sábado, 13 de diciembre de 2014

EL TREN PUEDE MÁS. Agustín García Calvo





Coordinadora Estatal
en Defensa del Ferrocarril 
Agustín García Calvo 
Madrid, 7 de mayo de 1986

                                                                                  Nota previa


Reproducimos aquí el texto del «Manifiesto de la Coordina­dora en Defensa del Ferrocarril», escrito por Agustín García Cal­vo, como declaración de amor al tren, y por cierto, no declara­ción positiva, o sea, falsa, como él mismo dijo en otra parte («que la declaración de tu amor sea sólo el No de tu odio»), sino de ese amor que se levanta contra aquello que lo impide y lo mata: el Capital, el Estado, el Dinero, el Automóvil, la Gasolina, la susti­tución del camino por el Destino, la conversión de la vida en Tiempo vacío...



También se levanta contra la reducción del tren a lirismo y cultura, que es otro modo sutil de matarlo (por lo cual también esta republicación en una revista de Pensamiento será para él un albur: o la revista sirve acaso para la estensión del Manifiesto en­tre otros públicos o el Manifiesto queda integrado como objeto cultural en la revista), por eso ataca a esa Moral (Política) que des­de pequeñitos nos impone una idea de oposición entre lo útil y lo agradable.



1. Razones de la lucha por el tren y la vía férrea



No se lucha por el ferrocarril por aquello de que sea bonito, romántico, del tiempo de los abuelos, y demás piropos envenenados que  le digan Ellos, los que querrían, desde Arriba, condenarlo a la His­toria y los Museos. ¡Museo y tumba para Ellos!



No se lucha por el ferrocarril tampoco porque seamos ferrovia­rios y nuestros intereses laborales estén ligados a su mantenimiento y desarrollo: de las reivindicaciones laborales de los ferroviarios ya se ocupan, a su manera, los Sindica­tos. Aquí se trata de otra lucha. Y esta coordinadora tiene cierta­mente entre sus hombres ferrovia­rios, que, como tales, conocen más de cerca los poderes y funciones del tren y de la vía, y conocen también los mecanismos de lucro y mala ad­ministración que, desde Arriba, im­piden el desenvolvimiento y mejo­ra del ferrocarril; pero están tam­bién en ella otros que no son ferro­viarios, sino usuarios del tren y ciu­dadanos que sienten el desastre de la vigente política de transportes.



No estaríamos metidos en tal contienda ni nos pondríamos ahora a hablarle de ella al público, si no fuera por la simple razón de que el ferrocarril es útil y práctico, ahora y para todo el mundo; y son, por tanto, razones de utilidad, frente a la inutilidad y daño de los medios de transporte impuestos desde Arri­ba, las que alientan esta lucha, en la que se invita a participar a más gente que no quiera seguir dejándo­se engañar en este asunto.




2.  Fundamento de esta lucha en el poder y utilidad del ferrocarril



El tren y la vía férrea son el in­vento capaz y poderoso para resol­ver cualesquiera de los problemas de transporte de viajeros o de mer­cancías que puedan presentarse.



Aún en la situación presente, en que la imposición de medios de transporte inferiores ha venido im­pidiendo y desviando el desarrollo de las posibilidades ilimitadas que el ferrocarril en sí tiene, la superio­ridad del invento es evidente para cualquiera: en la urbe, una red de tranvías y ferrocarriles subterrá­neos es capaz de resolver limpia­mente, dejando las calles habita­bles y respirables para la gente, cualesquiera exigencias de circula­ción, a un coste siempre económico frente al barullo torpe y asfixiante del tráfico urbano que irracional­mente se nos impone. En el trans­porte por los campos, basta compa­rar las ineficacias y molestias re­cuas de camiones machacando au­topista con el simple y poderoso tren de mercancías que puede en un momento reemplazar a la recua en­tera; o recordar el infierno del trá­fico de autos, con las cifras de muertos que lo adornan (cifras in­herentes a la estupidez misma del procedimiento, incorregibles con todas las medidas que se tomen para ordenar el caos) y pensar la fa­cilidad con que el desarrollo nor­mal de tramos de vía férrea y de do­ble vía y la multiplicación de tre­nes que haga falta pueden eliminar el enorme costo y tormento de las cansadas carreteras y caravanas de automóviles


