lunes, 15 de diciembre de 2014

CONTRA BERGAMÍN (MARTINETES) Isabel Escudero





   El nacionalismo patriótico mira al porvenir; el matriótico, al pasado. El nacionalismo que sólo mira a lo presente es un nacionalismo mortal: un patrioterismo y matrioterismo suicida.



     Antonio Machado, menos sevillano que su hermano Manuel, menos puro poeta cuando se castellanizaba demasiado, decía que un andaluz andalucista es un andaluz de tercera clase; pero se equivocaba: porque si ser andalucista en un andaluz es querer muy expresa y expresivamente parecerlo, es andaluz lo es, al parecer, mucho más andaluz mientras más lo parece. “la mujer ha de ser buena –y parecerlo que es más”, escribió Cervantes (suponemos que en Sevilla). Al andaluz, bueno o malo, no le basta ser andaluz, sino parecerlo, que es más- y mejor.



    Lo que piensa el hombre del amor –le decía una mujer a su propia cabeza encantadora- yo nunca lo entiendo. Si lo entendieras –le respondió su cabeza vana- no serías una mujer; una mujer que entiende lo que el hombre piensa del amor no merece llamarse una mujer: porque no merece sentirlo.



   La frase ingeniosa, y, al parecer, irreverente, creo que de Barbey d´Aurevilly, diciéndonos que Santa Teresa flirteaba con Nuestro Señor Jesucristo, tiene verdadero sentido espiritual y profunda resonancia católica cuando la españolizamos de nuevo, entendiendo que, para la mujer española, aristócrata, burguesa o popular: dama o petimetra o currutuca; maja o manola; señorita o chula; el flirteo ha sido siempre una pasión amorosa exhaustiva de la feminidad: el más delicado y violento barroquismo de la coquetería.



   Si el humanismo de los humanistas fue un inhumano escamoteo del hombre; como el liberalismo de los liberales un servil escamoteo de la libertad. Y como el feminismo, de la feminidad: un servil e inhumano escamoteo de la mujer. Escamoteo gramatical y retórico. En definitiva, charlatanismo charlatino.



   El hombre sólo es hombre de veras, como cantaba Píndaro, cuando aprende cuando aprende a serlo de verdad sexualmente diferenciado. La mujer, lo mismo. El androginismo tan característico de nuestra época trueca estos aprendizajes propios haciéndolos comunes o comunicables. Que la mujer se dedica al aprendizaje de varón es cosa que salta a la vista... Y que el hombre a un aprendizaje femenino si no nos parece tan evidente es porque nos lo enmascara con “machismo” feminizante; por ejemplo, el abusivo y enteramente feminista del naturalismo y los deportes.



   El hombre es hombre –decía Scheler- cuando dice que no a la vida. ¿Y la mujer, mujer, cuando dice que sí a la muerte?



   El hombre es una pregunta. La mujer es una respuesta. El enigma equívoco de la feminidad en la mujer moderna es que se adelanta a ofrecerse  como respuesta, sin esperar a ser preguntada.



   La mayoría de los matrimonios modernos se rigen por la ley del divorcio preestablecido.



   “El hombre no es un animal racional”, afirma Merleau-Ponty. Exacto. Porque no puede ser un animal por más que quiera. ¿La mujer tampoco? Pues parecería que el misterio enigmático de la mujer es haber quedado pendiente de una solución definitiva entre la animalidad y el hombre. Es lo que se llama fabulosamente la tentación de Eva.



   “La monogamia para el hombre es un pecado contra natura” –me decía un filósofo- “como la poligamia para la mujer”. “Suponiendo”  –le respondí- “que el hombre y la mujer sean de la misma naturaleza, que pertenezcan a una misma especie natural. Suposición bastante dudosa y arriesgada”.



   Decía el ingenioso madrileño Jacinto Benavente “que la mujer, considerada por sí misma, es muy superior al hombre; pero que es muy inferior al perro considerada como compañero del hombre”. Afortunadamente, los perros no hablan, pensamos nosotros.



   Si la música..., digo, la mujer, dijera la verdad, mentiría.



   La egolatría es naturalmente femenina. Cuando se corrobora en figura de mujer adquiere su expresión veraz: exhibicionista, gesticulante, teatralizada por un marimacho espectacular de comedianta.



   “Serás como Dios”, o “como dioses”, le dijo al hombre el tentador satánico. Pero no se lo dijo a la mujer. Por eso hay tantísimas  mujeres que quisieran ser “como el hombre”: o, mejor diríamos, “como hombres. Y se equivocan mortalmente al rechazar sus privilegios divinos para poder tener “derechos humanos”.

 

   La mujer no puede tener derechos humanos (ni sus obligaciones correspondientes, por supuesto). Tiene privilegios divinos. Como la niñez. Y tal vez la vejez.



   El exhibicionismo de la mujer desnuda en el escenario o la pantalla no es pornográfico; es agresivamente anafrodisíaco. No peca solamente contra el amor, sino contra el puro deseo erótico: contra el misterio sobrenatural del sexo. Schopenhauer diría que interrumpe o impide la “meditación del genio de la especie”.



   La religiosidad de la mujer es superior, estéticamente, a la del hombre, por que no es más que un espectáculo.



   La belleza de la piedad, en la mujer, nace de su inutilidad. Por eso es completamente desinteresada.



   La mujer no sobra en la iglesia, porque forma parte del culto.



   El encanto de la mujer en el arrepentimiento se debe a su pureza, porque, en ellas, es el pecado quien se arrepiente de sí mismo.



   No os golpeéis vuestro pecho delicado, encantadoras penitentes, ni os arrebujéis, sollozantes, en el susurro misterioso de la confesión. ¿Para qué, si en vosotras el pecado y la gracia van siempre juntos?



   Una mujer que no se hace esclava de un hombre solamente, lo es de todos.



   No deis ni recibáis ninguna caricia de amor que no provenga de una violencia o de una fuerza contenida. Sólo una mano fuerte puede acariciar con blandura.



   El amor verdadero es acariciador y violento; nadie ama tan delicadamente como las fieras.



   El hombre procede de la naturaleza; la mujer es todavía naturaleza.



   La personalidad de la mujer es un resultado de la cultura, como el paisaje; el hombre los ha humanizado.



   Para la mujer, civilización es domesticidad.



  Se dice de un animal que es inteligente, y también se dice de una mujer; pero en ninguno de los dos casos suele ser apropiado decirlo. Claro está que por muy distinto motivo.

  

  Que las mujeres se pinten indica más que nada su falta de civilización. Los salvajes también se pintan. Sólo que lo hacen mucho mejor, pintándose redondeles y rayas, arbitrariamente, mientras que las mujeres se pintan imitando del natural.



   La femineidad es mimética: artificiosamente natural.



   Los hombres para vivir se hacen ideales: las mujeres se hacen ilusiones.



  Las últimas Tules y los últimos tules coincidieron mentirosamente en un mismo afán supersticioso y serpentino, salomónico y saloménico: mágico, ilusorio, impúdico y danzante. (A bombo y platillo de Ricardo Straus.) Empeño turbiamente sexual, falsamente profético. El ombligo del mundo: danza del vientre y séptimo velo; o la Biblia al revés. Enigma de una esfinge de cartón pintado y pluma de serpiente con cascabeles: Freud y su bufón. O sus bufones.

Bibliografía:

-         Aforismos de la cabeza parlante.
-         El cohete y la estrella.
-         Las ideas liebres.
                           -       La cabeza a pájaros.

sábado, 13 de diciembre de 2014

PALABRAS CONTRA NEURONAS




PALABRAS CONTRA NEURONAS
 ¿Agustín García Calvo?
De ‘De viva voz’  2003

Me trasmiten amigos, de páginas de divulgación científica de algún Rotativo que otro, declaraciones que soltara por ahí un gran biólogo, Premio Nóbel por cierto (¿dónde andarán los tiempos en que, de muchacho, ese Premio se me aparecía venerado y seña suprema de proezas del ingenio y del bien hacer? Menos mal que me dí cuenta a tiempo de por dónde iba el progreso de la Cultura, que ha llegado ya al punto en que los Grandes Premios, Nóbel, Óscar o Beatificación Pontificia, se han convertido en un criterio casi seguro de la inanidad, inoperancia, servicio al Futuro del Régimen y falsedad, de aquello en lo que recaigan ésos u otros de los Grandes Premios de las Artes y las Ciencias), el cual, por lo visto, dictaminaba, con esa seguridad que ustedes ven en la cara de todo Alto Ejecutivo, acerca de cuestiones como (a) que son las neuronas humanas las que no saben reproducirse y ello se debe a que tenemos que tener una memoria larga de muchos años (no sé si diría siglos), (b) que eso de que ciertas funciones, si la parte correspondiente del cerebro se estropea, puedan aprovechar otra parte para seguirse realizando es cosa que se produce gracias a ciertas synápsies entre neuronas, pero que están severamente limitadas por condiciones del organismo y su desarrollo, (c) que así, a eso de los 11 años, ya no se producen synápsies nuevas, y que (d), por tanto, no se puede ya más tarde aprender a hablar una lengua "sin acento", o sea sin las peculiaridades que denuncian al estranjero.
No sé cuánto de esacto habrá quedado, a través de la noticia de mis amigos, del intermedio de los periodistas y de la propia elocución vulgarizante del biólogo (lo de synápsies lo escribo yo así, "en griego, para mayor claridad", como dice el don Hermógenes de Moratín), pero tampoco importa demasiado, porque aquí de lo que se trata es de tomar esas declaraciones como ejemplo ilustre de la doctrina y confusión que cunde por toda partes en la Ciencia. Se trata, en suma, de dictar Leyes del organismo (aunque sea humano, el pobre) que condicionan cualquier cosa de las que puedan hacerse ni decirse, que someten todo a esas Leyes, supuestamente físicas, como, en el caso (c), lo de 'pubertad' u '12 años'. Y, pese a que nuestros biólogos viven en el mismo mundo en que algunos físicos, honestos o locos por obra de la propia investigación, siguen debatiéndose con el problema de que 'el observador', el acto de observación (y aun quizá el cálculo mismo) no pueden menos de entrar también en la configuración de 'lo observado', y pese a que hasta ese biólogo, en (a), parece decir que es una necesidad de la Historia, de una memoria histórica (y de un Tiempo de inversiones a largo plazo), lo que paraliza la facultad de reproducirse de las neuronas, sin embargo, el caso es que, en definitiva, son las neuronas las que mandan, y la relación del organismo "físico" con sus funciones se toma sólo en uno de los dos sentidos de esa synápsis o conexión: las neuronas son la causa. Y ni siquiera se acuerdan de aquello que en el diálogo de Platón suena, que es el invento de la escritura lo que acorta y amortece nuestra memoria.
Por cierto que, tocante a (d), he conocido yo a una que, sabiendo sólo y malamente francés escrito, al caer y quedar en Francia a sus cuarentaytantos, al cabo de dos años hablaba, según testimonio de franceses que la oían, "sin acento". ¿Será que la pubertad se le había retrasado enormemente y seguía teniendo synápsies de neuronas? No, señores; y oigan el secreto de por qué la mayoría de los adultos, como el portugués del chascarrillo, no aprenden bien una lengua nueva: eso que llaman, muy mal, "acento'' consiste en que no han entendido (para luego dejarlo sumirse en la subcosciencia) el convenio del nuevo sistema, fonemas y prosodias por ejemplo (todos entes astractos y convencionales), y tratan de seguir adaptándolo al convenio gramatical, fonemas o prosodias, de su lengua propia. Así no hay quien hable, y las peculiaridades acústicas no son más que manifestación de esa falta de desprendimiento del convenio astracto de uno para entrar en otro. Lo cual no tiene que ver con las neuronas; ni con la edad: pues, si bien, mayoritariamente, la Persona o Alma (no, no las neuronas) tiende a endurecerse con los años, la facultad de desprenderse del convenio idiomático en que se ha formado, de abandonar la Fe, está ahí siempre abierta.

EL TREN PUEDE MÁS. Agustín García Calvo





Coordinadora Estatal
en Defensa del Ferrocarril 
Agustín García Calvo 
Madrid, 7 de mayo de 1986

                                                                                  Nota previa


Reproducimos aquí el texto del «Manifiesto de la Coordina­dora en Defensa del Ferrocarril», escrito por Agustín García Cal­vo, como declaración de amor al tren, y por cierto, no declara­ción positiva, o sea, falsa, como él mismo dijo en otra parte («que la declaración de tu amor sea sólo el No de tu odio»), sino de ese amor que se levanta contra aquello que lo impide y lo mata: el Capital, el Estado, el Dinero, el Automóvil, la Gasolina, la susti­tución del camino por el Destino, la conversión de la vida en Tiempo vacío...



También se levanta contra la reducción del tren a lirismo y cultura, que es otro modo sutil de matarlo (por lo cual también esta republicación en una revista de Pensamiento será para él un albur: o la revista sirve acaso para la estensión del Manifiesto en­tre otros públicos o el Manifiesto queda integrado como objeto cultural en la revista), por eso ataca a esa Moral (Política) que des­de pequeñitos nos impone una idea de oposición entre lo útil y lo agradable.



1. Razones de la lucha por el tren y la vía férrea



No se lucha por el ferrocarril por aquello de que sea bonito, romántico, del tiempo de los abuelos, y demás piropos envenenados que  le digan Ellos, los que querrían, desde Arriba, condenarlo a la His­toria y los Museos. ¡Museo y tumba para Ellos!



No se lucha por el ferrocarril tampoco porque seamos ferrovia­rios y nuestros intereses laborales estén ligados a su mantenimiento y desarrollo: de las reivindicaciones laborales de los ferroviarios ya se ocupan, a su manera, los Sindica­tos. Aquí se trata de otra lucha. Y esta coordinadora tiene cierta­mente entre sus hombres ferrovia­rios, que, como tales, conocen más de cerca los poderes y funciones del tren y de la vía, y conocen también los mecanismos de lucro y mala ad­ministración que, desde Arriba, im­piden el desenvolvimiento y mejo­ra del ferrocarril; pero están tam­bién en ella otros que no son ferro­viarios, sino usuarios del tren y ciu­dadanos que sienten el desastre de la vigente política de transportes.



No estaríamos metidos en tal contienda ni nos pondríamos ahora a hablarle de ella al público, si no fuera por la simple razón de que el ferrocarril es útil y práctico, ahora y para todo el mundo; y son, por tanto, razones de utilidad, frente a la inutilidad y daño de los medios de transporte impuestos desde Arri­ba, las que alientan esta lucha, en la que se invita a participar a más gente que no quiera seguir dejándo­se engañar en este asunto.




2.  Fundamento de esta lucha en el poder y utilidad del ferrocarril



El tren y la vía férrea son el in­vento capaz y poderoso para resol­ver cualesquiera de los problemas de transporte de viajeros o de mer­cancías que puedan presentarse.



Aún en la situación presente, en que la imposición de medios de transporte inferiores ha venido im­pidiendo y desviando el desarrollo de las posibilidades ilimitadas que el ferrocarril en sí tiene, la superio­ridad del invento es evidente para cualquiera: en la urbe, una red de tranvías y ferrocarriles subterrá­neos es capaz de resolver limpia­mente, dejando las calles habita­bles y respirables para la gente, cualesquiera exigencias de circula­ción, a un coste siempre económico frente al barullo torpe y asfixiante del tráfico urbano que irracional­mente se nos impone. En el trans­porte por los campos, basta compa­rar las ineficacias y molestias re­cuas de camiones machacando au­topista con el simple y poderoso tren de mercancías que puede en un momento reemplazar a la recua en­tera; o recordar el infierno del trá­fico de autos, con las cifras de muertos que lo adornan (cifras in­herentes a la estupidez misma del procedimiento, incorregibles con todas las medidas que se tomen para ordenar el caos) y pensar la fa­cilidad con que el desarrollo nor­mal de tramos de vía férrea y de do­ble vía y la multiplicación de tre­nes que haga falta pueden eliminar el enorme costo y tormento de las cansadas carreteras y caravanas de automóviles


    3.  Equivocación del progreso y venta de un futuro falso



Parece como si lo que Ellos pretendieran fuese la conversión de los campos en desiertos (esas esta­ciones estúpidamente abandona­das, que daban vida a tantos pue­blos) y de las ciudades en conglo­merados de bloques y de pistas, donde sólo pueden vivir los auto­móviles. Y quieren hacer creer a la gente que eso es necesario, que es lo que los tiempos mandan, y que a tal futuro estamos condenados.



Reina una equivocación de la idea de 'progreso': era progreso in­ventar y mejorar las máquinas que servían para el uso y disfrute de la gente, para aliviar sus trabajos y hacer placenteras sus andanzas: el dominio del Estado y el Capital ha vuelto del revés la cosa, y converti­da la idea de 'progreso' (o de 'de­sarrollo') en medio de renovar las formas de esclavitud, hace que la imposición y venta y atenciones de más y más máquinas inútiles vuel­va cada vez más agobiantes el tra­bajo y la diversión al mismo tiem­po.



Y esa equivocación y engaño quieren Ellos hacérnoslo pasar por Futuro inevitable, por Destino de la Humanidad. Y todavía, cuando ya el acelerado agotamiento de sus re­cursos de venta de inutilidades les fuerza a multiplicar a toda prisa sus despilfarros y la idiotez de la burocracia y propaganda que los promueven, quieren seguir ven­diéndonos como dinámica marcha hacia el Futuro lo que no son más que espasmos de una economía y política decrépita y enloquecida.



Pero acá abajo sabemos que no hay ningún Futuro ni nada fatal en ello, sino intereses de Capital y Es­tado, que ya sólo por el despilfarro acelerado pueden sostenerse y a los que la mentira sirve. Y es contra esos intereses y mentira contra los que defendemos el ferrocarril, ata­cando la imposición de medios de transporte más inhábiles y menos poderosos, pero que no lo dejan desarrollarse según sus posibilidades de utilidad para la gente.



Contra la idea de un Futuro trazado de antemano, levantamos la voz para clamar que hay vías que no están trazadas, que no hay más caminos que los que vayamos abriendo en lo desconocido.





4. La mentira de la libertad personal con auto, y cómo la imposición se convierte en gusto personal



La gran ventaja con que la pro­paganda trata de seguir imponien­do el automóvil (con dispendios mi­llonarios ya sólo de propaganda para mantener la fe en que siguen saliendo autos nuevos y hay por tanto que comprarse otro) consiste en aquello de que el auto sirve para la libertad personal, para que cada uno vaya adonde quiera. La menti­ra de esa pretensión (muy propia, por cierto, de la falsificación de la noción de 'libertad' en los regíme­nes democráticos) estalla ya a los ojos de cualquiera, especialmente si es uno a quien le han vendido otro cochecito personal y ha expe­rimentado la esclavitud que con él le han vendido. Ya es hora de pro­clamar lo que cualquiera siente: que el auto nos condena a todos a ser chóferes y mecánicos, sirvientes del dominio y el engaño: el tren nos vuelve a todos libres y señores.



Pero es que la imposición des­de Arriba de esa falsificación del Progreso y de los medios de trans­porte más inútiles se realiza sobre todo por medio del siguiente truco: la implantación de la idea en el almita de cada súbdito y cliente, de modo que él crea que la idea y los gustos que allí se le han imbuido son su idea y sus gustos propios y personales de cada uno. Esto es lo que hace más difícil esta lucha por el tren y la vía férrea contra los me­dios de transporte inferiores im­puestos a las poblaciones, contra el auto y sus autopistas y también contra el empeño en desarrollar fuera de necesidad el avión mismo.





Pero también en contra de esa dificultad de que cada individuo de las masas tenga que creer personal­mente lo que le mandan y que pue­da llegar a contestar tan convenci­do que a él le gusta el auto, y el au­tocar con vídeo, y el ambiente de aeropuerto y las filas de camiones por la noche, contra eso de que el enorme peso de los intereses de Arriba se traduzcan en gusto y en idea dentro de cada alma, también contra eso se levantan nuestras vo­ces y nuestros brazos.



5. Que la guerra por los mejores medios de transporte es posible hoy y siempre



   Y esta guerra por devolver a la gente los medios de transporte úti­les, que es guerra por un progreso verdadero, a pesar de las presiones que de Arriba se ejerzan y del en­gaño que domine en cada número de la Masa, esta guerra no está per­dida hasta que se pierda.



Más bien, en estos días, la ace­leración de la locura de Ellos, cada vez más evidente, no deja de dar al­gún aliento de confianza para proseguirla.





6. Que no caben componendas ni debe esperarse nada de reclamaciones hacia Arriba



Ha de rechazarse en esta guerra la consabida componenda de El ferrocarril para sus sitios y fun­ciones, el auto para los suyos y las suyas: porque hace más de medio siglo que el auto viene ocupando los sitios y funciones del ferrocarril.



Ni cabe esperar que los Orga­nismos de Gobierno encargados (por Ellos mismos) de la política de transportes, ni tampoco los de la RENFE misma, puedan hacer nun­ca nada por remediar estos errores, sino seguir haciendo lo que está he­cho: dominados están Ellos por la idea de Desarrollo equivocada y por su falsa imagen de Futuro (na­die tiene más necesidad de enga­ñarse que los propios dirigentes en­cargados de engañar a las poblacio­nes), y así, no podrán más que se­guir promoviendo los estúpidos de­sastres previsibles: suprimir líneas férreas con el ridículo pretexto de la rentabilidad, que copian servil­mente de la Empresa de construc­ción o producción de inutilidades, en vez de multiplicar las líneas an­chas o estrechas seguir haciendo la doble vía por donde haga falta, y aumentando y mejorando los servi­cios de trenes de viajeros y mercan­cías, llevando vida a pueblos y ciu­dades; y en cambio, seguir invir­tiendo miles y miles de millones en la promoción de las viejas y mortí­feras empresas de la gasolina, del auto y de la autopista, y la RENFE misma traicionando descarada­mente al ferrocarril, al sustituir los servicios que abandona por autoca­res que lleven, para más insulto, el rótulo de RENFE y que contribu­yan al desastre de la carretera y al aburrimiento de los viajes; o si se acuerdan Ellos del ferrocarril en sus planes de inversiones, será sólo para lo que está mandado, compe­tir con el avión y el autocar, espe­cialmente en velocidad, que se su­pone que nos hace tanta falta a to­dos (y aun eso, claro, para unos cuantos trenes de un par de líneas entre tres o cuatro centros sobredesarrollados a costa del abandono de campos y ciudades), en vez de se­guir desarrollando la vía y el tren precisamente en las ventajas in­comparables que el invento del ca­mino de hierro y de la ristra de vagones tiene como propias y con las que nunca pueden competir autocares, ni cochecitos, ni aviones.





