miércoles, 18 de diciembre de 2013

PADRE Y MADRE



Mentiras Principales
Agustín García Calvo
06 de enero de 2011 


Parece mentira (como que lo es) que se puedan juntar con una «y» esas dos cosas, como si fuesen de la misma clase, cuando es tan claro que son de diferentes y contrarias la una de la otra; es como el físico que se empeña en que el elemento primordial sea «onda y corpúsculo», ocultando en una falsa paz que onda y corpúsculo eran nociones incompatibles entre sí de la realidad.
Pues así, en lo de «padre y madre», se procura, en orden a la paz social, un casamiento entre incompatibles, y aún se espesa la confusión política con la fisiológica en algo tan tonto como una «colaboración del uno con la otra en la procreación de nuevos ejemplares», cuando es palmario que no hay paridad alguna en tal colaboración, que el uno y la otra vienen de sitios tan opuestos como «abajo» y «arriba»: el padre es de arriba, como el cielo de los creyentes, y lo que aporta en verdad al apareamiento es el nombre, la ley, el poder, el juicio de «sí o no», la definición, mientras que la madre no es más que aquello a lo que nombre, poder, ley, juicio y verdad definitiva se aplican o se imponen.
Dio, por cierto, un buen paso en el desengaño el hermano Freud, al tomar la fábula antigua de Edipo, asesino de su padre (sin saber quién era) y amante de su madre (sin saber que lo fuera), descubrirle un sentido y sembrarlo como germen de conflicto en el alma de un niño, aunque fuese sólo (la gran deficiencia de su Edipo) de uno de los destinados a mear de pie. Pero ¿cuánto falta para limpiarnos de esta peste del falso matrimonio?, hasta que el hijo del Hombre y de María, cuando vaya otra vez a ejecutarlo el Gobierno, mude su rezo en «Padre, ¿por qué no me abandonas?»

Por algo poníamos algunos mucha confianza en las mujeres, que, sometidas, presas y vendidas al poder del Hombre, podían bajo su dominación y pena, guardar un tesoro de cosas vivas y palpables, no se sabe cuáles ni cuántas. Claro que, cuando las vemos hasta qué punto Dios Padre está también metido en sus almas, no ya sólo que acepten como suya la ley islámica o cualquier otra machada, sino que en este Régimen pongan su gloria en hacerse iguales al Hombre y ejecutivas del Capital y Estado del Señor… ¿Por qué no las abandonas, Padre?

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