.
Pasó la tormenta
de primavera,
creció el río y pudimos
ver en él al retirarse
los despojos,
polución de aguas
y basura,
en el inmenso mar
de los ríos. Todo
era basura.
La luna quedó
vuelta
telarañas de sol
y un helado frío
nos recorría
las voces muertas
de aquello muerto,
en un silencio
mudo. Era el Faraón
de la Corte, que nos pedía
las cuentas:
de tu cordura, en mi locura.
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