miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cuatro canciones de amor perdido.




Cuatro canciones de amor perdido. 

20 de septiembre de 2013 a la(s) 13:39
(ÉL)

¡Qué viento nos arrastra, rufilla,
arriba abajo
de este globo de las rosas, qué viento
loco y arrebatado,
a tí para un rumbo,
a mí al contrario,
tus trenzas aventando como oro de pajas,
barriendo mis tufos canos?
De dónde no se sabe que sople,
ah viento vano,
que de ráfagas de horas, que días
en balumba, que años,
a ti vida arriba,
a mi bajando;
y vuelas como rosa a traición deshojada,
y vuelo como vilanos,
y apenas al pasar si podemos
tender las manos
y rozarnos un momento las yemas
de los dedos, mirarnos
en solo un vislumbre
desesperado,
y luego, cada cual a su rosa de vientos
perdiéndonos, olvidándonos.

¿Adónde te me llevan, almita?,
¿adonde vamos?     
¿Quien arranca las mil hojas de aquella
rosa del calendario?
¿Ya huyes?
¡Tus ojos!
¿Te vas?
¡Tus labios!
¿Quien eres, armocita que pasa? ¿Quien eras?
¿Quién soy, que te quiero y paso?


(ELLA)


¡Ah, cuánto Abril
tan sin aviso de venir!
¡Cuánta fiebre
temblando en el aire verde!
Una nueva tristeza
me crece por las venas.
¡Para qué sirven
los pámpanos y las adelfas?
¡Tanto suspiro
que me sube de los abismos!
¡Qué desmayo
del vuelco de mi y del año!
En los ojos las nubes
de blancas se me aburren.
¿Quién me destempla
las cuerdas de la pesadumbre?
No, no eres tú
la causa de esta lasitud.
No es tu falta
la falta que me anonada.
¿No eras tú el que decías
que causas son mentiras?
¿Voy a tí a echarte 
la culpa de mi fatiguilla?

No, tú no eres
Abril ni el vaho que me vence.
No te quiero
ni llamo 'tú' a mi veneno:
es que duele mas esto
cuando hace dulce el tiempo,
y amor de nadie, 
y sola que de amor me muero.


(ÉL)

Quisiera saber hacer
un conjuro de veras,
con unas gotas de miel,
un chorrito de arena,
para que del fondo de tu lejanía
aquí de pronto
te aparecieras.
Me faltas, mi niña, tanto,
que ya palpo tu ausencia,
tus pestañitas de miel,
tu cintura de arena,
que, de tanto casi que te echo de menos,
mas, mas te siento
que si estuvieras.
Y sin embargo (ya ves),
aunque tanto te sienta,
no se que falta, que no
es la cosa que era,
que el recuerdo hambre de tu masa tiene,
y pide, el loco,
que estés de veras.
Haré un hechizo por ti,
aunque hechizos no sepa,
con ramo de avena loca,
con dos hojas de menta,
con el humo blanco de gamona y malvas,
para olvidarte,        
para que vuelvas.


(ELLA)


Cuando era yo pequeñita
(y estaba, sin nombre ni culpa,
de tí enamorada),
recuerdo una vez que te puse
por lobo de burlas:

que entraste al piso una tarde
de invierno de pronto, que estaba
yo sola con madre,
y, al verte, me dio por meterme
por entre sus faldas,

chillando «¡Ay mama, mamita,
el lobo feroz, que me come!»;
conque ella me daba
de azotes, y tú te reías
con dientes de hombre:

que yo por entre sus ropas
espiaba tu risa,y  del mundo
la rosa tú eras,
y yo con mi miedo jugaba
porque es que era tuyo.

No, amor, no eras el lobo,
ni yo la niñita del cuento:
del bosque sabía
yo más, sin saber, que supiera
el lobo, sabiendo.
Ni lobo tú ni más eres
que tú; y, con todo, mi burla
de miedo y tu risa
de mí, de mi miedo de veras
tampoco me curan:

que aquí, ya sola y sin madre,
por siempre lo siento acechando
detrás de la puerta
un lobo que sea no tú
ni lobo que sea.


   A.G.C



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