jueves, 6 de marzo de 2014

SE LO VA UNO COMIENDO TODO


¿Agustín García Calvo?
4 Junio 12 - 

Pero ya, al salir de la doble boca del túnel al bosque de Valorio, ahí está mi otra vecina zumbándome al oído: –Óyela, don Armando, si quieres, cómo se lamenta y se compadece también de las ruinas de capitales y de empresas y del fallo de estados y de tiempos: es muy humano en ella, pero no dejes de oír a la vez lo que por bajo sopla de allá, de lo poco de bosque que nos queda. –¿Cómo es eso? –Lo que has oído: se lo va uno comiendo todo. –¿Cómo «todo», Queti? –Que sea por vía natural o por la otra, lo que es esa ley de la existencia no consiste más que en eso: que se comen unas a otras, que nos vamos igual comiendo unos a otros, sin que nuestras numeraciones de siglos o jornadas quiten nada de esa simple y cruda verdad. Tú ¿no te quedas algunas veces, Armando, viendo en el televisor los grandes documentales de vidas, principalmente de animales? –Tal vez, prima, en mi caso cuentas con mecanismos de obediencia a los relojes del Orbe que no reconozco en mí. Pero, bueno, algo de esos documentales me he visto a veces. Lo que pasa es que me aburrían o me desinteresaban demasiado. Y, por ejemplo, cuando algunos leones viejos, al deshacerse la manada, se iban por ahí perdiendo, no nos decían lo que más le importaba a uno, dónde y cómo iban a encontrar su muerte. Pero, ¿adónde querías ir tú por ahí? –Ahí se te enseña bien lo que es eso de comerse unos a otros, grandes masas de flores, caras pálidas o morenas: ¿cómo puede no interesarte sentir qué es eso de la vida? –Es que, la verdad, me daba cuenta en seguida de que, jugando con las maravillosas tomas de imágenes, sin embargo la sintaxis, la narración, la intención con que las enlazaban, eran, como siempre, las nuestras, demasiado humanas. –O sea… –Más del reino del dinero que del de la sangre. –Pero, bueno, ¿qué andáis tramando ahí vosotros dos?: ¿es que vais a negarme, que lo primero, naturalmente, es el pasto, la sangre, la vida, los istintos, y que luego, a partir de ahí, se desarrollan nuestras industrias, leyes y pasiones, que siguen siendo tan naturales como las de los otros? –O sea… –Lo de comernos los unos a los otros como ley universal. –Bueno, queridas vecinas, si queréis oírme, sentémonos a la sombra de ese parral, y vamos a ver en qué se deshace la disputa.

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