7. Luchar por el ferrocarril es luchar por el progreso verdadero


Y es así que reconociendo lo inevitable de ese abandono y trai­ción del ferrocarril desde Arriba, desesperando de toda reclamación que hacia Arriba, RENFE o Minis­terios o Consejerías, pueda dirigir-se, tenemos por tanto que ponernos desde abajo, de entre la gente, ferroviarios o usuarios de transpor­tes, a luchar por el ferrocarril por los varios procedimientos que se nos ocurran. A lo que esta Coordi­nadora invita a cualesquiera que sientan la utilidad del ferrocarril y estén hartos de sufrir el desastre y el engaño de la vigente política de transportes.



Luchar por el ferrocarril y con­tra los medios de traslado que, sos­tenidos sólo por enormes intereses, agobian y dificultan nuestras vidas, es lo mismo que luchar por el pro­greso y la utilidad de veras contra el falso Futuro que se nos quiere se­guir vendiendo.

DIEZ COPLAS DE AMOR Y DESGARRO



Poesía de Carmen Martín Gaite.
  
     Allí dónde estés, Carmencita Carmiña, me queda pendiente para ti agradecerte estas maravillosas coplas tan del pueblo y sacarles la mejor melodía o canción que encuentre, y invitar a los amigos de aquí y demás pa yá a que las hagan, y que suenen aún más y más lejos. Y las hagan honor:  como tú lo conseguiste, cazar sin cazar, a ese imposible que es el Amor tan con mayúsculas. Coplas qué tan tuyas, tan mías a su vez, al viento, se vuelvan al común: coplas y desgarramientos. 





1
 
Al alba, 
me deperté, amor, al alba 
y qué sola me sentía 
mirando cuajarse el día
y aquel poquito de malva
que por naciente venía.


2

No quiero riquezas vanas;
de tu mano donde vayas,
amor, yo quiero saltar
todas las barreras payas
y las hogueras gitanas
que el mundo nos quiera echar.


3

 Charlatán embacuador,
qué me importa si fingías 
con tus palabras de amor.
Para aquellas penas mías 
no hubo bálsamo mejor,
amor, ¡qué bien las decías! 


4

Desde que vino el verano
hay una hoguera apagada.
Toco tu pelo y tus manos
y oigo tu voz, pero en vano
te busco ya la mirada.



5

Escucha lo que te digo,
compañero, dulce amigo
de sinsabores y empeños:
No te dé Dios más castigo
que tener a otra contigo
cuando me llames en sueños.


6

¿Te acuerdas, amor, de cuando
sólo querías mi alegría?
Ya te di cuanta tenía.
¿Para quién estoy llorando?
De poco me serviría 
saber adónde te mando
esta cuenta tan baldía.


7
 
Te invoco desde la ira
y desde la soledad:
ven a mis ojos y mira 
que sólo vendo verdad;
si quieres comprar mentira
¡largo de mi tienda ya,
que solo aquí sobra y se tira!


8

Crees que están tocando al olvido,
sin despedirte te vas,
ninguna cuenta te pido.
Pero no mires atrás,
si quieres no volver más,
que en la fuga vas herido
y un rastro rojo verás. 

9

Si llegara hasta tu oído
por algún extraño acaso 
que publico que te olvido,
amor, tú no hagas ni caso.
Son ganas de meter ruido,
miedo de dormir al raso,
¡qué más hubiera querido! 


10

Del azar ya nada aguardo;
lo dulce con el veneno
me lo echo al hombro en un fardo.
No sé si el camino es bueno,
no sé si tardo o no tardo,
dónde voy, ni por qué peno.

...


Contestaciones de Isabel Escudero al Cuestionario sobre la ¿IZQUIERDA?




     Intentaré esbozar en una sola respuesta algunas de las sugerencias que me despiertan estas preguntas.
 
     A estas alturas de la Realidad (cada vez más sutilmente engañadora) no podemos seguir manteniendo las viejas designaciones de antaño, que apuntaban a la tradicional oposición política ‘Izquierda/Derecha’. Con el Desarrollo y ya desde hace décadas (pero cada vez más consolidado bajo el Régimen del Bienestar), tanto en los Gobiernos de uno u otro signo, como en las Personas de una u otra afiliación, y, salvo algunas señas superficiales que los identifican y sirven para el cacareo electoral o sindical, en el fondo se da igual por el uno que por el otro bando la misma sumisión a los fundamentos de la dominación y condena del pueblo y las gentes. Ejemplos de esta falsa oposición tenemos por doquier. Por ejemplo, la misma veneración al Dinero y sus representantes. ¿Qué gobierno de izquierdas atentaría hoy, por caso eximio, contra el automóvil, aunque fuera un ligero ataque que obligara a reducir sus ventas y su uso? Y eso que se sabe que mata al pueblo más que ningún terrorismo ni enfermedad (valga la redundancia), infecta las ciudades y hace invivible la vida. Pero este despilfarro constante parece que es beneficioso para los Gobiernos y las personas particulares, sean de una u otra idea. La misma aceptación se produce en la gestión de los tratos económicos entre los hombres por Bancos y Consorcios. Idéntica sumisión ante la Autoridad de los que saben; el mismo culto a la Personalidad y a los Personajes.

     Un dato elocuente es que desde las revueltas libertarias anteriores y durante la propia Guerra Civil, ningún Sindicato obrero ha puesto en duda el mito del Dinero y la Producción, y, sin embargo, la gente sabe que el Dinero y el Trabajo es su condena. Es una contradicción sangrienta, pero parece que todo logro social de las llamadas Izquierdas se ve reducido a una reforma numeraria en puntos por ciento destinada a elevar el "nivel de vida", o sea, de adquisición de cosas inútiles, condenada, de hecho, a perfeccionar los instrumentos de opresión y no a intentar derribar el obstáculo. 

     Otro caso llamativo es el de los movimientos “feministas de izquierda”, los de la llamada “Liberación de la mujer” que, lejos de haber supuesto una liberación de la sumisión a los modelos (Masculinos. No hay otros: el modelo Patriarcal es el único que conocemos), ha consistido, en cambio, en la imitación de esos patrones y su asimilación por vía de “igualdad”, una desgraciada igualdad.  

       Otro ejemplo más sería esa evidente y nefasta indiferenciación en la actuación tanto de izquierdas como de derechas en contra del llamado “terrorismo” y sus muertos nuestros de cada día. ¿Qué es lo que pasa para que esto no termine nunca? ¿A quién sirve tanta sangre, tanta y tanta barbarie? Porque sin duda debe de servir a una mecánica muy poderosa que, sin duda, debe también alimentarse de las “buenas intenciones” de los unos y de los otros. Por encima, hay un discurso general de la lamentación, amplificado a bombo y platillo tanto desde los gobernantes como desde sus propias poblaciones, plagado constantemente de declaraciones y de efigies de los políticos de una y otra afiliación en la pequeña pantalla y en los diarios. Pero debe haber otro plano más hondo, una inercia letal que vela porque la maquinaria no se pare, que siga promoviendo noticias, afirmando identidades, Estado contra estados, barbarie contra barbaries. Nadie parece darse cuenta de que en esta pelea sin fin hay una “ganancia” para unos y para otros, y no cesa la muerte para la gente.

    Actualmente, la equiparación de las llamadas izquierdas, (estén en el Poder o en alternativa real de estarlo), con las derechas, en cuanto se refiere a las cuestiones que afectan de verdad a la vida de las gentes, es cada vez mayor, y puede decirse que están en proporción directa al alboroto que montan unos y otros para explicar sus pequeñas diferencias y crear la necesaria apariencia de enfrentamiento.

    Es imposible, en tan corto espacio, entrar a razonar más detalladamente sobre estos mecanismos de equiparación, de falsa oposición y aparente enfrentamiento. Una izquierda de verdad (la que no hay), tendría como rasgo básico una acción negativa que consistiría, en primer lugar, en decir ‘no’ a la Realidad, a ésta, la que actualmente padecemos. En cuanto acepte una negociación más o menos reformista y entre a considerar los argumentos y el propio lenguaje del enemigo, está perdida. Su acción fundamental sería la de dar voz a un sentido común, a algo que surja desde abajo, desde  el pueblo, que sufre y vive sometido a las instancias superiores del Poder y las Instituciones que lo representan. 

