jueves, 6 de marzo de 2014

Con Sabela García Ballesteros en la obra "Pasión", de Agustín García Calvo, representada en Zamora.


Con Sabela Garcia Ballesteros en la obra "Pasión" de Agustín García Calvo, representada en Zamora.


MA. ¿Qué es esto que me han dejado caer
sobre las rodillas? ¿Acaso
quieren que lo acune y lo arrulle otra vez
y lo vuelva a meter en mi vientre?
¿Quién eres tú? Hijo te quiero llamar,
y no puedo: muñeco tan grande,
roto, descosido, unos ojos sin luz,
una lengua sin voz que farfulla
babeando y no sé qué me quiere decir,
¿cómo quieren que llame yo a esto
hijo mío? Mi hijo era un grano de anís
que se hinchó hasta volverme redonda,
que como un retoño de fresno creció,
que de mes en mes le tenía
que alargar las camisas, que ya con oír
crujir sus zapatos de hombre
por la escalera o la sala, sin más
se llenaba la casa vacía;
y que fuera grande quería yo, sí:
nadie diga que yo entre las faldas
quisiera guardarlo: que fuera el mayor
de la clase y la ronda; y te juro,
títere infeliz, que a mí, cada vez
que te daban un premio en la cancha
o el centro, orgullo me entraba por tí,
y hasta, cuando veía las chicas
como moscas al palo pegándose a tí
y enviándote esquelas en rosa,
mi orgullo era más que los celos y más
que cualquier temor de perderte;
hasta que se alzó la cucaña de Dios
en mitad de la plaza del pueblo
y en el seso la idea se te hubo de hincar
de llegar el primero a la punta:
¡maldito el que te hizo creer que tu fin
era el oro del triunfo y ascenso,
y te trajo a caer a este mísero fin,
este monigote de gloria!
¡Maldito, quien fuera, el que inventó
deporte ni competiciones,
el que vació tu vida y tu amor,
para que lo llenaras con esta
estúpida hazaña! ¡Maldito tú, Dios,
en mitad de la plaza del pueblo
y en el seso la idea se te hubo de hincar
de llegar el primero a la punta:
¡maldito el que te hizo creer que tu fin
era el oro del triunfo y ascenso,
y te trajo a caer a este mísero fin,
este monigote de gloria!
¡Maldito, quien fuera, el que inventó
deporte ni competiciones,
el que vació tu vida y tu amor,
para que lo llenaras con esta
estúpida hazaña! ¡Maldito tú, Dios,
y mil veces te escupo a lo alto,
que mandaste que fuese una madre yo,
para hacerme ser madre de esto!





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