuanto al Arte, por ejemplo?, ¿eso no es un buen motivo? 

         AGC ―  Los amores positivos me parece que me cargan y yo creo que nos cargan. Lo importante es el amor negativo, el amor de…

         ― Hombre, a mí me han llenao de vida todos mis proyectos, cuando los he solucionao, pues es como un orgasmo emocional.

         AGC ―  …el amor de lo que no te dan. El amor de lo que no te dan, el amor de lo que no hay. El amor de lo que no te dan. Y eso ya es bastante motor, bastante motor para la acción, lo otro es…

         ― Perdón, ¿y usted… no hay nada que le haga feliz?

         AGC ―  ¿A mí?, ¿y cómo coño me va a hacer feliz nada?

         ― ¿Nada?

         AGC ―  ¿A mí qué coño me va a hacer feliz nada?, si no me dejan ni por un momento, ahora os lo diré. Pero, vamos, no sólo es que no haya nada que me hace feliz, lo cual es una trivialidad, sino que me importa un rábano. Lo cual ya es muy distinto. Lo cual es muy distinto. Estamos aquí a otra cosa, por supuesto. Estamos aquí a otra cosa. ¿Alguna cosa más os queda antes de que tire por algún otro…? Sí.

         ― Agustín, por favor: el deseo parece que es el convertir algo en Realidad,  desde el momento que lo piensas, ese deseo, ya aparece la Realidad. ¿No sería mejor entonces el no-deseo?, ¿no estaría el no-deseo más cerca de la verdad que el propio deseo en sí mismo?

         AGC ―  “El no-deseo”, ¿quieres decir quedarse así… quedarse así fríos para siempre?

         ― No: es lo contrario ¿no? O sea, digamos que…

         AGC ―  Sí, pero ¿en qué consistiría?

         ― Pues simplemente caminar ¿no? O sea, caminar sin un objetivo.

         AGC ― No: “simplemente” no. Simplemente no desear es como no vivir siquiera.

         ― No necesariamente.

         AGC ― Lo que hace eficaces a estas cosas que digo es que son posibles porque nunca nada está hecho del todo a pesar de todo el Poder de el Capital y el Estado.

         ― No he entendido bien qué has dicho de que no desear es como no vivir.

         AGC ―  Le preguntaba a ella, como dice lo del no-deseo, trataba de saber qué quería decir. 

         ― Para mí desde luego no es el no vivir. O sea, no deseas algo de hecho. Cuando estábamos hablando de la investigación decíamos que un investigador cuando tiene un objetivo para investigar algo, eso ya no vale, porque investigas algo que lo tiene previsto, o sea, ya tiene un objetivo. Pues un investigador que se pone a trabajar sin nada y de repente descubre algo, para mí eso es…

         AGC ―  No te sigo muy bien por el paralelo con la investigación. La verdad es que no sé… no sé muy bien de dónde te lo has sacao, no tiene… no tiene mucho que ver. La cosa es mucho más sencilla…

         ― Es que se desea sólo lo que se conoce…

         AGC ―  …La cosa es mucho más sencilla.

         ― …Se desea lo que se conoce…

         AGC ― Sin deseos no cumplidos, sin memorias vivas, para mí lo de vivir no tiene ningún sentido. Ningún sentido. Sigue teniendo algún sentido precisamente por eso, porque tenemos aquí esto que nos mueve que son deseos no cumplidos, memorias vivas no convertidas en mera Historia. De manera que otra posibilidad de vivir no la entiendo. La otra posibilidad de vivir es someterse a lo que te mandan. Sí.

         ― Me estoy acordando ahora que (creo que es por esto que dices de la memoria viva ¿no?), que oí una vez a una cantante decir que ella a veces sentía nostalgia de cosas que no había vivido. Que no sé si tiene que ver con eso la memoria viva.

         AGC ― Sí, algo debe tener que ver. Sí, supongo que lo diría en el trance en que todavía no sabía de qué cosas hablaba, porque si no la cosa se pierde. 

         ― Sí. La cosa era más o menos así, yo creo que como que era algo inaprensible para ella ¿no?

         AGC ― Sí. Tiene lo que nos está rezongando siempre por lo bajo. Lo de lo que esta tertulia se alimenta es de esa posibilidad de descubrir “Esto no es aquello”. Dicho así, simplemente con deícticos, que confunde menos: que “Esto no es aquello”, “Aquello no era esto”.

         ― Una pregunta, o sea, el tema, digamos ¿los deseos no cumplidos se llamarían ―digamos― aspiraciones?, y…

         AGC ―  ¿Para qué?

         ― ¿O no?

         AGC ―  ¿Para qué? Todos los términos son malos, pero…

         ― Bueno, aparte del tema semántico, la naturaleza humana, por definición, siempre es insatisfactoria ¿no?…

         AGC ―  De “naturaleza humana” no me hables. Eso…

         ― …O bueno, o el humano,  las personas siempre buscan más ¿no?…

         AGC ―  …Estamos contra el hombre hace mucho tiempo.

         ― …Siempre buscamos más. O las personas, o…

         AGC ― Hace mucho tiempo estamos contra el hombre. Te lo voy a decir en dos palabras ya que se ve que no has venido, porque nuestro descubrimiento consiste en llegar al reconocimiento de que somos cosas entre las cosas, un tipo de cosas que no tiene nada de particular más que el que a nosotros nos interesa mucho, pero sin ningún motivo.

         ― Bueno, las personas particulares.

         AGC ―  Cosas.

         ― Los seres particulares…

         AGC ―  Las cosas, digamos.

         ― …Bueno, las cosas siempre aspiran a algo, entonces, lo que usted comenta me gustaría si lo pudiera llevar a lo concreto, o sea, está diciendo “lo que nos mueve… lo que nos mueve es los deseos insatisfechos”, entonces, ¿cuál es ese deseo insatisfecho que nos mueve?, pregunto.

         AGC ―  ¿Cuáles son?: son muchos y muchos, incontables…

         ― ¿Pero podríamos concretar alguno…?

         AGC ―  Incontables. Son cualesquiera que respondan a esta fórmula que me he molestado en emplear, la declaración de “Pero esto no era aquello”…

         ― ¿Qué hablamos de “esto”?

         AGC ―  …Y esto se te da con una golosina a un niño, se te da con un contacto con la piel en un momento de amor, se te da a tres pasos que andes por la calle, se te da por doquiera.

         ― Pero que, esto,  ¿la vida no ha cumplido?, o ¿qué cosas no han cumplido el ideal?

         AGC ―  Lo que está vivo y lo que aquí nos mueve es poder descubrir el NO, “no era aquello”, rechazar el sustituto, porque toda el arte del Poder es cumplirte los deseos, es decir, convertir en…

         ― ¿Con qué nos quedamos entonces?

         AGC ―  ¿Eh?

         ― Si rechazamos lo que nos da el Poder, ¿qué nos queda?; ¿algo que crearemos?

