sábado, 13 de diciembre de 2014

Contestaciones de Isabel Escudero al Cuestionario sobre la ¿IZQUIERDA?




     Intentaré esbozar en una sola respuesta algunas de las sugerencias que me despiertan estas preguntas.
 
     A estas alturas de la Realidad (cada vez más sutilmente engañadora) no podemos seguir manteniendo las viejas designaciones de antaño, que apuntaban a la tradicional oposición política ‘Izquierda/Derecha’. Con el Desarrollo y ya desde hace décadas (pero cada vez más consolidado bajo el Régimen del Bienestar), tanto en los Gobiernos de uno u otro signo, como en las Personas de una u otra afiliación, y, salvo algunas señas superficiales que los identifican y sirven para el cacareo electoral o sindical, en el fondo se da igual por el uno que por el otro bando la misma sumisión a los fundamentos de la dominación y condena del pueblo y las gentes. Ejemplos de esta falsa oposición tenemos por doquier. Por ejemplo, la misma veneración al Dinero y sus representantes. ¿Qué gobierno de izquierdas atentaría hoy, por caso eximio, contra el automóvil, aunque fuera un ligero ataque que obligara a reducir sus ventas y su uso? Y eso que se sabe que mata al pueblo más que ningún terrorismo ni enfermedad (valga la redundancia), infecta las ciudades y hace invivible la vida. Pero este despilfarro constante parece que es beneficioso para los Gobiernos y las personas particulares, sean de una u otra idea. La misma aceptación se produce en la gestión de los tratos económicos entre los hombres por Bancos y Consorcios. Idéntica sumisión ante la Autoridad de los que saben; el mismo culto a la Personalidad y a los Personajes.

     Un dato elocuente es que desde las revueltas libertarias anteriores y durante la propia Guerra Civil, ningún Sindicato obrero ha puesto en duda el mito del Dinero y la Producción, y, sin embargo, la gente sabe que el Dinero y el Trabajo es su condena. Es una contradicción sangrienta, pero parece que todo logro social de las llamadas Izquierdas se ve reducido a una reforma numeraria en puntos por ciento destinada a elevar el "nivel de vida", o sea, de adquisición de cosas inútiles, condenada, de hecho, a perfeccionar los instrumentos de opresión y no a intentar derribar el obstáculo. 

     Otro caso llamativo es el de los movimientos “feministas de izquierda”, los de la llamada “Liberación de la mujer” que, lejos de haber supuesto una liberación de la sumisión a los modelos (Masculinos. No hay otros: el modelo Patriarcal es el único que conocemos), ha consistido, en cambio, en la imitación de esos patrones y su asimilación por vía de “igualdad”, una desgraciada igualdad.  

       Otro ejemplo más sería esa evidente y nefasta indiferenciación en la actuación tanto de izquierdas como de derechas en contra del llamado “terrorismo” y sus muertos nuestros de cada día. ¿Qué es lo que pasa para que esto no termine nunca? ¿A quién sirve tanta sangre, tanta y tanta barbarie? Porque sin duda debe de servir a una mecánica muy poderosa que, sin duda, debe también alimentarse de las “buenas intenciones” de los unos y de los otros. Por encima, hay un discurso general de la lamentación, amplificado a bombo y platillo tanto desde los gobernantes como desde sus propias poblaciones, plagado constantemente de declaraciones y de efigies de los políticos de una y otra afiliación en la pequeña pantalla y en los diarios. Pero debe haber otro plano más hondo, una inercia letal que vela porque la maquinaria no se pare, que siga promoviendo noticias, afirmando identidades, Estado contra estados, barbarie contra barbaries. Nadie parece darse cuenta de que en esta pelea sin fin hay una “ganancia” para unos y para otros, y no cesa la muerte para la gente.

    Actualmente, la equiparación de las llamadas izquierdas, (estén en el Poder o en alternativa real de estarlo), con las derechas, en cuanto se refiere a las cuestiones que afectan de verdad a la vida de las gentes, es cada vez mayor, y puede decirse que están en proporción directa al alboroto que montan unos y otros para explicar sus pequeñas diferencias y crear la necesaria apariencia de enfrentamiento.

    Es imposible, en tan corto espacio, entrar a razonar más detalladamente sobre estos mecanismos de equiparación, de falsa oposición y aparente enfrentamiento. Una izquierda de verdad (la que no hay), tendría como rasgo básico una acción negativa que consistiría, en primer lugar, en decir ‘no’ a la Realidad, a ésta, la que actualmente padecemos. En cuanto acepte una negociación más o menos reformista y entre a considerar los argumentos y el propio lenguaje del enemigo, está perdida. Su acción fundamental sería la de dar voz a un sentido común, a algo que surja desde abajo, desde  el pueblo, que sufre y vive sometido a las instancias superiores del Poder y las Instituciones que lo representan. 

    Por tanto, no entendemos que pueda mantenerse la oposición ‘Izquierda / Derecha’, aunque sólo sea por mero desengaño, y, sí, en cambio, sería razonable plantear una topología política más verdadera, en el sentido de una lucha a muerte entre un Arriba (tanto de la persona, como de los estados), y  un abajo donde está el pueblo, que no existe pero que lo hay.   

     Para concluir, traigo aquí una copla que hace años me salió y que dedico aquí y ahora a la memoria de Jesús Ibáñez, que gustaba de utilizarla en aquellas diatribas tan certeras y sensatas que sobre este tema solía lanzar.


Ni derechas, ni izquierdas:
Entre arriba y abajo
Está la pelea.


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