    3.  Equivocación del progreso y venta de un futuro falso



Parece como si lo que Ellos pretendieran fuese la conversión de los campos en desiertos (esas esta­ciones estúpidamente abandona­das, que daban vida a tantos pue­blos) y de las ciudades en conglo­merados de bloques y de pistas, donde sólo pueden vivir los auto­móviles. Y quieren hacer creer a la gente que eso es necesario, que es lo que los tiempos mandan, y que a tal futuro estamos condenados.



Reina una equivocación de la idea de 'progreso': era progreso in­ventar y mejorar las máquinas que servían para el uso y disfrute de la gente, para aliviar sus trabajos y hacer placenteras sus andanzas: el dominio del Estado y el Capital ha vuelto del revés la cosa, y converti­da la idea de 'progreso' (o de 'de­sarrollo') en medio de renovar las formas de esclavitud, hace que la imposición y venta y atenciones de más y más máquinas inútiles vuel­va cada vez más agobiantes el tra­bajo y la diversión al mismo tiem­po.



Y esa equivocación y engaño quieren Ellos hacérnoslo pasar por Futuro inevitable, por Destino de la Humanidad. Y todavía, cuando ya el acelerado agotamiento de sus re­cursos de venta de inutilidades les fuerza a multiplicar a toda prisa sus despilfarros y la idiotez de la burocracia y propaganda que los promueven, quieren seguir ven­diéndonos como dinámica marcha hacia el Futuro lo que no son más que espasmos de una economía y política decrépita y enloquecida.



Pero acá abajo sabemos que no hay ningún Futuro ni nada fatal en ello, sino intereses de Capital y Es­tado, que ya sólo por el despilfarro acelerado pueden sostenerse y a los que la mentira sirve. Y es contra esos intereses y mentira contra los que defendemos el ferrocarril, ata­cando la imposición de medios de transporte más inhábiles y menos poderosos, pero que no lo dejan desarrollarse según sus posibilidades de utilidad para la gente.



Contra la idea de un Futuro trazado de antemano, levantamos la voz para clamar que hay vías que no están trazadas, que no hay más caminos que los que vayamos abriendo en lo desconocido.





4. La mentira de la libertad personal con auto, y cómo la imposición se convierte en gusto personal



La gran ventaja con que la pro­paganda trata de seguir imponien­do el automóvil (con dispendios mi­llonarios ya sólo de propaganda para mantener la fe en que siguen saliendo autos nuevos y hay por tanto que comprarse otro) consiste en aquello de que el auto sirve para la libertad personal, para que cada uno vaya adonde quiera. La menti­ra de esa pretensión (muy propia, por cierto, de la falsificación de la noción de 'libertad' en los regíme­nes democráticos) estalla ya a los ojos de cualquiera, especialmente si es uno a quien le han vendido otro cochecito personal y ha expe­rimentado la esclavitud que con él le han vendido. Ya es hora de pro­clamar lo que cualquiera siente: que el auto nos condena a todos a ser chóferes y mecánicos, sirvientes del dominio y el engaño: el tren nos vuelve a todos libres y señores.



Pero es que la imposición des­de Arriba de esa falsificación del Progreso y de los medios de trans­porte más inútiles se realiza sobre todo por medio del siguiente truco: la implantación de la idea en el almita de cada súbdito y cliente, de modo que él crea que la idea y los gustos que allí se le han imbuido son su idea y sus gustos propios y personales de cada uno. Esto es lo que hace más difícil esta lucha por el tren y la vía férrea contra los me­dios de transporte inferiores im­puestos a las poblaciones, contra el auto y sus autopistas y también contra el empeño en desarrollar fuera de necesidad el avión mismo.





