domingo, 10 de diciembre de 2017

Poema al Azul Celeste. Por Carmen Corral Gómez


 Foto: Casper Casper 


Albas, 
entre el azul 
celeste y el rosa.

Lágrima, que al caer
alboreada, 
de su misma falta 
de amor, canta y brota: 
entre 
el sueño y el despertar... 

Cuando le miro, 
albanía, entre lo que soñaba
y  lo que no sabía. 


miércoles, 25 de octubre de 2017

QUE NO HAY ESPAÑA. Por Agustín García Calvo.


                                
                   QUE NO HAY ESPAÑA
           


 ¿Tendremos que seguir por siempre debatiéndonos con los fantasmas de la Historia? Hace ya mucho que ha dejado de haber España, si la hubo alguna vez; que eso... por historia lo sabemos. España era... Fantasía del Poder, idea del Señor, "una unidad de destino en lo universal” que decía el otro, es decir una fabricación astracta y desde arriba, usando el Nombre Propio 'España' para imponer a tierras y gentes una fe, una definición de sí mismas: "Desde aquí, España; hasta aquí, España: al otro lado de la raya, Francia, o Portugal, da igual: en todo caso, no-España; frontera lineal, definitiva, que tú, número de tropa, verterás tu sangre por mantener esacta y neta; si no, a ver quién somos; a ver qué eres tú, desgraciado, si no eres español”. Esos eran antaño, cuando la creacIón del Estado Moderno (España de los Reyes Católicos, uno de sus primeros ejemplares) los trucos del Estado para sujetar al pueblo, siempre maldefinido, siempre indómito, a su dominio y a su idea. Trucos ideales, pero no menos por ello poderosos sobre la realidad: con ellos el Estado fundió de hecho en unidad muchos pueblos y ciudades, reduciéndolos a capitales y  provincias, superando patrias chicas y campanarios; logró un trazado de fronteras que se mantuvo fijo en el mapa de muchas generaciones de escolares; inflamó los pechos en ideales de Imperio y arrasó media América (pueblos nómadas o imperios de viejo estilo, daba igual) para que el Globo fuese España; trocó millones de juventud insegura en tercios y legiones, que no hubiera un puñado de tierra sin una tumba española". Eso era España antaño. Ahora, hace ya mucho, el Estado ha cambiado de trucos de dominio (ha de cambiar para mantenerse), y ahora es el Desarrollo y la Competición por el Futuro; y así España ha dejado de ser España para ser un caso de 'País Desarrollado': “tu calle ya no es tu calle", como la copla canta, "que es una calle cualquiera, camino de cualquier parte". Queda el Nombre Propio, vacío (porque los N.P. ¿no eran para designar algo único y distinto?; y hace unos 30 años, el Ministerio de Turismo sacó el estribillo de "España es diferente" en el momento justo en que empezaba definitivamente a dejar de serlo), pero no por vacío menos potente para el engaño y el dominio: basta con oir a uno que esclama "Hemos metido gol" (o "Hemos logrado la fusion fría", da lo mismo), donde el "hemos", como no pueden los jugadores (porque no están en puesto de Primera Persona) ni el que lo dice (porque él no está jugando), tendrán que ser los españoles, ¡qué se le va a hacer! El Nombre vacío sigue costituyendo la Realidad. Bueno, está también la lengua, cuya unidad, como el Estado, de Roma para acá, sabe (y lo saben, con su afán lingüístico unificatorio, los idealistas, creadores de nuevas Españitas), es la única garantía firme de su entidad. Pero  eso aquí tampoco sirve: porque entones tendrían que ser España todos los que hablan español oficial contemporáneo por el mundo; lo cual, por otro lado, no conviene. Así que en este reino del puro nombre estamos. A los hombres del ’98 todavía , dicen, les dolía España. A nosotros… sí, ¡qué coños!, equivoca al pueblo sin nombre (que nunca muere, que nunca ideal  ninguno reduce a Masa de Personas), lo engaña en su guerra contra la forma actual y verdadera del dominio, ésta de la Demotectiocracia y el Desarrollo. Asi que mejor que se sepa que no hay España, que no nos distraigan los fantasmas: porque hay un Imperio, presente y aplastante, contra el que han de luchar los pueblos de cualquier lengua; que al fin, todas son la misma.

