jueves, 18 de febrero de 2016

LENGUA NO TIENE SEXO.



LA LENGUA NO TIENE SEXO

     Sí, eso: la rebelión de las mujeres, que debía ser la primera y germen de todas (con el sometimiento de las mujeres se erige el Poder y la Historia empieza; la primera división de Clases es la de los Sexos), ha sufrido el mismo descarrío que las otras y si­guientes, de burgueses, de proletarios, de pueblos coloniales: que, en vez de alzarse contra el Señor (en este caso, el Hombre, representado por el Sexo Dominante), en vez de ir a deshacer el Poder, a ver qué otra cosa se inventaba por acá abajo, se ha dedi­cado a reclamar la participación en el Poder, la igualdad con los Señores, el derecho a seguir haciendo (Trabajo, Familia, Justicia y demás) las mismas pifias que ellos han hecho a lo largo de la Historia, a colaborar así en la perpetuación de la falsa Realidad, en la falsificación y dominación de lo que nos quedara de mujer, de sentido común y sentimientos.
Y, en consecuencia, las proclamas feministas (reclamaciones de igualdad de derechos, tesis socio-culturales y demás, que vie­nen cada día a engrosar la balumba de Literatura para el engaño, y lo mismo si proceden de pluma o boca de hombres que de mujeres: ¿no somos iguales todos?) siguen repitiendo las equivo­caciones y monsergas que eran ya viejas (y tan falsas como aho-ra) hace 40 o 50 años, cuando estaba el Dinero estableciendo en la Democracia Desarrollada su Régimen más propio.
     De esas equivocaciones, la más triste es aquélla de cuando lo/as feministo/as se vuelven contra el lenguaje, y, fijándose en algunos hechos de vocabulario (zona del lenguaje tan superficial que apenas es ya lenguaje, sino cultura y realidad; pero ¿en qué se iban a fijar?: lo superficial es lo cercano a la conciencia y los manejos personales, y a lo hondo y de veras del lenguaje, a la máquina subcosciente, común y no personal, a eso no llegan ni pueden verlo ellos, ni tampoco el Estado ni la Banca ni la Aca­demia), confunden esas cositas de diccionario con el lenguaje y declaran que el lenguaje es machista o patriarcal o masculino; mientras que, en cambio, respetan y acatan la Cultura y la Políti­ca y la Economía (que son todas machistas y patriarcales y mas­culinas), seguro que porque tienen nombre de mujer.
     Porque es que se fijan también en eso, poco menos superfi­cial, que tienen algunas lenguas en uso para la clasificación del vocabulario, eso del Género gramatical, y confunden tranquila­mente (cayendo en la insidia que ya los términos de la Gramáti­ca escolar les preparaba, al llamar a los Géneros Masculino y Fe­menino) el Género con el Sexo, como quien dice el culo con las témporas: el Género, que es de las palabras, no real, sino gra­matical, con el Sexo, que es, natural como pretesto, social en rea­lidad, de las Personas y su división en Clases.
    No atienden siquiera a que eso del Género Masculino/Fe­menino es algo idiomático, que muchas lenguas no conocen (y no por eso han de ser menos machistas las tribus correspondien­tes), no sólo de las estrañas y primitivas, sino el inglés mismo, que lo tiene reducido a los Personales de 3a de Singular, he/she, him/her, his/her, y se acabó. ¿Cómo se arreglarán los feministas de habla inglesa para reclamar contra el lenguaje? Que lo harán, sin duda, porque la equivocación es harto necesaria para el en­gaño de pueblo y mujeres en todo el Estado del Bienestar.
   Ni se dan cuenta, aun dentro de esta pequeña oficina de nuestra lengua, de cuántas utilidades diversas tiene la oposición de Género, por ejemplo, para distinguir calderos y calderas, los pozos de las pozas, los hoyos de las hoyas, sacos y sacas, castaños y castañas, el grito y la grita, el calor y la calor, cuando se distinguen, y desde luego sin relación ninguna con el Sexo.
Ni sé siquiera cuál es la doctrina ortodoxa ante el problema de si a una mujer es más feminista llamarla catedrático que cate­drática, doctor que doctora, juez que jueza, poeta que poetisa, o si viceversa.
   Mas no digamos si el pleito pasa a los irracionales: ¡qué re­vueltas (masculinas esta vez) contra el lenguaje no se estarán montando entre las zorras y las ranas y las moscas y las ballenas y las jirafas y las panteras!
No: la lengua no tiene sexo (si alguien toma la anfibología de la fórmula por lo lascivo, buen provecho le haga), y para verlo basta con no confundir la lengua con las jergas de la Cultura, de políticos, filósofos, literatos.
    Lo triste de la equivocación está en que, al revolverse las mujeres engañadas contra el lenguaje, lo que hacen es perder, para la rebelión contra el Poder, el sitio en que vive el pueblo, lo solo gratuito que a los humanos se les da, que no distingue de clases sexuales ni de ninguna clase.
   Pero, si a alguien le pica aún la curiosidad por eso del Géne­ro gramatical, no quiero tampoco ponerme imperioso y negar que algo tendrá que ver con la división en Sexos de la Sociedad. Eso es lo que, si me dejan, les contaré otro día.