    Por tanto, no entendemos que pueda mantenerse la oposición ‘Izquierda / Derecha’, aunque sólo sea por mero desengaño, y, sí, en cambio, sería razonable plantear una topología política más verdadera, en el sentido de una lucha a muerte entre un Arriba (tanto de la persona, como de los estados), y  un abajo donde está el pueblo, que no existe pero que lo hay.   

     Para concluir, traigo aquí una copla que hace años me salió y que dedico aquí y ahora a la memoria de Jesús Ibáñez, que gustaba de utilizarla en aquellas diatribas tan certeras y sensatas que sobre este tema solía lanzar.


Ni derechas, ni izquierdas:
Entre arriba y abajo
Está la pelea.


jueves, 6 de noviembre de 2014

LA CULPA ES DE LOS VIRUS / y 2 Agustín García Calvo

Individuos y causas 
ENFERMEDAD Y PROGRESO / 2
El País.- 14 de Marzo de 1989

Sir John Everett Millais, Bt, The Foolish Virgins, 1864
En su último progreso, los virus han tenido que hacerse esencialmente técnicos informáticos: así, en la vulgarización B les esplicarán cómo es que el virus, una vez que logra que la célula lo acoja en su interior, se entromete en su ADN de tal modo que, cuando ese centro emita las oportunas instrucciones de reproducción de la célula, ellas incluyan los datos introducidos de contrabando, que son los del propio virus; así que, cuando la célula se reproduce, ya sus copias sucesivas llevan en sí la reproducción del virus; que él de por sí no sabe reproducirse a la manera tradicional, porque los científicos ni siquiera acaban de decidir si se trata o no propiamente de un ser vivo; pero ni aun eso atenta a su realidad. Y con esas habilidades informáticas de los virus, ya no les extraña a ustedes lo que les contaban en la noticia C de cómo al joven que había introducido información subrepticia en la red informática del Pentágono se le identificó enseguida como virus; ni las fascinantes teorías, de que la vulgarización B les informa, de que, además de para causar enfermedades, los virus pueden servir para organizar la vida toda del Planeta y que "todas las bacterias están interconectadas por organismos semejantes a los virus en una sola asociación genética de escala mundial".
Pero esa lógica condición informática de los virus, que los tiempos les imponen (contra los cuales tiempos estamos aquí tratando de hacer un poco de contrainformación), no quita para que se les vea (ésa es la única prueba definitiva de realidad), aunque haya de ser por el electrónico. Pues bien, ¿qué vemos? Vemos extensiones de sustancia, más o menos accidentadas o fluctuantes, en las que se destacan unos puntitos, coloreados en rubí o en esmeralda, según la onda que al electrónico le pongamos. Muy bien. Pero lo que no podemos ver es que esos puntitos sean los causantes, y no, por ejemplo, deformaciones concomitantes que a los tejidos les aparecen cuando sufren la alteración que sea, así como a la leche, cuando se corta, le salen unos puntitos amarillos, sin que a nadie se le ocurra que ahí están los culpables del accidente. Eso no puede verse con microscopio de Dios que valga: porque la diferencia entre 'causa' y 'circunstancia concomitante' no se ve, sino que se decide en virtud de otros intereses superiores. Los cuales necesitan que los culpables sean individuos, y mejor cuanto más individuales.
De ahí que el progreso de la noción de 'causa' o de 'culpable' haya sido a lo largo de toda la Historia en el sentido de la individuación, así en el campo de la Justicia como en el de la Medicina.
Para ello puede ser ilustrativa la historia de la palabra misma. Porque ¿se han fijado ustedes lo difícil que es poner en Plural esa palabra, para así poderle deducir un verdadero Singular?: el inglés ha tenido que inventar viruses, y aquí, si no acudimos a los Artículos, no sabremos si hablamos de los virus o de un virus o simplemente de lo virus. Y es que esa vieja palabra indoeuropea, latín vi:rus, griego (w)i:ós, indio vi:sás, nunca tuvo propiamente Plural ni Singular, ya que lo único que significaba eran cosas como 'flujo espeso', 'viscosidad', 'flúido ponzoñoso' (los romanos lo usan a veces para hablar del licor seminal, que entonces, naturalmente, no contenía aún espermatozoides causantes de nada) y sustancias por el estilo, generalmente con una nota de 'capacidad de insinuación o penetración por los tejidos'. Quiere decirse que esa situación del virus corresponde a un mundo en que la culpa es algo como un gas o flujo pestilente, un miasma, que le entra a la ciudad o cae sobre los campos, y en cuanto a la causa (la noción de 'causa' física se inventa, como suele suceder, a partir de la jurídica de 'culpa'), no se había inventado todavía.
Pero ya desde el comienzo de nuestros recuerdos históricos ha sido preciso que esa culpa indistinta y flúida se concentrara para buen orden, en un chivo expiatorio, un pharmakós humano entre los griegos (¡donde estaban las raíces de nuestra Farmacia!) al que ejecutar o expulsar de los muros para librar a la ciudad del mal. Y así, tirando la Medicina y la Ciencia por la vía que el Derecho y la Política les indicaba, han tenido que hacer que aquello, lo virus, adquiriendo el estatuto de microbio, y por ende el de bicho y por ende el de persona, venga a ser víruses, y cada uno de los víruses un virus, que, individual como usted y como yo, se cuele por las paredes de las células, organice en sus centros un lío informático, o funcione de telefonista entre las bacterias del Universo, y venga cada vez más a ser responsable personal de lo que pasa.
No sé si con esto, para efectos de medicina y de remedio, queda lo bastante claro que no es nada seguro que el buen método sea el de buscar con cada vez más potentes microscopios puntitos cada vez más diminutos y centrar en virus individuados la causa de nuestros males, o si no sería más eficaz que volviéramos a concebirlos como un miasma o flujo indistinto del que hubiera que intentar limpiarse con chorros de las aguas más frescas o contrainfórmáticas que se pudiera. Pero, lo que es en cuanto a política y desgobierno, pienso que tal vez se va entendiendo un poco mejor ahora cómo es que, al paso que el Señor, Estado y Capital, necesita cada vez más imperiosamente convertir las poblaciones en Masas, espesas y solidarias, al mismo tiempo necesita que esas Masas estén cada vez más estrictamente compuestas de Individuos, cada vez más individuales y personales, cada vez más responsables y causantes, cada uno y en conjunto, hasta el día del Ideal, en que, en una votación perfecta y sin abstenciones, la suma de las voluntades y causas individuales venga a ser lo mismo que el Poder Constituido que gobierna las Masas de Individuos.