¿Agustín García Calvo?

domingo, 17 de septiembre de 2017

MASA Y RAZÓN Agustín García Calvo

                                                         Illustration: Louise Richardson

 
                                                  MASA Y RAZÓN


vocabulario.6.

Hemos venido viendo cómo, a partir de cuestiones puramente lógicas como ‘¿Qué es?’, el propio ímpetu de la indagación obliga, cambiando a otras cuestiones, como ‘¿Hay?’ o ‘¿Cuántos?’, que no son tan puras, sino que se acercan a dotar a sus términos de algo semejante a la realidad, a que la cuestión misma se vaya convirtiendo de lógica en física: por un estremo, lo que se diga de términos ya de por sí formales o matemáticos, como ‘todo’ o ‘tres’ o hasta ‘23’ será lo que menos diga o, en fin, no diga nada, puesto que está ya dicho, y así “trilátero” para ‘triángulo’ o “indivisible” para ‘23’ estén vacíos en tal sentido y sirvan meramente como confirmatorios de su definición, mientras que, por el otro estremo, la aplicación de los términos ideales a cuantías brutas o sin número y a cosas indefinidas, o carentes en cualquier idioma vulgar de todo significado, será, en cambio, la práctica más nueva y creativa de realidades.

Que, bajo esto, quede latiendo una duda que no sólo turba el sentido común, sino que se presenta a la teoría física, con el problema de la ‘medida’, y obligando a veces a distinguir ‘verdades’ de ‘pruebas’ en las fórmulas, es algo que nos ha llevado en otra ocasión a descubrir que, cierto, la madre inmensa es capaz de aprender matemáticas para su formación, pero el matemático es tan solo Dios.

Así es como, por un proceso que funciona entre nosotros en los dos sentidos opuestos, el más puro ideal o astracción desnuda (pasando, digo, de ‘nada’ a ‘seña de nada’, o sea ‘punto’, indibujable, de ahí a punto como cruce de trazos, de ahí…) vienen a sentirse como ‘cosa’ palpable, mientras, en el otro sentido, sentimientos o sensaciones los más brutos y resistentes a toda denominación, van pasando de ahí a precisos y dominantes en uno u otro vocabulario y sociedad y propagándose la supuesta ‘masa’ o palabra como ideal, hasta que el amor, por ejemplo, más bestial y sensitivo se convierta en un objeto de la Fe y la Teoría.

Lo que importa, de momento, es no confundir estas imaginaciones (por así llamarlas) de la génesis o costitución del mundo con lo que está ya dado (y es lo primero que se nos da a los mortales) como realidad: en la cual no puede haber otra cosa, ni debe hablarse de ella, que la lucha entre la pura razón y la mera masa, la lucha en que las cosas de la realidad están realizadas o realizándose.




Agustín García Calvo. Publicado en La Razón

sábado, 1 de abril de 2017

Como pájaros voladores. Poesía. Por Carmen Pilar Corral Gómez






Como pájaros voladores, aquello


retenido en el silencio, se vuelve


aliento para la acrobacia.

Miles de estorninos imitan
la tristeza del gran viento,
suben, bajan, chillan a la par:
festejan a contratiempo.




Ilustración por Judith Kindler!


..."Bird Catcher"....

domingo, 5 de febrero de 2017

Del "Sermón de Dejar de Ser" por ¿Agustín García Calvo?

