miércoles, 18 de diciembre de 2013

"Dejar que los peces, y los cínifes innumerables del mundo descubran su condición de mentira, y en primer lugar, nosotros."






Dejar que los peces, y los cínifes innumerables del mundo descubran su condición de mentira, y en primer lugar, nosotros.



Las cosas tienen que ser múltiples, precisamente de esto depende que cada una sea cada una: de que sean múltiples y, de alguna manera, puedan pretender alguna forma de cómputo, alguna cuenta. Las cosas son múltiples y además -en esto introducimos el misterio o el error del Tiempo, sobre el que volveremos enseguida-, además están multiplicándose costantemente también. Están costantemente multiplicándose y el teniendo que ser cada vez más y más por motivos sobre los que ahora volveremos.

Os recuerdo entre tanto, algo que ya hace mucho tiempo he usado, por ejemplo, en el librillo de las Lecturas presocráticas, en el primer tomo, que es un razonamiento de Zenón de Elea que Simplicio nos trasmite -dice él- literalmente, contra que las cosas puedan ser múltiples -pollá: muchas, muchas, múltiples, plural-. Un razonamiento con dos brazos -como suelen ser estos-, el primero dice "Si las cosas son múltiples, tienen que ser cuantas son, y ni más de las que son, ni menos de las que son, tienen que ser cuantas son". Y esto, efectivamente, introduce inmediatamente en las cosas la necesidad de la finitud (que de alguna manera sea un fin) si no, esa cuenta de 'ser cuantas son, y ni más ni menos', no tendría sentido. De manera que entonces, son finitas.


Y el segundo cuerno del dilema: "Si las cosas son múltiples, y por tanto diferentes y separada una de otra, entonces, siempre entre una y otra se puede introducir una más (no hay nada que lo pueda impedir), y a su vez, entre ésta y la anterior o la siguiente, se puede introducir otra más, en un proceso que nunca puede pararse". De manera que entonces, las cosas son, por el contrario, sin fin, infinitas.

Bueno, éste es el razonamiento de Zenón de Elea, en el cual, el interés -como veis- viene a ser que con respecto a las cosas, se pone en tela de juicio y, en cierto modo, se desbarata la oposición entre finito/infinito -entre infinito y finito- porque las dos cosas se imponen como necesarias, y en el idioma corriente y en el científico son incompatibles, y ahí tenéis la cosa.

Bien, el último día -creo que partiendo del descubrimiento de que continuamente nos estamos hundiendo en lo que no se sabe y defendiéndonos costantemente de ello- planteábamos esto de una manera, tal vez, más refinada, que era así "las cosas no pueden ser de verdad sin fin", por lo ya razonado respecto a continuidad. Son, por otra parte, incontables, es decir, que su pretensión de cómputo, dada su multiplicidad, es una mentira, una ficción, pero propiamente son incontables, sin ser sin fin, y entonces, el que esto... el que esto pueda ser, lo aclarábamos acudiendo a la eventualidad. El razonamiento de Zenón es desde luego mortal, si se piensa de una manera estática en 'las cosas cuantas son', pero si acudimos a eso de la eventualidad, entonces es muy distinto, porque 'las cosas no son cuantas son', porque siempre están entrando cosas y, por tanto, no puede haber cómputo en ningún momento, o -si preferís decirlo- si hay un cómputo en un momento, queda inmediatamente anulado por el cómputo en el momento siguiente, porque costantemente -no continuamente-, costantemente están entrando nuevas cosas, nuevos rasgos, nuevas relaciones, precisamente por esa necesidad de defensa contra la verdad de nuestra caída en lo sin fin, en lo no sabido.

De manera que 'las cosas no son todas' -eso es imposible-, 'todo'     -como el otro día volvíamos a demostrar- es un ideal incompatible con las cosas, con la Realidad -la Realidad no es todo lo que hay; las cosas no son todas- por tanto, nunca cada cosa es una del todo, nunca es del todo la que es, pero eso no quita para que estén separadas, tengan relaciones entre sí, y la imposibilidad de contarlas y de contar esas relaciones depende de eso: de que las cosas no son nunca 'cuantas son' -AHORA no son nunca 'cuantas son'- y si en un momento son 'cuantas son' en el siguiente ya no, ya la cuenta es... ya la cuenta es otra. De manera que de esa manera, yo creo, que se puede venir a entender este gran problema de que la Realidad, las cosas, no pudiendo ser sin fin, al mismo tiempo no sean propiamente en número finito ni en cuantía finita, sino incontables, en cuanto dependientes... dependientes de... del evento, de lo que vaya sucediendo: no son 'cuantas son' sino 'cuantas haya', 'cuantas vaya habiendo' en los momentos sucesivos, y así no se las puede contar.