         AGC ― Eso, de lo que estoy hablando, esto. Esto que no es nada. Ahora volveré sobre ello. Pero recojo alguna cosa más entretanto.

         ― Sí, yo quería intervenir para decir que Freud decía que el Arte es la sublimación de la vida no vivida. Lo que llamamos Cultura, Arte, producciones más o menos ―sí― artísticas, era la sublimación de la vida no vivida, que de alguna manera tiene que ver con los deseos nunca cumplidos o no satisfechos. Pero…

         AGC ―  Casi no me lo reconozco al querido Freud a través de…

         ― Pero ¿cómo que no?, pero si tú eres…

         AGC ―  …a través de esta paráfrasis. Casi ni me lo reconozco.

         ― …Porque tú eres pluscuanfreudiano. Tu problema es que eres pluscuanfreudiano y no…

         AGC ―  Voy a recordarte…

         ― …Vamos, no… El tema es lo siguiente… No, es que cuando ha dicho él lo de la nostalgia de lo no vivido…

         AGC ―  Voy a recordarte, ya que lo has sacado, voy a recordarte lo que seguramente te confunde. Una de las cosas…

         ― No, no, si a mí no me confunde. Yo te lo puedo traer dicho por él. Pero, vamos, si me lo sé de memoria.

         AGC ―  …Una de las cosas que Freud no sólo descubrió sino que proclamó mucho era que todo esto a lo que llamamos Cultura y la Organización Social está fundado justamente en la represión y el aplazamiento para el Futuro.

         ― En el aplazamiento del deseo. Sí, pero eso respecto a la Educación. Es respecto a la Educación.

         AGC ―  …Lo cual es muy justo porque precisamente todo el Orden que nos imponen el Estado y el Capital es puro Futuro. De manera que está muy bien dicho y no tiene nada que ver con lo que acabas de decir.

         ― Sí, respecto a Educación dice eso: la Educación siempre consiste en el aplazamiento del deseo, pero respecto al Arte dice la sublimación de la vida no vivida.

         AGC ―  No lo repitas peor, y venga, di eso.

         ― …Que te lo traigo el próximo día y lo hago fotocopias, lo multiplico.

         AGC ― No, no, si lo acabo de decir un poco más claramente. ¿Qué más?

         ― Hombre, el Arte es importante.

         ― No, lo que quiero decir una cosa: respecto cuando él hablaba de la nostalgia de lo no vivido, es que la nostalgia siempre es de lo no vivido, porque cuando incluso recordamos en una memoria, ésa viva que tú dices, ¿qué es lo que hacemos precisamente en la memoria viva?: en la memoria viva quitamos todos los ingredientes del acto real, de aquello en que estábamos, si era Venecia o al atardecer o lo que sea, y lo desposeemos de todas las notas o rasgos del suceso real. Por lo tanto es no vivido en tanto que lo vivido es… realmente siempre tiene unas connotaciones temporales.

         AGC ―  Te ruego… Es probablemente cierto esto que has dicho y además te voy a recordar…

         ― ¿Cómo que probable?: es cierto, no probable.

         AGC ―  ...te voy a recordar lo que hemos dicho con respecto al amor muchas veces: que mientras que en Realidad no se puede dar ningún amor que sea feliz, satisfactorio, en cambio la memoria ―la memoria, esa memoria viva― permite muchas cosas más que los tratos amorosos reales nos permiten…

         ― Falsifica mucho.

         AGC ― …Esto sí que puede ser así, y no sé qué coños tiene que ver lo otro. De manera que no armes líos.

         ― No, que la memoria, desde el punto de vista realista, es necesariamente falsificadora, no puede ser de otra manera.

         AGC ―  Bueno, no tiene que ver nada con lo que estabas diciendo de Freud.

         ― Sí, tiene que ver. Es lo que tiene que ver.

         AGC ―  Sí. ¿Qué más?

         ― Aquí, aquí.

         ― Y ¿no se puede mirar también como una especie de consuelo eso de…? Bueno, yo recuerdo, se me viene a la mente, lo de “Enorgullécete de tu fracaso, / porque sugiere lo limpio de la empresa”, ¿no puede ser algo así como también tomarse uno como…

         ― Pues sí, consolación.

         ― Sí.

         AGC ―  A ver, a ver. Sigue, no acabo de coger el hilo.

         ― Bueno, eso de que el deseo no cumplido es lo que nos mantiene vivos, o algo así, es un consuelo al fin y al cabo.

         AGC ―  “Consuelo”… Bueno, es lo que da sentido y fuerza a esta tertulia, si no, no tendríamos por qué estar aquí. Es mucho más que un consuelo. Lo contrario es lo que en el soneto se decía, efectivamente es tan seguro que el éxito (en vez de decir el cumplimiento del proyecto) en este mundo bajo el Capital, bajo el Estado, es una falsificación, una mentira, que desde luego el no éxito pues puede ser más que un consuelo. Puede ser más que un consuelo, puede ser lo que nos permita seguir estando vivos y pensando.

         ― Un orgullo, un orgullo.

         AGC ― Pero ¿qué más por ahí?

         ― Es que, perdón, es que yo he venido aquí muy pocas veces, pero me pregunto: entiendo el NO a lo que nos dan, pero no veo una propuesta alternativa, ¿cuál sería la propuesta?

         AGC ―  No hay ninguna, ninguna, ninguna, nada. Ven. Bueno, yo me alegraré mucho de que sigas viniendo. De momento se te ve que vienes demasiao cargao como todo el mundo. Todo el mundo viene aquí sabiendo demasiao, todo el mundo.

         ― No, no: pues si es una pregunta, es que no...

         AGC ―  Sí, sabes mucho. Sabes mucho, incluso para la pregunta.

         ― Yo creo que, perdón…

         AGC ― No hay nada positivo…

         ― ¿No hay nada positivo?

         AGC ― …Ninguna alternativa. Ninguna alternativa. Pero ya otro rato desarrollaremos más. ´

         ― Perdón…

         AGC ―  Sí, no dejéis que sean siempre los mismos, por favor, ¿eh? Venga, venga.

         ― Porque antes me ha llamao la atención el que ha dicho que el hombre, pues tiende a aspirar a más, pero es que realmente creo que ¿para qué tenemos que aspirar a más?, no necesitamos nada. O sea, pienso que no necesitamos nada para ser felices, lo que necesitamos no nos lo damos. Porque yo, por ejemplo, deseo esa mujer, pero ella pasa de mí porque tiene prejuicios…

         AGC ―  Lo que  neces-…

         ― Claro. No, claro, me mira, será un gángster, no tendrá trabajo, esto o lo otro…

         AGC ―  No estés tan seguro. Pero…

         ― …tiene  mucha información ahí que le impide unirse de una manera natural y disfrutar de la vida ¿no? Y esto es lo que te pasa a ti también.