Disculpad el retraso de esta segunda parte tan maravillosa y os recuerdo también que algo de unión tienen estos artículos con aquel Programa de Pensamiento 3 - Radio 3, en donde el mismo Agustín hace mención de estas publicaciones...!Qué lo disfruten bien! ;)


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¡ADIÓS, VIRUS! DESMIÉNTETE Y MUERE!
Adioses al Mundo. Número 10
Agustín García Calvo
The Lost Piece of Silver. John Everett Millais
Que ya está bien, ¡vive Dios!, que ya no aguanto más tu pesadez blanduzca cayéndome a la menor encima y hundiéndome en la miseria; que ya estoy harto da tomarme como cosa natural y fatalita esto de que, cuando más sano y ligero y lúcido anda uno danzando por entre autos y disquetes y red universal de papamoscas, de pronto, zas, por el hecho de que te has colado entre los prójimos y cualquiera, en un descuido, te me vehicula, pues ahí está uno otra vez tosiendo, moqueando como un imbécil, tomando conciencia de sus bofes y entresijos y hasta del cómputo por cm3 de sus globulitos, y si se le hincha esto o lo otro (nada bueno, no) y, en fin, hecho un guiñapo, sin ganas de amor ni razón que valga, que tú te aprovechas para hacerle sorber vahos y meterse pócimas o jeringazos, para nada, para seguir aguantando hasta que a tí se te antoje empezar a refluír y cande divertirte con nosotros.
Tan harto - aquí te lo digo, virus - que, igual si eres tú mismo el que al fin me matas que si es un atropello de auto u otra causa natural por el estilo, gran consuelo me da el pensar que nunca más vas a tu capricho a convertirme la vida en un chapoteo y aterrarme con la amenaza de tu plasta bulbosa en los carraspeos o lloriqueos de cualquier prójimo, ni a meterme vacunas o drogas profilácticas, para que tú les busques las vueltas y te me metas en las entretelas y me dejes hecho un residuo de la sombra de burro que al menos era antes, cuando no te tenía a tí. Nunca más estadísticas de gripes ni de SIDAS ni de pestes: ¡gracias, mamá muerte, por liberarme al menos de todo eso!
Que es que tú eras el fantasma de la enfermedad informe, sin figura cierta ni síndromes ni procesos regulares, ni crisis ni convalecencias, como las que tenían aquellos males que sabía la Medicina; y me hacían reír amargamente cuando aún distinguían entre ‘catarro’, ‘gripe’, ‘flu’, ‘neumonía atípica’, ‘SIDA de Dios latente’, o tumores de 43% de malignidad o chapuzas iatrogénicas, como si todo no fuesen disfraces gelatinosos de tí mismo: tú eras la peste indefinida, que no se sabía ni por qué ni con qué derivaciones o secuelas ni en qué momento acababas de veras nunca.
Y eras también la peste pública (esto es, estadística), pero metiéndote en los órganos privados de cada quisque. Sí, porque eres el mismo que ha venido al acecho acompañando (seguro que no por casualidad) a esta triste Sociedad del Progreso desde que la conocemos: eras la peste de Atenas de hace más de 24 siglos, con el embrollo de síntomas típico tuyo que Tucídides y Lucrecio nos refieren; eras el miasma que debió asolar el Imperio, y encenagar la idea de ‘Imperio’, más que bárbaros ni cristianos, y el que despobló la florida Europa del S. XV, y el que se arrojó, andando el primer tercio de éste, a repetir lo mismo, cuando estaba a trompicones consolidándose, en falso, la idea de ‘gripe’ y la de ‘progreso’.
Y eres tú, oh peste, oh miasma amorfo, el que nos visitas dos o tres veces al año, si te da por ahí, y dejas tiritando y con la cabeza mas ilusa todavía a los millones de acólitos del Régimen, que nada pueden contra tí, sino, eso sí, seguir moviendo por gracia tuya capital en farmacias y laboratorios.
Y el que seas tú el gran fracaso de la Medicina puede ser, sí, justicia del Señor, pero se debe también a la Teoría, a la Fe en que la Causa son agentes individuales; que así te descomponían en virusillos, y los buscaban uno a uno en las placas de los microscopios. ¡Cómo te reías tú de ellos!, que no se dan cuenta de que tú eres el virus, miasma informe y amalgama pegajosa, y que el microscopio no puede distinguir entre ‘agentes causales’ y ‘proliferaciones concomitantes’; y, lo mismo que en el caso notorio del SIDA, la fe en el virus causante, H.I.V. o como la Teoría oficial lo llame, lo que ha hecho es estorbar un posible ataque contra tu miasma, así con la gripe o flu o cualquier cosa que te titulen: que, mientras sigan creyendo en las Causas y los Individuos, nada podrán hacer de veras, y tú seguirás, oh peste, campando por los ámbitos del Bienestar.
Pues ahí te dejo con ellos, oh miasma sin nombre; que, lo que es a mí, aunque me cueste pasar el trance de mi muerte, ya no me atrapas más ni me entonteces. Sigue haciendo de las tuyas, a ver si ayudas al menos que se hunda el Régimen y sus ilusiones; que yo, con lo poco de sentido y gracia que me dejes, lo que haré será decirte esto que te digo, la verdad que hace reventar a los fantasmas.

martes, 21 de octubre de 2014

LA CULPA ES DE LOS VIRUS. Agustín García Calvo.

La culpa es de los virus
ENFERMEDAD Y PRORESO / 1
El País.- 13 de Marzo de 1989 




Louis Edouard Fournier,  ”The Funeral of Shelley” (ca.1889) 




Apenas habrá estos años causantes más vulgarizados que esos serecillos que se llaman como usted sabe, virus. Hace tiempo que han dejado chicos a los masones, los judíos, los gamberros, los etarras, los drogotas. Se ve pues que son de primera importancia, política, y a por ellos vamos.De la vulgarización tomo unos ejemplos que me aportan amables amigos que leen Prensa: A) EL PAÍS 25 Febr.'87 p. 6 de 'Futuro'; B) MUY nº 90, Nov. '88, pp. 93 ss.; y añado, para el caso de la identificación como virus de un sujeto que estropeó las redes informáticas de conexión entre el Pentágono y las Universidades durante unos días, C) EL PAÍS 5 Nov. '88 p. 7. Pues bien: "Conocidos desde hace tiempo de ser causantes de la viruela, la fiebre amarilla, la poliomielitis, la gripe y el resfriado común, los virus son los culpables del 80% de las enfermedades agudas que afectan cada año a la población de los -países desarrollados" (A); más modestamente: "Los virus contribuyen a que contraigamos hepatitis, gripe, sarampión, polio, rabia, fiebre amarilla, SIDA y muchos otros trastornos más" (B). Pero lo peor es que también "se hallan involucrados en algunos cánceres y leucemias y en numerosas enfermedades autoinmunes, entre ellas la esclerosis múltiple y la diabetes" (B); y "Recientemente, los científicos han empezado a sospechar que los virus tienen mucho que ver en las cardiopatías, defectos de nacimiento, diabetes, síndrome de Alzheinier, esclerosis múltiple y casi la cuarta parte de los cánceres humanos" (A).
Ahora bien, eso de que contribuyan, estén involucrados o tengan mucho que ver ¿no les parece a ustedes que estropea un poco la idea de que sean causantes o culpables? Y eso de que tengan que ver en casi lacuarta parte de los cánceres... ¿No van con eso a perder los virus el crédito y prestigio de ser los causantes verdaderos? ¿No quedarán amenazados de que se les confunda y degrade a la condición de circunstancias, de factores coadyuvantes, todo lo más de cómplices o colaboradores? Pero la causa, señores, como la madre, es una, y no debe nunca la noción de 'causa' confundirse con la de 'circunstancia`: si no, ¿adónde iríamos a parar? El policía debe descubrir quién es el asesino de la Marquesa, y se acabó; y es preciso que se sepa quién, personalmente, mató al Comendador. Sólo así la justicia y el Gobierno de los pueblos tendrán un fulcro en que apoyarse; sólo así se curarán las enfermedades sociales y las personales; sólo así, eliminada la persona culpable de haber introducido instrucciones indebi.das en la red informática del organismo de los Estados Unidos, podrá el Pantágono regir corno Dios manda los procesos constitucionales y reproductivos del Gran Cuerpo; y descubierto asimismo el culpable puntual de la gripe fantasmática, podrá el Pequeño Cuerpo acudir cada día sin falta a la Oficina y evitarse el enorme dispendio de Horas de Trabajo que al Capital y Estado les cuesta el mantenerse indefinida, informe y sin causa individual la tal pliaga.Cosa que, por cierto, deja en, entredicho el nombre mismo, influenza, o flu para abreviar y no acatarrarse mientras se pronuncia, o grippe o trancazo o cualquiera otro de los que se han ensayado desde que empezó a reinar, desde comienzos de siglo, la enfermedad informe: pues ¿cómo puede decentemente tener nombre una cosa que es casi cualquier cosa y se manifiesta casi de cualquier forma, hasta el punto de que, sólo con que te encuentres mal o raro, a falta de otra interpretación más precisa, ya estás sospechando que te La has mangao? Hace sonreír que todavía, en la vulgarización A, se distinga entre "gripe y resfriado común"; y las historias que dos veces al año sacan los Medios de Formación de Masas acerca de las varias y mutantes cepas o generaciones de virus de la gripe hacen sonreír también, por lo menos mientras no La ha atrapado uno.
Claro que las cuentas no son tan simples: si se pudiera individuar el causante verdadero y fijo de Eso, y en consecuencia apresarlo, juzgarlo y condenarlo a muerte, no parece que, en cambio, el fijar de paso y apresar al virus causante de esa institución más reciente que bajo la sigla S.I.D.A. condena como espada justiciera del Señor a los prójimos y deudos que atentan un poquito contra Sus leyes fuera a ser tan buen negocio: porque ahí, si un virus definido se fija en la pantallita y se individúa como culpable, ¿no se perderá con ello una ocasión preciosa de que a los Indivíduos personales les hiera la flecha de su culpa personal, de que la mísera jodienda de los mortales vuelva a los miedos tenebrosos y urinarios del tiempo de los Escolapios y de que renazcan esplendorosas las fábricas de preservativos?
Hay su DEBE y su HABER con esto en el libro del Señor. Pero se ve que la necesidad más alta y siempre más urgente que Él padece es ésa de la individuación de la Culpa, y por tanto, la de que cada vez los virus se hagan más individuales, más definidos y precisos como seres y causantes.
Y el motivo que el Señor y su Ciencia ofrecen para esa millonaria campaña de persecución del Virus, a saber, que es para la cura de nuestras plagas y enfermedades, se vuelve un tanto dudoso como motivo cuando consideramos que precisamente algunas de las plagas virales más arcaicas que en las vulgarizaciones A y B se citan, la rabia la primera, Pasteur y sus secuaces acertaron a curarlas sin tener la menor idea de que hubiera cosas tales como virus personales en el mundo, sino tratándolas como si fueran flujos infecciosos. Algo más importante y transcendente que la cura de los mortales debe ser lo que promueve el proceso de individuación progresiva de los virus.Más sospechoso aún, porcierto, resulta eso de que el desarrollo progresivo de los virus se haya producido tan exactamente según los cánones que rigen en general el Progreso Progresado, que son según la proporción aritmética siguiente: así como la noción de 'bichos' (piojos, lombrices, sarna) vino con el Progreso de nuestros abuelos a dar en la de 'microbios' (con la noción de más éxito, la de'bacterias', incluída), que exigía ya pasar del ojo desnudo al microscopio, inventado a punto, para ver a los microbios, esto es, incluírlos en la Realidad, así también análogamente la noción arcaica de 'microbios' ha dado el paso, apoyado como por casualidad en el microscopio electrónico que se requiere para verlos, a la noción de 'virus' (bichos: microbios:: microbios x), el mismo proceso por el que, una vez inventado el ferrocarril con el Progreso, hubo- que inventar el automóvil para el Progreso Progresado, y una vez que la radio, la televisión: es decir, pasar de los chismes ideados por fuerza de necesidades previas a los chismes ideados por deducción de los ideados previamente. De un microbiólogo ilustre cita la vulgarización B p. 102: "Estamos ahora, respecto a los virus, donde los bacteriólogos del siglo XUX estaban respecto a las bacterias".
Hagamos aquí un alto, no vayan a caer ustedes en la trampa que su lenguaje culto les tiene preparada para estos trances y a preguntarse si lo que estaré aquí insinuando es que "Los virus no existen"; una tontería semejante a la de aquéllas que concluyen que "El Amor no existe", sin darse cuenta de que con la sola admisión del verbo 'existir', aunque sea para decir "No", ya están domesticando su rebeldía y cayendo en el engaño. Existir, sólo existe Dios, y lo demás son malas imitaciones. Pero aquí no estamos tratando asuntos metafisicos, sino cuestiones prácticas, de política y de salud. Sigamos pués un poco examinando cómo son los virus.


sábado, 18 de octubre de 2014

INFORMACIÓN Y CÁNCER. Agustín García Calvo

Información y cáncer.
ENFERMEDAD Y POLÍTICA 
El País.- 27 ENERO DE 1989




Esta entrada quiere, además de lo propio de presentarles estos artículos del maestro, ser una comunión. Comunión entre los corazones de Lixo Solera, hermano de mi amigo el Príncipe Galín, y del maestro Agustín, que ahora nos enteramos que esta semana cumplía ochenta y ocho años. Como allí se habían juntado, en aquellas sesiones en Santiago de Compostela, ahora vuelven a juntarse aquí con nosotros. Salud!

Carmen


                           Edouard John Mentha | Maid Reading in a Library Late 19th - early 20th century


Gracias, Carmen, por traerlo aquí de de nuevo. Previo a este articulo, la primera andanada que el maestro dio contra la Información y su relación con el cáncer fue en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela a los médicos y alumnos . Facilitó esta sesión facultativa nuestro buen amigo, y médico también, Lixo Solera, fallecido el pasado año.

Isabel Escudero Ríos

Pasemos hoy del cuerpo social al cuerpo personal. No será tan grande el salto: no nos saldremos con ello del campo de la política. Pues ¿no es el separar la vida privada de la pública el primer truco del Poder, que crea cada uno que tiene una vida privada suya, con la que puede hacer lo que le dé la gana, a fin de que Capital y Estado puedan hacer con el conjunto de las vidas privadas lo que Ellos quieran, o sea que cada uno en su casa, para que Dios en la de todos? Pues entonces, cuando a la gente se le hace creer que la enfermedad de cada uno es cosa privada y suya (ejemplo eximio: porque la enfermedad de uno es lo que le hace ser propiamente uno y le da su personalidad privada: sanos y hermosos, todos somos iguales), se está con ello haciendo política, infundiendo ideas falsas, que es el arma primera del Poder; así que aquí nosotros, cuando entremos a averiguar qué pasa con las enfermedades y a descubrir sus mecanismos, estaremos haciendo también política; la contraria, naturalmente. A mí de pequeño me había comprado mi padre un libro de aquellos que sacaban para ayudarles a los niños a tragar amenamente las amargas píldoras de las Ciencias; y ése tenía el plan, apoyado en muchas hábiles ilustraciones, de explicar los órganos y fisiología del cuerpo humano por medio de una constante comparación con la organización y funcionamiento de una nación constituida; de manera que las fases de la digestión aparecían como un transporte fluvial de bienes pasando por esclusas y compuertas, distribuyéndose por canales y diversas factorías; el sistema nervioso era un sistema de centrales eléctricas y tendidos telefónicos que recorrían el territorio; en fin, las infecciones eran un asalto de ejércitos invasores que querían apoderarse del Estado y alterar su buena Constitución, mientras que allí acudían los leucocitos, soldados leales de la Nación, que aun a costa de sus propias vidas detenían, apresaban y aniquilaban a los microbios enemigos. 

Voy a seguir un poco por esa vía tradicional de poner en relación de analogía la economía y política del cuerpo de uno con el organismo y fisiología de los estados, generalmente usada en el sentido inverso, como en el caso ejemplar de Menenio Agripa convenciendo a los plebeyos rebeldes para venir a trato con los patricios por el simple medio de contarles la fábula de los miembros, que ("no estando antaño en el consenso de todos que ahora rige, sino teniendo cada cual su acuerdo, cada uno su discurso", según Livio lo refiere) se habían rebelado contra el vientre ocioso y glotón y decidido no proporcionarle y prepararle los alimentos. 

Pero aquí, claro, nos guardaremos de saber cuál seguimos de los dos sentidos de la analogía, el que quiere socializar los hechos fisiológicos o el que pretende hacer pasar los estados por hechos naturales, ni cuál de las dos cosas es la que debe explicar la otra, o si mutuamente. O más bien, es que no vamos a usar la cosa como mera comparación, sino con un sentido de práctica eficacia, que sirva para revelar y, por ende, curar (puesto que la revelación de la verdadera cara de los males es ya su cura, dado que la fuerza de los males está en ocultarse bajo caras falsas), revelar y curar -digo- las plagas más terribles de nuestro mundo y nuestro cuerpo. 

Ya un primer paso daremos por esa vía sólo con preguntarnos a la vez "¿Cuál es la enfermedad que en el mundo actual amenaza más tétrica y aciagamente nuestras vidas?" y a la vez "¿Cuál es la plaga más conspicua y notoria que caracteriza a las urbes (y aun a los desiertos intermedios) de este nuestro mundo progresado?". 

Pues la respuesta a la primera pregunta apenas podrá ser otra que "Eso que llaman cáncer", y cuya condición más notable, así visto por fuera, es que lleva ya un siglo estando tétricamente de moda y eludiendo los millonarios esfuerzos de la Ciencia para descubrir sus mecanismos; lo cual, aunque parezca mentira, no ha traído hasta ahora consigo la consecuencia de descubrir que hay algo en los supuestos mismos de la Ciencia que no marcha. 

En cuanto a la segunda pregunta, si la respuesta no se les presenta tan inmediata a los lectores, bastará con que se coloquen, como la ficción científica les enseña desde pequeños, en la situación de un extraterrestre (pero que fuera extra- de verdad, no como esos que se van con una nave espacial a meter por un Agujero Negro, a fin de repetir allí las mismas tonterías que en su pueblo) que echase una mirada por encima a las urbes y desiertos del mundo progresado: nada más notable le chocaría que el que están plagadas de información, esto es, de signos visuales y auditivos, no agotados en un uso inmediato, ni tampoco ornamentales, sino dando a troche moche instrucciones y noticias: letreros de tráfico y comerciales, amén de pintadas personales, vehículos transportando cien marcas y cifras, y hasta peatones con camisa de letrero, completando los datos de la cartulina que llevan contra la piel, pantallas y altavoces emitiendo constantemente mensajes políticos, comerciales y culturales, señoras repitiéndoselos una a otra a las dos puntas de un cable telefónico, hojas impresas volando por doquiera cargadas de información, pitidos de guardias y guiños de semáforos, quilómetros de rayas luminosas para guía de aviones, centros escolares atestados de gráficos, mapas y chismes audiovisuales para guía de los niños; en fin, una cuantía de información que se come literalmente los muros, calles, pieles, aires, ojos.

 Pues bien, ¿cómo no poner enseguida en relación lo uno con lo otro? 

Vamos, para el cáncer, a seguir la imaginería más avanzada que para el funcionamiento del organismo la Ciencia nos ofrece. ¿Cuál es ella? Como por casualidad, consiste en aplicarle al cuerpo el mismo artilugio que rige el gobierno y tráfico del mundo: hay unos dispositivos informáticos en los centros cerebrales (más bien del cerebelo o cerebro primitivo, oculto bajo el superior: porque éstos son procesos de información secretos, que mejor que pasen desapercibidos para mí o mis facultades superiores), los cuales están constantemente transmitiendo a todos los órganos y regiones más alejadas del cuerpo humano, por medio mismo del flujo de la sangre, y por el código más sencillo, el binario o de SI/NO, como el de un ordenador cualquiera, mensajes o instrucciones de comportamiento, y a cada célula en especial instrucciones sobre los ritmos y maneras en que debe reproducirse.

 Pues bien, aceptada esa imaginería, tan verdadera para nuestra época como cualquiera otra para la suya, preguntémonos ahora en qué consiste el cáncer. Dentro de lo incierto y resbaladizo de lo que sabe de ese mal la Ciencia, una cosa parece clara y constante para los varios tipos que se comprenden bajo el nombre: a saber, que consiste en una proliferación desordenada de ciertas células del organismo.

 Buscando entonces la culpa donde se debe, es decir, en los centros de información, deduciremos que el mal viene de que se ha producido alguna alteración o confusión en alguno de los dispositivos informáticos del cerebro o sub-cerebro que estaban encargados de mantener el buen orden de los procesos reproductivos. 

Ya sólo nos falta renunciar a la convicción de que el cerebro elemental, en donde se sitúan esos mecanismos, esté absolutamente separado, esté inconexo con el cerebro superior, donde se asientan mis facultades superiores y el mecanismo de los procesos voluntarios y conscientes, entre ellos la ingestión y procesamiento de las informaciones que por vía consciente, y aun subliminar, se me transmiten; pues nada parece en principio oponerse a que se supongan conexiones entre los unos centros y los otros, y a que se investiguen con más precisión de lo que, a mi noticia, se ha venido haciendo. 

Porque, si esas conexiones se establecen, entonces parece que la causa del cáncer está clara: el exceso evidente de información a que la organización de nuestro mundo somete los centros superiores de cada uno de los individuos de sus masas, y sobre todo, la condición de inútil (esto es, no demandada por necesidad ni deseo y que no se emplea ni agota inmediatamente en algo a lo que servir) de la gran mayoría de esa información, es un hecho que debe producir algún trastorno y malfuncionamiento de esos centros; que eso no encuentre un cauce de repulsión ni de protesta, sino que, desapercibidamente, se acumule y asimile, es justamente la condición para que ese trastorno se contamine o repercuta en los centros informáticos inferiores, que así, alterados y confundidos en sus procesos propios, transmitan a las células de algún sitio instrucciones excesivas y malreguladas, que son las que se manifiestan como cáncer.

 Esto abre una clara vía para el estudio de biólogos y médicos. Ya la propuse el año pasado entre estudiantes de Medicina en Santiago de Compostela; pero, aunque hasta algún ilustre Profesor presente de Fisiología me hizo la gracia de no echar a broma el planteamiento, no parece que hasta ahora se haya hecho mucho caso de este posible modo de ataque de la cuestión y el mal. Por lo cual insisto. 

Que no es, al fin y al cabo, una investigación tan difícil, aun dentro del estilo de investigaciones de mero tanteo y estadísticas que se vienen haciendo sobre el cáncer: lo mismo que se investigan, por ejemplo, las relaciones con el consumo de tabaco, nada parece impedir que se calcule al menos la relación de la ingestión per cápita de información inútil (ya que el cómputo de BITS de información puede hacerse muy formalmente y hasta es fácil determinar criterios para separar la información redundante o no utilizada) con el cáncer. No sería seguramente más caro que las otras investigaciones millonarias que se hacen con tan escaso y dudoso resultado. 

Ésa es la vía de revelación de las causas ocultas y la vía, por ende, de salud que les propongo. ¿Que habría que contar con factores de predisposición y herencia, que explicaran que dos individuos sometidos al mismo flujo de información inútil no contraigan el cáncer igualmente? Por supuesto; pero eso pasa con cualesquiera causas de enfermedades que se propongan. 

¿Me advierten que, como es sabido, una cuarta parte de los cánceres más o menos se explican ya por intervención de virus? Ta ta tá: ahí tocan ustedes a la noción de 'virus' misma y con ella al replanteamiento de la noción de 'causa': una cuestión tan rica y apasionante que habrá que reservarle, si la salud en tanto no nos desfallece, otra entrada en este Rotativo.