Esto es (en esta contra-metafísica que os estoy presentando) lo mismo que en Política rastrera se nos presentaba hace cuarenta años, cuando el levantamiento de los estudiantes por el mundo, que se producía por medio de grandes asambleas, no propiamente convocadas, ni improvisadas; en las grandes asambleas, por ejemplo por aquí, en febrero del 65, estaba continuamente entrando y saliendo gente; y en un sitio donde está entrando y saliendo gente, ni cabe hacer cómputo, ni por tanto -por fortuna-, no pueden contarse votos, ni se puede votar. Y esas asambleas, costantemente aumentando y disminuyendo el número de participantes, tienen justamente esa virtud que ahora trato de presentaros para las cosas en general, con nosotros incluidos.

Os saco este recuerdo para que no olvidéis que toda esta trama, que aparentemente es muy abstracta y general, es, sin embargo al mismo tiempo, política; porque en la guerra contra la Realidad, el descubrimiento de la mentira necesaria y costitutiva de la Realidad, es donde de verdad se está luchando contra el Poder, contra lo que cualquier forma de Poder, que es lo que nos mata [] administración de muerte, es decir, lo que mata las posibilidades sin fin tratando de reducirlas a un cómputo, a unas ficciones de elección entre lo uno y lo otro, de libertad y demás, con las cuales ahora seguiremos... seguiremos entrando.

Pero antes de pasar, os voy a dejar correr la voz un poco, porque hasta en esto que he recordado, relativamente simple, puede que siga habiendo líos y dudas, que hay que recoger, porque las dudas es nuestra vida, la vida de la tertulia, la vida de la guerra contra la Realidad: las dudas.

Fijaos que cuando presentamos la incontabilidad de las cosas que, sin embargo, no sin fin -no son sin fin- en cuanto dependientes de lo que pase, de lo que vaya pasando, hemos metido... hemos metido en esto esa cuestión del Tiempo, y conviene recordar que el Tiempo es la primera falsificación sobre la que la Realidad se sienta. Se puede decir que las primeras cosas que hay son 'veces' o 'momentos'. Es este... es este Tiempo el Tiempo con el que nos engañan, nos cambian la vida por Tiempo, por años, por jornadas laborales, por horarios, y es ese Tiempo en el que toda la Realidad se sustenta.

Un Tiempo, por cierto, que en cuanto a eso de las relaciones múltiples -incontables-, entre las cosas múltiples -incontables-, se... se presenta. La Ciencia, el saber, tradicionalmente viene fundándose en interpretar esas relaciones entre las cosas como relaciones de causa. Se quiere que 'a' sea la causa de 'b', para lo cual, desde luego se impone la condición de que 'a' sea antes que 'b' -la causalidad implicando la prioridad en ese Tiempo-. Ese Tiempo, sin embargo, ese Tiempo falso, es un Tiempo que tiene -como sabéis- dos sentidos: hacia adelante y hacia atrás, y -luego ya en el colmo de la falsificación- pasado y futuro. Bueno, ya está metiendo 'el corte', esa cosa de un presente. Cosa que no le pasa al tiempo de verdad, el cual -como cada día tengo que volver a recordar- consiste en AHORA. Y AHORA tiene la virtud de que cuando se ha dicho 'AHORA' ya no es AHORA. Ese es el tiempo de verdad en el que estamos cayendo continuamente, y ese, ni tiene antes y después, ni tiene pasado ni futuro, ni tiene ninguna de esas falsificaciones necesarias del Tiempo real, el Tiempo al que reducen las posibilidades, por ejemplo... por ejemplo las de vivir    -nuestras vidas-.

Bueno, pues resulta que convendrá fijarse también en los dos sentidos de ese Tiempo -hacia adelante y hacia atrás- porque esto nos lleva a no intentar separar 'las cosas', de 'los saberes de las cosas'. 'Las cosas' en sí, como independientes, existiendo por su cuenta, sin ayuda de ninguna idea, de ningún saber, y la parte -digamos- la mitad subjetiva -por hablar a lo filósofo- que es la de 'los saberes'. Si las causas van de atrás a adelante -de pasado a futuro-, evidentemente la explicación científica va al revés, va de adelante a atrás, en el otro... en el otro sentido del... del Tiempo, trata de ir hacia atrás encontrando la explicación del comienzo de las cosas, o de la aparición de las... de las cosas.

Esa división entre los dos sentidos corresponde a la división necesaria entre 'cosa'/'idea de la cosa' -entre 'las cosas' y 'el saber de las cosas'- que es falsa, pero desde luego, necesaria para el orden, con todas sus prolongaciones en la distinción entre 'Universos' que andan por ahí de por sí, y 'saber de los Universos', que son las ideas, las explicaciones científicas, que nosotros tenemos de ello: un cuento, una falsedad, pero fundamental, fundacional para sustentar esta mentira de la Realidad.