Illustration by
Stuart Sutcliffe


     (c)

     Pues a muchos oigo que lamentan las delicias
pasadas, lloran por los gozos de su antaño
perdidos, y hasta en medio del infierno hacen
144    que una tierna boca diga “No hay mayor tormento
que el acordarse en la miseria de otro tiempo
feliz”.     Tú no les oigas: ésos son los mismos
que te invitan a trabajar, sufrir, pasarlas negras
de momento, negociar, ahorrar, en la esperanza
de así alcanzar la felicidad mañana y luego
                la gloria eterna.     Acaso, con sus verbos, crean
                que hubo o que lo habrá o que puede haber un tiempo
feliz.     Pues no: yo no les acompaño en ese
desprecio de la memoria: cualesquiera gozos
que me vuelvan al acordarme de una cara linda
sonriente, de los olores de una vieja casa
156    olvidada, de unos labios que sin saber se abrían
de deseo, de una niebla con que el turbio río
abrigaba la tristeza de uno que asomaba
del puente, los recibo con agradecimiento
de mis carnes, como bálsamo de las miserias
                reales en que me halle hundido.     Y que no vive
                eso que se te recuerda ni después ni antes,
ni lleva fecha alguna escrita.     Ni mi nombre,
ni se sabe si ha del hondo de mi niñez brotado
o de la niñez del mundo: era algo ahora,
y ahora no es momento alguno.     Es la rotura
de la mentira, ahora mismo que lo digo,
168    del tiempo de calendario y de reloj que cuenta
desde mi muerte a casi ahora.     Y cada recuerdo
cualquiera que ha logrado atravesar por medio
de tanto estrépito y basura hasta tocarte
de nuevo el corazón, con ello ha demostrado
                    que era algo bueno, bueno.     Y no pertenecía
al orden y servicio de esto que te venden
por mundo.     Y que merece bien que lo agradezcas
y vivir te dejes del recuerdo que ni es tuyo
ni de nadie.
                  (c’)
                  Claro que eso te requiere, al paso,
que te desprendas de tí mismo.     Pero eso
es tan sencillo… Basta ya con que te mires
180    al espejo. Dí: ¿qué ves?     Ahí lo veo a uno
que algunas veces es más feo y es más viejo
de lo que a este lado yo lo soy, cuando otras veces,
según de mis ojos el humor o la luz que caiga,
aparece irisado y juvenil.     No te distraigas
con fantasías: lo que importa es que te aclares
de si es el mismo que tú ése o si eres otro.
     Pues, bueno, por un lado, es claro que es el mismo
que yo: cada pestañeo, cada temblorcillo
que yo haga, (¿ves?) lo va él haciendo al mismo tiempo
lo mismo.   Ya lo veo; pero ¿por otro lado?
    Por otro, no, yo no soy ése: ¡si es del todo
 192   al revés que yo! Que es que este anillo que yo llevo
en el anular de mi mano izquierda (mira) ése
lo lleva en su derecha, como si en el mundo
de tras el espejo no rigieran estas leyes
que en el nuestro.     ¿Sino precisamente las contrarias?
                      Acaso. Pero, a ver, hermano, ¿cómo quieres
que lo compare eso con esto y que decida
si soy el mismo o no, cuando eso es una imagen
tan sólo, y aquí somos realidad palpable?:
para eso habría de poder yo mismo verme
como a él lo veo.     Claro; y verte sin espejo
no sabes.     ¿Quién va a ver al que lo está a él viendo?:
204    no se puede.     No; y ya ves, hermano, sin embargo,
que te veo y que me ves, tu espejo yo, tú mío.
     Y ¿le pasa igual a esa mariposa misma
(su par de alas iguales, pero tan seguras
de ser siniestra y diestra que ni Dios podría
cambiarlas una en otra) si se mira en ese
charquito?     ¿Es que ella puede verse? Tú la ves
mirándose en el charquito y lo dices tú por ella:
si no estuvieras tú…
                               (d)
                                Yo, yo; si no estuviera
yo, y siempre yo. ¡Qué fe! Me estoy hartando mucho
de mí.