         ― Que nos pasa muchas veces.

         AGC ―  Sobre eso vamos a venir precisamente ahora, pero ten un poco de paciencia. Quiero recoger alguna cosa más.

         ― No, yo quería decir que esta angustia del deseo de que no se cumple nunca: desde niño, yo, viendo los anuncios de la televisión de detergentes alucino: porque todos lavan más blanco. Y de pronto, la temporada siguiente superblanco, y luego blanco nuclear, y luego… Pero, entonces nadie lava blanco, o yo no entiendo nada, y siempre me han producido mucha angustia: ¿dónde está el blanco?, ¿dónde está la limpieza?, cada temporada más blanco.

         ― No mires la televisión.

         ― Uy, es lo único que hago.

         AGC ―  Esa angustia…

         ― Pues lo peor que estás haciendo: te estás haciendo un cáncer en la mente.

         AGC ―  …Esa angustia es un síntoma por el que se puede ir sacando algo.

         ― No veas los anuncios.

         AGC ― Vamos pués a pasar a eso…

         ― Venga, pasa.

         AGC ―  …Una vez que creo que por lo menos claro está lo que se ha dicho, cualquiera puede decirme, podríais decirme, poniéndoos como entes reales, de que ¿para qué?, como tú mismo has dicho, ¿para qué?, ¿para qué esta guerra?; ¿para qué esta guerra que os he preguntado?, ¿a qué viene esta guerra que os he presentado?, ¿para qué?, cuando se puede ir viviendo, de hecho se va viviendo, hemos llegado hasta estas edades respectivas más o menos viviendo, y no nos ha hecho falta ninguna guerra, podemos efectivamente, pues no sé, contentarnos con lo que se nos da, entre las posibilidades que se nos ofrecen o que se nos dejan, elegir (como el Comercio mismo nos pide que elijamos), elegir la que más le puede venir bien a uno y contentarse con eso. Ésta es una objeción seria que desde la parte realista de uno puede venir en cualquier momento. De manera que conviene considerarla. Conviene considerarla, ver lo que da de sí. ¿Qué os parece?, ¿qué falta hace esta guerra?, ¿por qué coños tiene que haber surgido estos doce años últimos, entre otras locuras por el estilo, esta tertulia que se empeña en decir NO al Poder y descubrir la mentira de los sustitutos, cuando es tan fácil arreglarse? ―arreglarse dentro de la Organización bajo el Régimen, arreglarse con lo que se nos da más o menos y con las muchas elecciones que se nos ofrecen, ir viviendo, ir tirando―. ¿No es verdad que es una objeción considerable?

         ― “Si la cosa funciona”, como decíamos el otro día.

         AGC ―  No, ahora estoy preguntando así, en general, pero también a ti, sí. ¿No es verdad que…?

         ― ¿No es verdad, ángel de amor?

         ― Decir NO al Poder ¿podría ser lo mismo que decir NO al deseo?: si no compras coches, si no compras nada, pasas totalmente…

         AGC ―  ¿Qué me dices?

         ― No sé.

         AGC ― Te olvidas de lo que hemos dicho acerca del deseo que no está cumplido por algún sustituto. 

         ― Agustín.

         AGC ― Sí.
        
         ― A mí se me ocurre, pensando con el deseo también, con lo que estamos hablando del deseo, que esta guerra ¿para qué la hacemos?, pues quizá la hagamos para señalar o para abrir más la grieta de la Realidad, porque la Realidad tiene una grieta, no es toda, estamos diciendo. Esa grieta la tratamos de llenar, yo, por ejemplo, creo que la trato de llenar con esa Fe que tú hablas. Al mismo tiempo… al mismo tiempo, con esta guerra, en mí mismo se produce esa grieta, trato de destapar esa grieta que al mismo tiempo es mi deseo; ese deseo insatisfecho es lo que produce la guerra, o por lo menos me aparta...

         AGC ―  Sí, pero a quien presentes la objeción no le has dicho nada eficaz, no le has dicho “Bueno, y ¿para qué quitarle a nadie la Fe?, ¿pa qué tenemos que andar quitando a nadie la Fe, cuando se vive tan a gusto?...

         ― Hombre, desde luego el que más o menos lo tenga…

         AGC ―  …¿cuando vivimos tan a gusto y no tenemos necesidad de guerra ninguna? 

         ― El que lo tenga arreglao y puesto más o menos bien, el meterse en una guerra…

         AGC ―  No: lo digo en general. Lo digo en general, porque cada uno de nosotros, aunque tenga un poquito de chispa rebelde que le hace venir aquí, mayoritariamente es real, es una persona, de manera que es a él a quien se le puede presentar esa pregunta.

         ― Yo personalmente creo que esta guerra la emprendemos porque en el fondo de nosotros mismos sabemos que la Realidad no es necesaria. Porque la Realidad no es necesaria.

         AGC ―  ¿“No es”?

         ― Necesaria.

         AGC ―  “No es necesaria” quiere decir, para aclararlo, lo que aquí hemos descubierto: “no es todo lo que hay”. No es todo lo que hay. No es verdad, pero no es verdad precisamente en el sentido de que no es una necesidad: las cosas reales sencillamente son así, pero no tienen por qué. El Poder, el Señor, piensa y hace creer que sí, que tienen un porqué. Aquí, nada: las cosas son así pero nada más, y ahí se acabó: eso es la Realidad, y la Realidad no es todo lo que hay.

         ― Yo no sé si es necesario una guerra pero sí sé que cuando… yo diría que el no fiarse de aquello que uno tiene, cuando no lo espera y lo tiene, produce buenos réditos, es decir, cuando uno no se fía de eso, lo que le viene por sorpresa, entonces es como más fresco y huele mejor, sabe mejor y te da una sensación de vida y de frescura que te hace pensar que estabas en lo cierto al no fiarte de lo que esperabas.

         AGC ―  Sí, gracias, Javier. Es así, no está garantizado, por supuesto. No está garantizado, pero contigo recuerdo que muchas veces pasa eso: la renuncia a los sustitutos, la renuncia a los sustitutos y el no tragar con lo que te venden puede de vez en cuando darte el resultado de que te despierta los sentidos, de que sientes algo que en la situación normal no sentías: no está garantizado, no es una ley, pero está bien… está bien recordarlo ¿no?

Vamos a ver: el que adopta la actitud de ¿para qué meterse en líos?, ¿para qué decir NO, si aquí se lo puede uno ir pasando, pues bueno, bastante bien a ratos, se las puede ir uno arreglando, y todas esas cosas? Lo que hay que entender es que el que esto diga, el que esta actitud tome, implica que se está pensando que el eso que se nos da es todo lo que hay. Es decir, que ni deseos no cumplidos ni hostias, una vez más que ‘la Realidad es todo lo que hay’ está implicado. Y, si no, mirad a ver cómo lo desimplicáis, porque para mí la cosa es clara: sólo creyendo que esto es todo, que esto que se nos da es todo, sólo creyendo que este cumplimiento de deseos es todo a lo que el deseo podía aspirar, sólo así se entiende que alguien pueda tomar esa actitud, ¿o no?,  ¿o me equivoco?