Dentro de un rato -creo-, si tenemos tiempo, se verá cómo esas cosas enlazan mejor entre sí, pero -según decía- ahora, para intentar sacar dudas precisas, claras -si es posible- acerca de estas cosas que os he recordado, pues os dejo ya correr la palabra. De manera que venga, a ver qué pasa, a ver qué surge, a ver qué se nos ocurre, si cualquiera de vosotros se deja hablar un poco, [consultando], sacando sus dudas. También en el sentido de... Adelante.

         - Es que, la comparación ésta de la Realidad, en una asamblea estudiantil, en la que entran y salen estudiantes y nunca se sabe... (o gente), y nunca se sabe cuántos hay, pues, me hace ver la Realidad de una manera bastante atractiva. Y entonces, pregunto que ¿por qué la lucha es contra la Realidad y no contra esos ideales [], esos ideales que pretenden que siempre todos los que están en la asamblea estén bien contados, y se sepan cuántos son, y que se sabe cuántos son?

         AGC - ¿Cuál es el atractivo?, ¿cuál es el atractivo sobre todo?

         - Eso de que no esté bien contado, de que no estén las cosas bien contadas, y de que, si no están bien contadas las cosas, ¿qué cosas son esas?, no son de verdad cosas si no se las puede contar.

         AGC - Efectivamente, así es. Eso te resulta atractivo ¿por qué? ¿Por qué?

         - Hombre, porque se escapa de... se escapa de la muerte, de algún modo. Si no se saben las cosas qué es lo que son, y si no están bien contadas, no se les puede administrar la muerte.

         AGC - Sí. Voy a aprovechar eso y a prolongarlo un poco. No hay que olvidar que prácticamente lo que hay en esta discusión son tres pisos: uno son las cosas sin más, contra cuya contabilidad nos estamos metiendo de una manera directa; otro son los ideales, 'los números', 'todo', 'uno', que hemos declarado -a propósito de 'todo'- que son extraños a las cosas; y el piso de abajo que es en donde nos estamos hundiendo: la verdad, lo sin fin. No hay que olvidar que propiamente los pisos son... son tres. Tu simpatía es frente al ideal del Poder del Estado -que pretende poder contar las asambleas, que pretende que cada uno es cada uno, y por tanto debe votar, y que los votos deben sumarse para, de alguna manera, dar la voluntad del pueblo, o cualquier otra tontería sanguinaria como esas que os cuentan-, se explica.

Pero, claro, efectivamente las cosas, la multiplicidad de las cosas (no sólo de la asamblea de estudiantes), la multiplicidad de las cosas en general, es -no voy a decir ahora atractiva o simpática-, pero es, por lo menos, fascinante. ¿Quién no está fascinado por la multiplicidad de las cosas, y no sólo por el hecho de que sean muchas, sino de que se estén multiplicando; se estén multiplicando incluso a velocidades crecientes, que desde los gusanos de la tierra hasta las poblaciones de humanos o cualquier cosa, estén continuamente tramando, inventando, nuevas formas de sostenerse, nuevas formas de defenderse contra el descubrimiento de su mentira? Esto es fascinante; lo mismo si uno se deja llevar a examinar con ayuda incluso de zoólogos, los gusanos, la inmensa multiplicidad de los gusanos o de las mariposas, que si uno se dedica a verlo al nivel de la producción por ejemplo, de la producción laboral y comercial en el Régimen del Bienestar, incansable reproduciéndose con una riqueza que parece que no puede encontrar término. Sí, es la fascinación de la riqueza, de alguna manera. La fascinación de una riqueza que promete ser eso: incontable, y por ello mismo pues puede ejercer una forma de atractivo, sí.

         - Sí, pero el atractivo al que yo me refería no era que fueran muchos ni pocos, sino el que no se supiera cuántos eran.

         AGC - Bueno, muchos y pocos no... no se deben oponer. Aquí se dice 'muchos', o como Zenón 'pollá', para decir simplemente 'múltiples' -múltiples, múltiples-. Que sean muchos o pocos, de primeras, no tiene mucho que ver, aunque ahora tendremos que...

         - Sí. Yo estaba entendiendo, a lo que tú aludías como riqueza, lo estaba entendiendo como 'muchos', que se podía oponer a 'pocos'.