Agustín García Calvo.

jueves, 4 de febrero de 2016

Contra el suicidio, con las cosas...




Lo mortal de esta ‘Vida’ es defenderla, traicionarla al hablar, que tú la sepas.


¡Qué palabrejos…, sobre los que cae tan gran conocimiento!
.

“Algo tiene que haber”, desconocido: no hace falta morirse, para sentirlo.

Para sentirlo...,
me hace falta tan sólo,
no ser el mismo.
.


Yo no me mato, que la muerte la llevo siempre arrastrando: mucho la cargo.


Y no les miento,
tiene gran gentileza
irse muriendo.
 .



Qué lacra que esto del hablar sea sólo para defender la vida, a tal punto que se defienda también el derecho de su muerte.

Hasta con el suicidio, triunfa el alma, lo que todavía no sabemos es a qué precio (de algo que quede por ahí de vida desconocida).

La palabras en cuanto son las que son: la muerte, muerte; y la vida, vida sin entremezclarse ni bailar como esta en copla, de Isabel Escudero: Se abre el capullo / tan de sorpresa; / ya la rosa a morir / despierta, algo que sin el juego necesario y vital para la gracia de la vida, es muerte.

Era en lo perdido de no saber qué era la vida, qué era mi deseo, donde podíamos encontrar algo verdadero, en la pura negación.

Contra la muerte, deshacerse en las cosas.

Que uno se haga idea de la muerte, y de la vida es ya matador, y no necesitamos de genocidios para que nos lo demuestren. Los genocidios y la ideas andan de la mano. No nos hace falta de estas exageradas expresiones de la vida para que nos expliquen ellas que era la muerte. No nos hace falta.

Se hacen una idea de la muerte. Se creen que saben lo que hacen. Se cree uno que maneja su muerte a voluntad. Y así se cumple la empresa por planeamiento y realización, como las demás empresas.

Es una aberración creer que la muerte es manejable. Este engaño es especialmente conmovedor en estos casos. Para manejar la muerte es preciso saber qué es.

Aquí se trata de la muerte verdadera, la de uno mismo. Este engaño revela todo el engaño general respecto a la creencia en voluntad propia, decisión, saber y ciencia.

Igual que puede creer uno que puede igual se le puede vender su propia muerte, como solución o lo que sea, pero como acto voluntario.

Que se meta en los corazones esta idea está en relación con la aparición de las muertes contadas en números, las muertes contadas en los Medios (v. La de los autos por ejemplo).

Cuando se nos acostumbra a considerar y hacerse ideas de las muertes así, y como cada uno es un elemento de ese conjunto, entonces la muerte de cada uno se contagia de esas muertes contadas y así se puede llegar a eso de creer (no sentir) que se sabe lo que es la muerte, la mía.

Ilusiones. Ilusiones indispensables para el buen manejo de las Almas por Capital y Estado. El suicidio es una cuestión política, no moral. La muerte de uno, es una muerte pública, una cuestión política.

La realización imposible del deseo. La manifestación extrema de la voluntad con su eliminación a costa del "cuerpo", pobrecillo!. Ahí se ve que estaban en guerra!

...

COMPARACIÓN CON EL CASO DEL SUICIDIO EN GENERAL.- LA QUEMA DE LA PERSONA COMO REVELACIÓN DE LA MODALIDAD INCENDIARIA DE DIOS Y DEL ESTADO.


Se trata en último término, desde luego, del mismo movimiento contradictorio con que tan lúcidamente se describe el suicidio en los versos de Lucrecio como un movimiento de huída hacia aquello de lo que huyo
 
 “Y aun a menudo a tal punto, por miedo a la muerte, a la vida 
odio le cogen tal y a ver la luz los humanos 
que ellos mismos se dan con amargo pecho la muerte, 
ya olvidados que fuente a sus cuitas era ese miedo”, 


sólo que además aquí era el miedo a la Muerte comunal y pública lo que se manifestaba como imposibilidad de la vida individual; y mi propia incapacidad de soportar el crimen del Estado Me declara solidario con el Estado y responsable de su crimen: juez, acusador, verdugo y reo todo en uno; víctima y sacerdote y divinidad también. Pero, en todo caso, es esta modalidad de ser caótica y llameante que hoy el Mundo parece tomar para sustentarse la que se revela en el caos del Alma más consciente y en la quema del propio cuerpo. Y aun puede decirse que todo suicidio tiene algo del de Eróstrato, y que el muchacho que se abrasa en la plaza pública puede abrasar su cuerpo (que para eso es suyo, el pobre), pero no su Nombre o Ser o Alma, que por el contrario sale del incendio entero y renovado como el ave fénix, y el quemarse es sencillamente uno de los modos de que un joven dispone para consolidar su personalidad y, como se dice, realizarse; pero, al quemarse, quema el Templo, y con ello no se nos revela sino la verdad del caos y el incendio universal, que no son más que recursos extremos de confirmación de Dios y del Estado.


Del Comunicado Urgente Contra el Despilfarro,
este anónimo libro, sacamos esta nota.