         ― ¿Y las sensaciones de plenitud son falacias?, ¿son espejismos las sensaciones de plenitud?

         AGC ―  Es que no sé qué son.

         ― Bueno, pues yo, como dos o tres veces en mi vida, por un instante, sí he creído tenerlas.

         AGC ―  Sí, pero que no sé lo que es.

         ― Bueno, pues una sensación de felicidad.

         AGC ―  ¡Ah!, ‘felicidad’. Eso está más cercano a eso.

         ― Bueno, de ‘felicidad’ porque no tengo otro término para llamarlo.

         AGC ―  Sí, puede ser. Mientras no te lo creas a lo mejor es verdad. Con la condición ésa ¿eh?: si te lo crees, nada. Pero, mientras no te lo creas, a lo mejor es verdad, ¿quién sabe?, a lo mejor es verdad.

Bueno, está implicado, ¿no?, el creer que esto es todo. Es un poco difícil, cuesta trabajo ¿eh? Voy a ponerme en el plan del que sostiene esto: es un poco difícil creer que lo que una niña está deseando no es sólo una muñeca sino que es (¿cómo coños la llaman?), sino una Barbie, que es lo que el Comercio le va a dar: una Barbie. De manera que esto es lo que está implicado, ¿eh?, no os lo toméis a risa. Quien cree que esto es todo lo que hay y que los deseos no pueden ir más que a la consecución de un fin real está sosteniendo esto, y es duro ¿eh?, cuesta trabajo, por mal que uno piense de esa niña, pensar que se está muriendo de deseos por una Barbie… Cosa que sucede todos los días ¿no? Ya que esa niña tuviera… se le concentrara el deseo en tener una muñeca y que además fuera suya, ya tiene muchas cosas sospechosas, pero hay que llevarlo al extremo, porque al extremo lo ha llevado el Poder, y a los niños se les engendran, se les producen, se les fabrican y se les celebran deseos de ese tipo, deseos de ese tipo, sin más. No necesito poneros muchos más ejemplos: es muy duro creer, es muy duro creer que nadie de nosotros desee de verdad las cosas que se le dan de hecho y con las que se contenta.

         ― Perdona, Agustín: yo de pequeño, cuando era niño, pues la verdad que los juguetes y todas esas porquerías no me hacían feliz, pero, bueno, yo creo en las Artes y desde antes de saber hablar yo ya dibujaba, y dibujando…

         ― Que hables más alto.

         ― Que hables más alto, por ahí no te oyen.

         ― …Bueno, y dibujando, pues sentía realmente un placer, un placer grande ¿no?, igual quizás porque me abstraía de esa vida real tan zafia, tan horrible, que me rodeaba. De alguna manera me metía en mundos imaginarios donde yo me desarrollaba y donde yo disfrutaba mucho porque siempre estaba en evolución, en una gran evolución  Y yo creo en las Artes…

         AGC ―  Agradezco el testimonio éste, pero la verdad es que nos está sacando de la cuestión, no era de eso de lo que estábamos hablando.

         ― Estoy hablando de creer en algo. Usted habla de perder la Fe en todo, pero…

         AGC ―  No era de eso de lo que estábamos hablando. Y respecto a tu…

         ― …yo no puedo dejar de creer en esto porque…

         AGC ―  …Y respecto a tu disfrute…

         ― …es algo que a mí me alimenta el espíritu, algo que me ennoblece…

         AGC ―  …Respecto a tu disfrute…

         ― …como persona y que me hace sentir de puta madre.

         AGC ―  …Respecto a tu disfrute y tus sentimientos con el Arte, que te pone así o asao, tengo que decirte lo mismo que le dije a ella: que mientras no te lo creas a lo mejor es verdad. Si te lo crees, ya no, pa nada. Lo mismo que le dije respecto a la felicidad a ella.

         ― Eso no hay que creerlo, o sea, es algo que…

         AGC ―  No. No, hombre, sí hay que creerlo porque lo traes aquí como una referencia, ya no son…

         ― …es un contacto con algo que te está haciendo sentir, tú y tus emociones.

         AGC ―  …ya no son memorias vivas, son recuerdos que tú tienes o crees tener…

         ― ¿Cómo que yo tengo?, pero si antes de salir yo estaba dibujando y…

         AGC ―  …y a los trances en que te has encontrao así o asao.

         ― …yo estaba disfrutando como un enano.

         AGC ―  Bueno, con este asunto en todo caso nos ha sacao un poco de vía…

         ― ¿Usted no disfruta hablando?

         AGC ― …porque yo estaba ahora con el reconocimiento, lo que implica el reconocimiento de que esto es todo, implica que una niña pueda fervientemente desear una Barbie, ¿eh? En esto es en lo que estamos. Y esto es lo que estamos atacando y no nos distraigamos demasiao, por favor. ¿Qué más?

         ― Agustín.

         AGC ―  Sí.

         ― Es verdad esto de la Barbie, pero creo que también es todo lo contrario: cuando se tiene conciencia de un deseo (y eso es por lo que nos sometemos a la publicidad) es porque nos ayudan a definir nuestro deseo, o sea, qué es lo que queremos, pero cuando tenemos un deseo, ese deseo es metáfora de otra cosa que no sabemos, y por eso es insaciable, porque lo que llegamos a formular es metáfora a su vez: cuando dice la niña ‘la muñeca’, pero dice ‘la Barbie’, está deseando otra cosa que estaría detrás y que no sabe, y como le dicen que es la Barbie, y se lo cree, por eso piensa que es la Barbie.

         AGC ―  Eso que tú dices pensando de esa niña bien, como yo también pienso, pero esa niña no es desde luego la niña real, porque la niña real efectivamente es una niña que estará dispuesta a declarar, incluso delante de la televisión, que se estaba muriendo de deseos por tener una Barbie, ¿eh?, y no tendrá el menor inconveniente. Claro, tú y yo pensamos que no, que algo le queda por debajo. Efectivamente es lo que estamos sacando aquí, pero hay que…

         ― Lo que quiero decir es que todo deseo que lleguemos a formular, o tal, es a su vez metáfora de otra cosa que no sabemos lo que es.

         AGC ―  Lo que estamos tratando de ver es lo que implica el aceptar los sustitutos como siendo el objeto de los deseos y la Fe en que lo que se nos da bajo el Régimen, en realidad es  t o d o  lo que hay, y que está implicado en el contentamiento con el ir tirando, como tengo que recordaros para que no se pierda el hilo.

         ― Sí, yo tengo una pregunta…

         AGC ―  Sí. No sé si había antes otro.

