miércoles, 18 de diciembre de 2013

APRENDER A ATACAR EN ABSTRACTO. ( Continuación del texto 'CONTRA LA PAZ' ).






APRENDER A ATACAR EN ABSTRACTO 
Agustín García Calvo.
( Continuación del texto CONTRA LA PAZ. )


Solamente este mundo desarrollado es el que me importa, puesto que dicen que todos los demás son transiciones hacia este, están condenados a venir a este mundo. Sería inútil que esta charla la estuviera haciendo entre gente marginada, claramente oprimida, entre inmigrantes, entre gentes de esos países, porque ellos mucho más que vosotros, tendrían que estar presos de ese ideal que les han metido. Cualquier cosa que llamaran revolución estaría condenada a ser un medio para advenir a la gloriosa democracia de la que vosotros disfrutáis íntegramente, a la democracia y a la tecnología de este mundo. Sería inútil si tuviera que hablar como tengo que hablar algunas veces entre gente así, pues hablaría de otra manera; pero hablando con vosotros, que pertenecéis como yo a este mundo del desarrollo, puedo tranquilamente tratar contra la paz y contar que por debajo, como os decía, hay en vosotros una protesta sorda contra lo que todo esto tiene de imposición y de engaño sangriento. Por eso os invito a que con esa voz que viene de abajo, estéis hablando y diciendo también las dificultades que encontráis para formular con precisión ese descontento, esa protesta. Lo primero, como habéis visto, ha sido quitaros la idea de que ésta con que se os ha estado amenazando y entreteniendo durante meses, era una verdadera guerra. Todo esto, lo mismo que los peliculones televisivos de la última guerra y lo mismo que las guerritas marginales, eran procedimientos para mantener en vosotros viva la idea de guerra. Este a su vez era el único procedimiento para haceros tragar esto como una paz. De esa manera, no podéis percibir directamente los horrores del mundo desarrollado en que estáis metidos, del que sois parte, que os constituye. Eso es pues lo primero: no hay, no ha habido ni guerra ni amenaza de guerra. No puede haberla. Hace mucho tiempo ya que el mundo desarrollado ha dejado de saber cómo se hace eso siquiera. La última ya lo hicieron muy mal, muy chapuceramente.

Recordáis por la historia cuando los EEUU intervinieron en las cosas de Corea y del Vietnam. Pero esta última ocasión ha sido como la flor, como la flor de todo el proceso. A los informantes les costaba cada día de trabajo sacar de cualquier cadáver de un desgraciado que cayera por allá, de cualquier frase imbécil que dijera un imbécil en el poder, algo como un titular que sirviera de noticia y que siguiera día tras día alimentando la noción de que estaba pasando algo. A esa miseria me refiero y a que la información de la guerra no es más que el espejo de la miseria general que tenéis que reconocer por debajo de la aparente abundancia o más bien despilfarro que caracteriza a este mundo desarrollado. No os engañéis, ni creáis por un momento que yo estoy aquí exaltando la guerra, tal vez por el hecho de que tenga como libro de cabecera La Ilíada y que todos los días me la estoy viendo con la de Troya.

Guerra es una palabra gorda, es una palabra grande que aboca necesariamente a algo grandioso y ahí está la raíz del engaño: muchos de vosotros han clamado, incluso han salido con pancartas estos meses pasados diciendo "NO A LA GUERRA". Por supuesto, en el "NO", no os equivocáis. "NO", es la voz misma de la "razón popular", la voz de la protesta; pero en la otra parte de la pancarta sí os equivocábais al decir "NO A LA GUERRA". Se estaba ratificando la falsedad que os vendían desde arriba, la condición de guerra que os estaban vendiendo; esa equivocación no la cura ningún "NO". Cuando al decir "NO" se emplea como nombre aplicado a la negación, un nombre que de por sí es falso, a pesar de la negación, se está contribuyendo a mantener la falsedad, que es la forma misma del dominio. Es lo mismo que cuando os pasan por delante de los ojos las caras y los nombres de los personajones insignificantes de los que se creen ellos, y que os quieren hacer creer a vosotros que están rigiendo los hilos de la Historia. Todas esas caras de los personajones y esos nombres no son más que un elemento de distracción. Cuando los insultáis y decís: "cabrón fulano". Al decir "cabrón" la cosa va muy bien, pero al decir "fulano" ya no va tan bien, porque con el solo hecho de decir "fulano" estáis a su vez aumentando la importancia del personajón, que era una mera máscara insignificante del poder.

No hay personajes que rijan los hilos de la Historia. En la pirámide de los ejecutivos a que la administración está condenada, cuanto más arriba se sube, más imbécil tiene que ser el ejecutivo correspondiente. Cuando se llega al nivel de los presidentes de EEUU y así, no os quiero decir, hemos llegado a la flor de la culminación.

De forma que hay que aprender, aunque sea un poco más duro, a atacar en abstracto; precisamente lo más apasionado que pueda haber, lo que más despierte el hervor de vuestra sangre, tiene que dirigirse contra las cosas más abstractas. El poder es abstracto, el poder es ideal, el poder es la banca, el estado, el capital. Ese es el poder del mundo desarrollado y las caras bajo las que se presentan no tienen nada que hacer, son perfectamente intercambiables, da igual una que otra, y el intercambio de esas caras no sirve más que para engañarnos, para desviar la atención.
Fijáos bien que cuando esta chapuza pasada querían hacerla pasar como una guerra, hasta el pobre jeque ese que sirvió de pretexto colaborador con el mundo desarrollado para mantener el engaño, lo querían exaltar a niveles de Hitler, a niveles míticos. Eso os debe resultar también significativo. Todo estaba dirigido en el mismo sentido, en el sentido de atribuir a esa chapuza una grandeza que no tenía, porque lo importante era que creyérais que estaba pasando algo importante. ¿Para qué? Para que no os diérais cuenta que mientras tanto en vuestras vidas cotidianas está pasando de verdad algo importante, está pasando esta paz, esta falsa paz que se mantiene con falsas guerras y contra la que estamos hablando aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario