miércoles, 18 de diciembre de 2013

DE MUJERES Y DE HOMBRES. ¿Agustín García Calvo? . DE LA RAZÓN COMÚN.




DE MUJERES Y DE HOMBRES.

 ¿Agustín García Calvo?



Cualquier guerra tiene un cariz "fascista" (violento), ya que gustan de usar esta palabra, a mí no, confunde demasiado para un lado que no es. Cualquier guerra tiene sus defensores de Estado, tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra ¿Qué diferencia hay entre de que esa defensa venga del Estado de arriba, llamado Nación, o que venga de el Estado de "uno" como persona con nombre y apellido, y sueños al portador? Hablamos de lo mismo. y en esa guerra Razón Común hiere al más pintao. (¿Agustín García Calvo?, "De MUJERES Y De HOMBRES...")

RESENTACIÓN:.

  1. Del 26 Novienbre de 1998 al 23 de Junio de 1999, en el diario LA RAZÓN y en su página “Otras razones”, Miércoles tras Miércoles (con solo el salto, por razones técnicas, del 9 de Diciembre), ya que ¿cómo se podía, en tales trances, desobedecer al Señor en su primera istitución del mundo, la Semana?, se vinieron publicando estos articulillos, que, sin haberlo yo previsto ni planteado mucho, fueron tomando una traza de serie, bastante ordenada y congruente, dedicada a la cuestión de la mujeres, de los 2 Sexos y del Sexo, volviendo a veces sobre lo escrito en publicaciones anteriores, principalmente El Amor y los 2 Sexos, Contra la pareja y el de Dios, y otras veces descubriéndole nuevos recovecos y conexiones, hallazgos de las interminables falsedades que entorno a estos misterios se reproducen costantemente, para intentar dejarlas con el culo al aire. No quita esa ordenación que, al publicarlos ahora en breve libro, deba quizá disculparme con los lectores, repeticiones y vueltas a retomar el hilo propias de la condición periodística y semanal a qué se sometían, y que no sé, sin embargo, si a los lectores de la serie seguida les harán alguna gracia y ne agradecerán el que los deje así, sin retocaros más que para limpiarlos de erratas y descuidos. Sea como sea, les deseo a los que leyeren, hartos como los imagino de literaturas y de ilusiones televisivas de futuro, que los pespuntes y cabriolas de estas letras les despierten algo de lo que en ellos sigue vivo (niño, mujer, pueblo) por debajo de la Realidad: si puede la razón desmandada (como la cación no vendida) liberar algo de alegría en medio de este triste Estado de servidumbre, puede, a su vez, esa alegria seguir animando a la razón a decirle “No” a eso que le venden como vida. 

Junio ´99

DE LA RAZÓN COMÚN

Uno de los motivos o disculpas con los que me he decidido a aceptar la invitación de volver a colaborar en Diarios que en éste de LA RAZÓN se me ofrecía, aparte de los muchos reproches que me había ido llegando de que abandonara un Medio tan poderoso de alcanzar a muchos lectores, en especial de los no bien formados ni conformes, que seguía comprando algún Diario, para busca, en vano, si acaso algún día aparece en ellos algo que no sea lo de siempre , aparte de eso, ha sido también el nombre que éste se ha elegido.

No que piense yo ni por un momento que pueda este Diario representar de veras la razón mejor que cualesquiera de los otros que se venden; pero es que, de todos modos, la sola elección del nombre puede, en alguna pequeña medida, obligar y comprometer. Y, así como a menudo me muevo entre gente que se titulan de ácratas o anárquicos, a sabiendas de que ni una persona ni una asociación de Personas pueda de verdad ser anárquica ni ácrata, de verdad decirle “No al Poder”, que en él yace sepulto, pero presto una y otra vez a resucitar, así también, aunque realistamente sepa cómo tiene que ser al fin este Diario, si ha de ser compatible con el Régimen que padecemos y bajo Él venderse, aun así, su nombre debe comprometer en algo a los que lo hacen y han querido llamarlo de ese modo, y darme pie para, en este recuadro que me ofrecen, recordarle un día y otro lo que quiere decir ’razón’.
Que la razón, como aquel “No”, nunca puede ser tampoco propiedad de empresa ni Persona alguna, ya que justamente la razón se vuelve una y otra vez, si se la deja, contra toda Empresa o Estado o contra la Persona misma, que es en la que este Régimen de la Democracia funda su fe y su poder; porque es que Persona, Empresa, Nación, etcétera, necesitan lo primero una idea en lo que sustentarse y con que justificarse y armarse contra la gente, y he aquí, que la razón se levanta una y otra vez contra las ideas y descubre incansablemente la mentira de cada idea y de las ideas todas.
No quiero acordarme de cómo, cada vez que la razón descubre esas falsedades y dice “No” a la Realidad que sobre ellas se sostiene, suele luego cada vez resultar ella misma asimilada en forma de otra idea y de otra fe (racional o filosófica o científica o económica, por ejemplo) y quedar así dispuesta para contríbuir al mercado de la realidades y a que sigan las Empresas y el Mundo y la Personas cambiando para seguir igual. No quiero, en especial, acordarme de la vez que esto se produjo, en la Historia más reciente, de la manera más flagrante y esplendorosa, cuando, tras la Revolución de fines del XVIII, se dejó la razón erigir como nuevo ideario, y ponerse así al servicio del nuevo Poder, que no podía sino ser el mismo, convertida en la Razón mayúscula, con la mayúscula que en la escritura corresponde a Dios y a sus sucesivas epifanías.
Prefiero, en cambio, acordarme de que ‘razón’, sin embargo, no es un término de la jerga culta y filosófica, sino de la lengua corriente y moliente, y que en castellano viejo una razón (por ejemplo, una ‘razón de amor’) era, y es, no sólo un razonamiento o argumento, sino igual un cuento, un recado, un diálogo, una retahila más o menos libre: que, en suma, era la razón no otra cosa que el lenguaje corriente y moliente mismo, el que habla cuando se le deja.
Y, con ello, invito desde aquí, a los lectores a que se dejen hablar un poco, aunque sea por escrito, y que me manden a la redacción de este periódico cualquiera ocurrencias que les vengan a propósito de algún caso de las falsificaciones más hirientes con que se topen cada día en la costitución de la Realidad, y que así me ayuden a ver si puedo seguir adelante con este ambiguo intento de que, al aceptar en este Diario un hueco, hable aquí por medio de mí algo de la gente y de la razón común.

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