         ― Sí, pero ese deseo de esta niña por la Barbie, que en un momento dao puede ser insatisfecho porque sus padres sean pobres y no le compren una Barbie, y le compren un sucedáneo de Barbie, ¿ése es el deseo que nos hace sentir vivos?

         ― Ése puede ser más sucedáneo.

         ― ¿Es el deseo que nos hace sentir vivos? Yo creo que no, esa frustración tampoco puede ser buena.

         ― Igual si se la hace con un palo es más deseo, más auténtico…

         AGC ―  Se compra una Barbie barata y…

         ― …si se la hace con dos palos y una cebolla. Y es más creativa también.

         AGC ―  …se contenta, no se contenta, pero se contenta al fin, porque es de lo que estamos hablando ahora…

         ― Pero, no, esto viene respecto a lo que decía de que el deseo insatisfecho…

         AGC ―  …estamos hablando de la resignación: el atenerse como generalmente mayoritariamente nosotros mismos nos estamos ateniendo, a pensar que ¿a qué líos ni a qué decir NO y descubrir que es mentira, cuando se va tirando tan a gusto? Es de lo que estamos hablando y es lo que estoy tratando de analizar, lo que esa actitud significa.

         ― ¿Me toca ya? Bueno, pues...

         ― Que hay como una necesidad de fabricar desesperadamente deseos también. El otro día con Penélope y Javier, que íbamos paseando por ahí, era el día éste de Halloween, que lo acaban de inventar, esta fiesta, y veías a una madre con su niña que la había disfrazao, iban las dos de brujitas, y haciéndole creer a la niña que eso era ya una parte de tradición, una necesidad de creer, de hacerle tener ese deseo de celebrar ese día, y como que hay mucho.

         AGC ―  Sí, señor. Acabo de ser yo mismo testigo con dos de mis nietos que se pasaron por casa vestidos para Halloween, de manera que no tienes que decirme más, cómo andaré. ¿Es posible?, ¿es posible creer que esos niños están deseando que los disfracen para Halloween y que ése es el deseo que tenían? Era ya muy difícil creer que les viniera muy de abajo cuando en la noche de difuntos los mozos se disfrazaban de muerte y cosas así, y salían diciendo “Antes, cuando éramos vivos, veníamos a esta huerta a por higos; y ahora que estamos muertos venimos a buscar al tío Pelostuertos” (es el que les disparaba con perdigones a los mozos cuando iban a por...). Ya eso era bastante difícil de que ése fuera un deseo espontáneo, ¿quién lo va a decir?, pero los niños disfrazados para Halloween estos años, por favor. Lo que estoy haciendo todo el rato (y ahora voy a sacar un par de ejemplos más)…

         ― Me toca a mí…

         AGC ― Adelante.

         ― No, quería hacer una contraposición recordando aquella excelente película de Buñuel que se llamaba Ese oscuro objeto del deseo, que realmente parece que en esto del deseo intervienen como dos, dos vectores: uno que es el empuje desde atrás, de algo oscuro que se hace desear como de una falta, pero que no tiene ni objeto ni nada, sino que es oscuro, y luego después la claridad de lo deseado, la imposición dada desde fuera como acto que convierta ya el deseo en acto de voluntad. Entonces aquí teníamos que distinguir un poco lo que preguntó…

         AGC ―  Es lo que estamos haciendo todo el rato.

         ― No, pero la chica cuando te preguntó antes de lo de no desear, si uno entra en todo lo que sostiene el pensamiento zen, se propugna eso, el no deseo, pero no como actos de voluntad…

         AGC ―  Trasformación de…

         ― …la distinción entre voluntad y deseo. Es fundamental.

         AGC ―  Trasformación de esto que no sabemos qué es, y es a lo que llamamos deseo, como podíamos llamar cualquier cosa, trasformación de eso en algo…

         ― En querer, está el verbo ‘querer’ contra el verbo ‘desear’.

         AGC ―  …Trasformación de eso en algo que sí se sabe qué es…

         ― Querer querer.

         AGC ―  …En algo que sí se sabe qué es, como la voluntad o el proyecto, es justamente de lo que estamos tratando…

         ― Muchas gracias.

         AGC ―  …Ésa es la táctica del Poder que efectivamente disfruta y se sostiene cuando los deseos se dejan convertir en voluntad y se satisfacen con el sustituto consiguiente. Es de lo que estamos hablando.

         ― Sí, pero también hay la noluntad que decía Unamuno…

         AGC ―  Ahora sí, pero vamos a dejarla de lado para no…

         ― …que es lo contrario de la voluntad y también malísima la noluntad…

         AGC ―  …para no distraernos más ¿eh? Venga.

         ― …La noluntad viene del NO entendido. También es una operación positiva.

         AGC ―  Vamos a ver si no nos distraemos demasiao y si el calor no nos mata, porque ya os decía yo que había que haber abierto una ventana. Cómo nos engañan, cómo nos lo tragamos, por más que se hagan reuniones…

         (Interrupción mientras se abre un ventanal de la sala)    

         AGC ―  Bueno, gracias. Vamos a ver. Vamos a ver si nos alivia un poco. Cómo nos las tragamos, cómo nos engañan, cómo nos contentamos con lo que nos echan. Esto es una cosa que, como digo, por más que se estuviera haciendo tertulia tras tertulia, reconociendo esta facilidad para tragarnos las cosas, nunca sería bastante, porque es el enemigo más directo contra el que aquí estoy hablando, estamos hablando: esa facilidad para el contentamiento con lo que se nos da, con lo que se nos puede dar.

Bueno, uno a lo mejor necesitaba, deseaba, buscaba una casa en el campo, con mucho esfuerzo el Poder le concede un chalet adosado, y ya comprendéis que el trance es bastante fácil ¿no?, eso pasa enseguida, se adopta, y lo mismo con cualesquiera, con niños, con mayores, la aceptación del sustituto pasa por un momento de defraudación: el niño… no era aquello lo que quería, pero inmediatamente esa frustración, esa defraudación, pasa a convertirse en un contentamiento, es decir, en una aceptación del deseo domesticado, como una nueva cosa. El niño se duerme la noche de Reyes pensando en lo que ha pedido, porque ya, por la fuerza de las cosas, la noche de Reyes obliga a que los deseos no queden por ahí vagos, e incluso se pueden escribir en una carta a los Reyes, ¿eh?,  concretando los ítems del deseo, lo cual ya es una falsificación, pero, bueno, él ha escrito, se levanta por la mañana y se encuentra, entre otras cosas, con una [carretera], y él lo que había pedido era unas vías de ferrocarril, con un tren, con unos vagoncitos, “Bueno, y ahora tengo aquí esto”. “Ahí tienes, pues una carretera, una autopista con una fila muy larga de coches pegados el uno con el otro, de manera que ¿qué más te da, no?”. Claro, cualquier niño bien nacido, pues de primeras dice “No, hombre, no, esto no era aquello, ni siquiera lo que yo había escrito”. Pero ¿qué va a hacer al cabo de un rato?: pues se cogerá los cochecitos en fila, en su autopista, porque eso es lo que le han dado, y presumirá con los amigos de lo que le han traído, se olvidará de cuál era el deseo que él había formulado.