Pero también en contra de esa dificultad de que cada individuo de las masas tenga que creer personal­mente lo que le mandan y que pue­da llegar a contestar tan convenci­do que a él le gusta el auto, y el au­tocar con vídeo, y el ambiente de aeropuerto y las filas de camiones por la noche, contra eso de que el enorme peso de los intereses de Arriba se traduzcan en gusto y en idea dentro de cada alma, también contra eso se levantan nuestras vo­ces y nuestros brazos.



5. Que la guerra por los mejores medios de transporte es posible hoy y siempre



   Y esta guerra por devolver a la gente los medios de transporte úti­les, que es guerra por un progreso verdadero, a pesar de las presiones que de Arriba se ejerzan y del en­gaño que domine en cada número de la Masa, esta guerra no está per­dida hasta que se pierda.



Más bien, en estos días, la ace­leración de la locura de Ellos, cada vez más evidente, no deja de dar al­gún aliento de confianza para proseguirla.





6. Que no caben componendas ni debe esperarse nada de reclamaciones hacia Arriba



Ha de rechazarse en esta guerra la consabida componenda de El ferrocarril para sus sitios y fun­ciones, el auto para los suyos y las suyas: porque hace más de medio siglo que el auto viene ocupando los sitios y funciones del ferrocarril.



Ni cabe esperar que los Orga­nismos de Gobierno encargados (por Ellos mismos) de la política de transportes, ni tampoco los de la RENFE misma, puedan hacer nun­ca nada por remediar estos errores, sino seguir haciendo lo que está he­cho: dominados están Ellos por la idea de Desarrollo equivocada y por su falsa imagen de Futuro (na­die tiene más necesidad de enga­ñarse que los propios dirigentes en­cargados de engañar a las poblacio­nes), y así, no podrán más que se­guir promoviendo los estúpidos de­sastres previsibles: suprimir líneas férreas con el ridículo pretexto de la rentabilidad, que copian servil­mente de la Empresa de construc­ción o producción de inutilidades, en vez de multiplicar las líneas an­chas o estrechas seguir haciendo la doble vía por donde haga falta, y aumentando y mejorando los servi­cios de trenes de viajeros y mercan­cías, llevando vida a pueblos y ciu­dades; y en cambio, seguir invir­tiendo miles y miles de millones en la promoción de las viejas y mortí­feras empresas de la gasolina, del auto y de la autopista, y la RENFE misma traicionando descarada­mente al ferrocarril, al sustituir los servicios que abandona por autoca­res que lleven, para más insulto, el rótulo de RENFE y que contribu­yan al desastre de la carretera y al aburrimiento de los viajes; o si se acuerdan Ellos del ferrocarril en sus planes de inversiones, será sólo para lo que está mandado, compe­tir con el avión y el autocar, espe­cialmente en velocidad, que se su­pone que nos hace tanta falta a to­dos (y aun eso, claro, para unos cuantos trenes de un par de líneas entre tres o cuatro centros sobredesarrollados a costa del abandono de campos y ciudades), en vez de se­guir desarrollando la vía y el tren precisamente en las ventajas in­comparables que el invento del ca­mino de hierro y de la ristra de vagones tiene como propias y con las que nunca pueden competir autocares, ni cochecitos, ni aviones.





7. Luchar por el ferrocarril es luchar por el progreso verdadero


Y es así que reconociendo lo inevitable de ese abandono y trai­ción del ferrocarril desde Arriba, desesperando de toda reclamación que hacia Arriba, RENFE o Minis­terios o Consejerías, pueda dirigir-se, tenemos por tanto que ponernos desde abajo, de entre la gente, ferroviarios o usuarios de transpor­tes, a luchar por el ferrocarril por los varios procedimientos que se nos ocurran. A lo que esta Coordi­nadora invita a cualesquiera que sientan la utilidad del ferrocarril y estén hartos de sufrir el desastre y el engaño de la vigente política de transportes.



Luchar por el ferrocarril y con­tra los medios de traslado que, sos­tenidos sólo por enormes intereses, agobian y dificultan nuestras vidas, es lo mismo que luchar por el pro­greso y la utilidad de veras contra el falso Futuro que se nos quiere se­guir vendiendo.

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