Estos trances son los que se dan por todas partes, pero quiero presentarlos también desde el lado contrario, no desde el lado de los regalos sino desde el otro: lo que nos tragamos quiere decir esencialmente ‘lo que nos tragamos semánticamente’, es decir: sólo con adoptar la jerga que los padres o los Medios nos han proporcionado para dar nombre a nuestros deseos, o a nuestras necesidades, o a nuestra salud. Ésa es la aceptación primera ¿no?

Por ejemplo, por no ir más lejos (es la segunda tertulia que tengo que estar sosteniendo en medio de un trancazo tremebundo, un trancazo; la anterior fue así y en ésta no acabo de pasarlo y la estoy sosteniendo), desde el punto de vista de la crítica directa del Poder, el trancazo (esta peste que arrastramos desde hace un siglo más o menos, que apareció con la peste española o como la llamaran en aquel entonces), esto es algo que para las pretensiones del Poder y de su Ciencia debería bastar para el sonrojo y el desánimo ¿no?, ¿cómo puede ser que hayan sido incapaces de encontrar nada para remedio de una cosa tan tremebunda, tan aplastante y que ocupa a tanta cantidad de gente como es esto de la gripe o del trancazo?, es de por sí vergonzoso. Yo mismo había llegao a pensar que a lo mejor la vacuna… a lo mejor la vacuna podría haber sido… me parecía que era eficaz, por lo menos en ciertas fechas, este año me ha fallao, de manera que ya no me queda ni siquiera… ni siquiera eso.

Durante este trancazo, entre otras cosas, como siempre, se recogen noticias de las muchas otras gentes que padecen el trancazo con la gripe, y se recogen algunas curiosas (hay un amigo que está aquí, y hay también la amiga de una chica amiga de una de mis nietas que me sirven de ejemplo): el trance es que mientras no encuentran absolutamente nada para curar el trancazo, en cambio, inventan la gripe A. Éste es el trance que os quiero someter a consideración, porque efectivamente a este amigo y a esta chica lo que les pasó es que con el motivo… (no sé qué pecado cometerían, si en cuanto a temblor o fiebre o cualquier otra tontería), el caso es que acuden a la autoridad médica y les dicen “Gripe A”. Y gripe A, pues luego no tiene más consecuencia que “vete tres días para casa”, o a esta chica le dicen “siete días sin salir de casa”, pues llevan, es la gripe A, no les dicen nada y tal. La gripe A es un puro invento que, aparte de no significar nada, sirve desde luego para distraer de esa ignominia del Poder y su Ciencia que es no poder hacer nada contra la gripe vulgar y corriente, no poder hacer nada contra el trancazo, para eso sirve la gripe A esencialmente.

Pero a lo que quería referirme era a lo de la sumisión por adopción de la jerga de ellos: este suceso se puede contar de dos maneras, una es diciendo “Pues fíjate, que fue allá Fulana, llevaba unos cuantos días fastidiada, por esto fue allá, se presentó, y le dijeron que era gripe A”. Ésta es una manera de contarlo. La otra manera es decir “Anda, pues resulta que Fulana ha cogido la gripe A”. Bueno, esto parece que no tiene mucha importancia pero es fundamental, porque quien dice “Le dijeron que…” está poniendo en tela de duda todo el tinglao del invento, pero quien adopta la jerga y dice ya “Cogió la gripe A”, ése se ha hecho un creyente y está contribuyendo a que el engaño de la gripe A y la incapacidad para curar la tremenda y verdadera siga subsistiendo. Así en todo lo demás: la sumisión empieza por ahí: aceptar la jerga (que no es la lengua viva), la jerga, los términos semánticos que los Medios, las Autoridades, emplean. Conque uno se ponga a hablar de esas cosas como si fueran cosas corrientes igual que las demás, ya está entregado, ya está contribuyendo sin más a la sumisión. Ésa es la manera en que por el lao del revés se revela este engaño en el que estamos: la adopción del sustituto (tanto para lo bueno como para lo malo, da igual) empieza por la adopción de los términos de la jerga.

Éstas son algunas de las cosas que yo creo que importaba más hacer sentir. Vamos a ver si ahora discutiendo todavía un poco procuramos no desviarnos demasiado y tratamos de poner esto de relieve. Cuando aquí decimos que la acción primera es hablar (no hablar personalmente, porque personalmente uno no dice más que idiocias, pero hablar con lo que no es personal en uno que le quede), cuando decimos que ésta es la acción primera de las acciones y que, aunque consiste en decir NO, viene ―como he intentado que quede claro―, viene de lo hondo, viene justamente de la pervivencia siempre de deseos que no se dejan cumplir, que no se cambian por sustitutos, de memorias vivas que no se dejan cambiar por historias, ni por álbumes, cuando todo esto se dice hay que volverse un poco sobre ello y considerar cuáles son las posibilidades de romper con la Fe. Y ahora acabo de presentaros la más inmediata: no admitir el vocabulario que el Poder admite. Puede que el niño esté demasiado obligado a aceptar el vocabulario de su madre, aunque ahí también caben resistencias, pero desde luego no aceptar el vocabulario de la televisión, de los periódicos, de los Medios, de la Ciencia vulgarizada, está bastante a la mano. Está bastante a la mano. Frente a ello (es la táctica que aquí sigo y seguimos) uno puede prestar una relativa confianza a la lengua corriente, a la lengua de la gente corriente, la lengua no mediada por la escritura, y sólo el intentar, como intento aquí todos los días, decir las cosas en lengua corriente y no acudir a ningunos términos de la jerga filosófica, política, ni científica, es ya una vía.

Es un ejemplo de cómo efectivamente el hablar es acción, y es acción en primer lugar contra las Realidades semánticas que el Poder nos presenta costantemente, y que nos vende como sustitutos de cualquier deseo, de cualquier descubrimiento.

Lo que nos quede por tanto vamos a (si es posible) intentar aclarar lo que me haya salido más oscuro, y sentir todo esto un poco más a fondo. De manera que, venga, os dejo ya.

         ― Agustín, ahora que mencionabas esto de la mentira de la Realidad semántica, me venía toda la tertulia acordando del poema de Machado, creo que se lo dedica a Don Miguel de Unamuno, ése que intenta recordar la amada muerta, el color de los ojos, y es un caso de memoria viva ¿no?, y el hombre intentando agarrarse a aquel recuerdo de ese amor vivido y sentido, pues (y aquellos ojos) intenta recorrer (si no recuerdo mal), pues la lista de los colores ¿no?, de los colores de los ojos, “¿cómo eran?, ¿verdes?, ¿azules?, que no recuerdo”. Y igual te acuerdas tú mejor que yo.

         AGC ―  “¿Cómo eran?, Señor, que no recuerdo”

         ― El recuerdo. Y al final…

         AGC ―  “¿Cómo?, ¿azules?, ¿verdes?, ¿negros? / ¿Cómo eran, Señor, que no recuerdo?”.

         ― Y en lugar de quedarse con uno de sus colores, y decir “Sí, azul cobalto”, pues se le abre un resquicio, se abre una puerta y acaba diciendo “Como esos”.

         AGC ―  Pasa por un balcón al que está asomado una, y entonces se queda diciendo que “Como esos”. Sí, pero ahora tú dices ¿para qué []?

         ― Claro, y ahí, desde luego roto cualquier relación o cualquier intento de agarrarse a una Realidad semántica, lo que hace es simplemente señalar la viveza de unos ojos, bueno, no es la viveza, sino “Esos ojos”, o esos que estaban allí, y que desde luego son aquellos…

         AGC ―  No, no, no, no. No, no, Mario, no, no.  Cuando dice “Como esos” hace una comparación. Este paseante es por supuesto un traidor, esto está claro. Es decir, el poema de Machado lo presenta más bien con cariño y sus colores, pero es claramente un traidor. Él hace ya un esfuerzo desafortunado para darle nombre a los ojos de la muerta, un nombre que son los habituales: azules, verdes, negros… Eso ya es un esfuerzo desafortunado; no les satisface, no acaba de quedarse, y entonces recurre a la comparación, se le presenta y dice “Como esos”, lo cual es imposible, no hay unos ojos que sean como otros en ninguna parte del mundo. No hay unos ojos que sean como otros, de manera que efectivamente comete traición, muy explicable, pero…

         ― Sí, el luto de la muerte y del recuerdo.

         ― No, pero él se refiere a que están vivos.

         AGC ―  ¿Uhm?

         ― Me estaba recordando Luís que dice que es de un doble luto, efectivamente, el del luto de la muerte y el luto del recuerdo…

         AGC ―  Sí, sí.

         ― …de la muerte del recuerdo.

         AGC ―  No, no, pero es eso: acaba por fijar su recuerdo aunque sea por comparación. Eso no es la memoria viva, la memoria viva es la que no te deja quieto.

         ― Perdón.

         AGC ―  Es la que no te deja quieto ni te deja encontrar ni adjetivos definitorios ni una comparación satisfactoria, ésa es memoria viva.

         ― Bueno, no sé si me toca…

         AGC ―  Ah, empieza un poco en este momento.

         ― Vamos a ver, de los dos términos de la ecuación: el Poder que intenta hacernos ver que cumplimos nuestros deseos y por tanto los deseos no cumplidos son los que permitirían luchar con cierta eficacia contra el Poder, yo lo que he visto es que en la mayor parte de las preguntas y de las intervenciones se han hecho sobre un término de la ecuación: los deseos no cumplidos y cumplidos, los ejemplos de la infancia, y tal, pero de la otra parte de la ecuación, el Poder, cómo actúa el Poder para crear esas expectativas, y tal, no lo he visto que se haya hablado mucho. Y yo creo que ahí, ese término de la ecuación es capital ¿no?…

         AGC ―  Bueno.

         ― …Es decir, la gripe A, ¿la ha inventado el Poder?, ¿la ha inventado las compañías farmacéuticas?, ¿cuál es la finalidad del invento de la gripe A? Creo que falta debate en torno…

         AGC ― Sí. Está bien con respecto a la tertulia de hoy que saques esto, pero es que lo que dices es nuestro caballo de batalla, lo que se hace aquí más costantemente es descubrir, descubrir la estructura del Poder, sus mentiras, la idealidad que lo rige, y todo eso. Pero está bien, hay que volver sobre ello. Era más difícil intentar aclararse respecto a esas cosas indefinidas, pero desde luego contamos con eso: es el Poder, el Capital, el Estado, el Señor,  cualquier forma de Autoridad quien necesita matar…

         ― No, y el miedo de uno, desde abajo.

         AGC ―  …quien necesita matar; el propio Poder de uno…

         ― Claro, el miedo.

         AGC ―  …el propio Poder de uno, en cuanto individuo, que es lo mismo que el Estado y que el Poder. Todo eso a lo que llamamos un poco descuidadamente el Poder, pero que podemos ejemplificar con todos esos términos más concretos, el Capital, el Estado, el yo ―el yo de uno mismo―, todo eso efectivamente es el que necesita matar. Y aquí estamos en una guerra [], estamos en una guerra contra la muerte, pero es porque el Régimen en el que estamos metidos es el Régimen de la muerte. El Régimen de la muerte puesto que es el Régimen del Futuro. Lo que nos birlan es cualquier cosa que no sea Futuro, proyectos, es decir que nos lanzan a un tiempo que se mide desde aquí hasta la muerte, de cada uno o la muerte que sea, ¿no? Es literalmente el Régimen de la muerte.

Y conviene aclarar, aunque ya no sé si va a dar mucho tiempo hoy, pero conviene aclarar, porque a los que se les habla en general del Estado o del Capital y cosas así, y el yo, vienen a pensar que se les está hablando en abstracto, y prefieren seguir pensando que hay por ahí señores, manejadores, que se aprovechan; no sólo empleados de la Banca y directores de grandes empresas y cosas por el estilo, ni ministros y demás, sino incluso también prohombres de la Ciencia, prohombres de la Ciencia al servicio del Poder, Doctores que tiene la Iglesia, prefiere seguir pensando eso y se equivoca, se equivoca. Se equivoca porque es esa costitución abstracta misma, ideal, la que es el Régimen de la muerte; los servidores no tienen importancia, son intercambiables, cualesquiera más o menos sirven, con la condición de que sean un poco más idiotas de la media, que tengan algo más de Fe de la media, y entonces ya están aptos para ascender. Y, por supuesto, esto era importante: en la medida que ascienden se van volviendo incapaces de no creer lo que el Poder está mandando que creyeran; acaban por creérselo y hablar cada vez con más convicción: un médico, un científico progre, pero admitido por los Medios, un ministro, son señores que, precisamente por el hecho de haber trepado, tienen que creérselo de una manera mucho más notable, mucho más notable que el resto, y lo que digan va a ser pues con esa convicción que dicen las cosas.

Yo me puedo reír de la gripe A, pero ¿un médico puede reírse tanto?, sí, puede ser, pero será porque sea un médico un poco sospechoso, que por tanto puede estar dispuesto…

         ― Pero si han salido un montón de médicos protestando, son los que más han protestao.

         AGC ―  …no sólo a no ascender y no ganar méritos en el Mercado, sino a algo más grave; en todo caso no formará parte de la secta de médicos que, de acuerdo con los Medios, divulgan e imponen esas fantasías mortíferas que acabo de sacaros. Y así en todo lo demás. De manera que no es que sean ellos, allá Arriba, señores, esos de los que os hablan los Medios, los que imponen el Régimen del sustituto, los que tienen que hacer creer que esto que te dan era aquello que deseabas, no: ellos no hacen más que servir, han trepao, están ahí, sirven, son servidores directos, pero es la costitución misma de la Realidad en general, pero de la Realidad humana ―de este tipo de cosas que somos― en particular, las que imponen, necesitan y han impuesto esto. Sí.

         ― Tengo una pregunta más.

         ― De alguna manera con esto que está diciendo, es que al final, todos somos víctimas de nuestra propia ignorancia ¿no?, y quizás…

         AGC ―  ¿“Ignorancia”?      

         ― Víctimas de nuestra propia ignorancia, de nuestra propia mente.

         AGC ―  Víctimas de nuestra Fe, ¿qué coños de ignorancia?

         ― Claro, claro…

         AGC ―  Somos víctimas de nuestra Fe, es lo que estoy diciendo: nos lo creemos y con bastante facilidad.

         ― …Y entonces esa gente que está usted diciendo que de alguna manera se fortalecen más al creer más, al participar en ello, es porque de alguna manera los hombres nos convertimos en lo que hacemos todos los días, todos los días haces el idiota: te conviertes en idiota.

         AGC ―  No, no, no, no: mucho peor todavía, porque para ascender se necesita más Fe de la media. Eso es lo que no se os puede olvidar. Cuando pienses en ascender en las escalas, aunque sea de las Artes, no se te olvide: hay que tener más Fe de la media; más Fe de la media, porque si no…

         ― Yo en las Artes nunca voy a dejar de creer, me diga usted lo que me diga.

         AGC ―  …porque si no, no asciendes.

         ― Quería hacer una observación.

         ― Pero ahí hay una falla. Vamos a ver: extrapolando esa expresión de que ‘hay que tener más Fe de la media para ascender’, si extrapolamos esto, por ejemplo a una entidad, por ejemplo, la Iglesia Católica, con el respeto a todos los creyentes, y tal, pero en plan de discusión, es decir: el Cardenal de la Curia, ¿va a tener más Fe que el feligrés medio estando en esas…?

         AGC ―  Obligao.

         ― …La opinión general es que no…

         AGC ―  No, la general, no…

         ― …A medida que uno está en lo más alto de la Curia, ahí no…

         AGC ―  No, la general, no; perdóneme, la de algunos literatos, especialmente del siglo pasado, benévolos, que les gustaba, como tal vez al pobre Maquiavelo, creerse que por lo bajo los cardenales y los curas guardaban otra cosa, incluso Tomás Mann (a quien de muchacho leí en La montaña mágica) les gustaba pensar de esas manera, pero no es verdad: el cargo obliga tremendamente. Obliga tremendamente. Y pensar que un cardenal callándose puede ser rebelde, que podría estar aquí con nosotros desmintiendo todo, aunque por la boca le salgan todas las reacciones, no tiene mucho sentido. La gente no funciona así. La gente no funciona así y no hay Maquiavelos.

         ― Respecto esto, Agustín, habría que considerar una cosa, que ha habido un refinamiento o un desplazamiento de la Fe que no necesita ya ni la predicación desde Arriba, porque desde que está lo de los Medios de formación de individuos para formar masas, resulta que desde pequeñitos la Fe se está sometiendo al primero que abre los ojos delante del televisor, que ya el líder éste se supone que no es necesario ni que predique, porque sustenta… la Fe está sustentada desde abajo porque está costruido ese sujeto desde que abre los ojos, no necesita ni siquiera ir al púlpito a escuchar al predicador. Eso es así.

         AGC ―  Muchas veces hemos, comparando este Régimen con el antiguo, hemos hablado de la televisión a la cabeza y los otros Medios como los predicadores, ocupan exactamente el papel que los predicadores de la Fe ocupaban en el antiguo Régimen, bajo la Iglesia. Y lo cumplen igual,  y no hay ninguna diferencia esencial; no hay ninguna diferencia esencial entre estos predicadores de los Medios y los predicadores del antiguo Régimen. Entre otras cosas tienen que ocuparse de hacernos creer, incluso a ese niño, en la importancia de los tiburones que se supone que son los detentadores del Poder, desde pequeñitos. Y sin ser pequeñitos, la verdad es que es algo también vergonzoso cómo muchos de nosotros nos tragamos las planas de El País, o de cualquier otro engendro, que están llenas de opiniones, si no de caras, de monigotes que no pintan absolutamente nada, pero que están justamente llenando las planas mientras se cambian los unos por los otros, y entreteniendo al personal, que es de lo que se trata; que es lo que el Poder requiere: entretenimiento, entre otras cosas.

         ― Pero las poblaciones de televidentes piden eso desde abajo, y ésa es la operación del círculo…

         AGC ―  Ya, ya.

         ― …del círculo cerrado.

         ― Isabel, perdona. Isabel, es lo mismo que antes: cuando por ejemplo la Iglesia largaba a sus ejércitos a predicar, en cualquier iglesia de un pueblo, si allí se predicó, queda “Aquí se predicó la Santa Misión de 1913 y la de 1924”…

         ― Si, sí, yo no te digo que…

         ― …o  la de 1946. Y queda reflejado como un acontecimiento muy grande, porque convocaban a todo cuanto pobre aldeano había por allí para que fuera a la misión de esos misioneros, que eran unos badulaques, pero, claro, ponían en escena una representación terrorífica (yo asistí a una de ellas, con pocos años), y era un terror que infundían en la gente. Bueno, pues eso queda reflejado como una lápida muy grande...

         AGC ―  No hay…

         ― Pero era una predicación…

         ― …Pero es lo mismo, lo que pasa es que cambia la tele, claro

         ― Sí, pero era una predicación impuesta desde Arriba, y ahora la predicación…

         ― ¿Y la tele no es impuesta desde Arriba?

         AGC ―  No hay ninguna…

         ― …la predicación está somatizada desde abajo… 

         ― La tele es Dios.

         ― …desde el istante en que un niño abre los ojos delante de un televisor.

         AGC ―  No: no digas exageraciones…

         ― Es así: está costruyendo la criatura.

         AGC ―  No hay ninguna diferencia.

         ― Lo mejor que puede hacer con la tele es tirarla por el balcón.

         AGC ―  No hay ninguna diferencia esencial. Lo mismo que el Régimen democrático que padecemos necesita exaltar la persona ante todo (las de los dirigentes primero, para que después cada uno también la suya), la Iglesia también. La Iglesia tenía especial interés en que cada uno tuviera su Fe, y así se juntaba la de todos.  Se ha hecho muy tarde, el calor nos echa, de manera que, si la gripe y el Señor nos lo permiten, dentro de siete días seguimos dándole vueltas a esto.