         AGC - Bueno, es de... no es del número de las cosas de lo que hablaba, sino de la multiplicidad reproducible a niveles diferentes, con multiplicaciones costantes, aparentemente inagotables, tanto en los pretendidos recursos naturales o bichos, hierbas (aquí nunca hablamos de natura, hablamos de Realidad, dentro de las cuales, las ideas de Naturaleza están comprendidas) como las manifestaciones esas que llaman 'humanas' -a nuestro... a nuestro nivel-. Hay que decir que... recordaros que son los tres pisos, pero cuando se descubre que las cosas son mentira en el sentido de que están establecidas por una contradicción declarada (que es la que he estado sacando), entonces ya no hay ni atracción ni simpatía que valga, es que simplemente para negar -descubrir y negar- la mentira, no hace falta nada de eso; ya se sabe que nosotros personalmente siendo cosas y formando parte personalmente de esa riqueza, tendremos que estar siempre dispuestos a admirarla, dejarnos fascinar por ella, aceptarla de alguna manera; pero la verdad es la verdad, es decir, lo desconocido que no sabemos. Y cuando eso se descubre, pues ya tenemos que luchar también con nuestras simpatías, atracciones, y ¿qué se le va a hacer?: dejar que los peces, y los cínifes innumerables del mundo descubran su condición de mentira, y -entre ellos, y en primer lugar, nosotros- nosotros, nuestra condición de mentira. No sé si quieres seguir un poco o no.

         - [] yo no me refería a los peces sino más bien a las asambleas esas de estudiantes.

         AGC - Sí, sí. Pero ese es un caso. Es un caso más, no se puede separar. No se puede separar. Si nos dedicamos a atacar el Régimen democrático por ejemplo -la creencia en el voto, en el cómputo de los votos y demás-, pues bueno, está bien, está bien, pero la verdad es que no estamos atacando a las raíces; para atacar a las raíces hay que ir simplemente a las cosas sin más, a las cosas cualesquiera, y dejar de lado todo humanismo, y dejar que nuestro caso y el de la... el del Régimen democrático se pierda como un caso de todos los demás casos de Realidad o de cosas. Sí, ¿qué pasa?

         - Que... que es que yo pienso que, bueno, tiene algo que ver con esto que se está diciendo, pero... es que la cosa se presenta en un modo tan paradójico en sí, que incluso esto que nos pueda arrebatar de la multiplicidad, de la asamblea inconclusa, de más o menos estudiantes, de más o menos que entra o sale, que... o que se queda en la puerta. Todas estas... esta rotura de fronteras de... que a lo mejor, te puede llamar la atención porque ves que no está condenao a muerte del todo, sin embargo, tiene una reducción al lenguaje. El hecho de que la asamblea se llama asamblea; el estudiante, estudiante; la puerta, puerta; el horario... Es decir, que de alguna manera, para que yo me pueda asombrar de esa multiplicidad, de lo inconcluso, parece que eso mismo está alimentado por una necesidad de una discontinuidad previa, porque si no hay esa discontinuidad previa del puro saber de la cosa -que está ligada, desde luego, con el nombre, con que se le llama de una manera-, entonces no podría... está la cosa limitada, la una cosa...

         AGC - Pero, entonces, ¿qué...?

,       - Una cosa por la otra está limitada.

         AGC - Sí, pero, ¿qué he estao diciendo? No sólo... no sólo cuando he vuelto a rebatir esa ilusión de que a 'las cosas' se puedan separar de 'la idea de las cosas' (donde está ya todo lo que dices del lenguaje y del nombre), sino además, haciendo costar los dos sentidos del Tiempo, recordando al final cómo nuestra ideación necesita 'la idea de causa'('a' causa de 'b', por tanto antes que 'b'), mientras que nuestra explicación, nuestro saber, funciona del revés, y trata de a partir... a partir de lo que se nos da inmediatamente descubrir 'algo que antes' -que venga de antes, y todo eso-. Está claro, ¿no?: sin... sin ideas no hay existencia; la condición de la existencia implica las ideas; las ideas, que pueden ser las de un lenguaje humano o los de cualquier forma de lenguaje, pero vamos, siempre sin ideas no hay... Hay sin fin, pero para que dentro de lo sin fin y, a pesar de lo sin fin, se establezca la discontinuidad, y una cosa sea una cosa, y se distinga de otras cosas y se las pueda contar, para eso, desde luego, hay que contar con las ideas: sin eso no existe uno. Sin eso no existe uno.

         - Pero es que ni siquiera hace falta de llegar a lo del ideal del 'todo' y el 'nada', sino que el 'algo' -'algo'- está ahí.

         AGC - No, no: una cosa. Una cosa. Una cosa no existe...

         - El 'algo' ya es cuantificable...

         AGC - Una cosa...

         - Ya está delimitado.

         AGC - Una cosa... "puede haber..."

         - ¿Hay 'algo', o no hay 'algo'?

         AGC - "Puede haber..." (mil veces repetido): "puede que por ahí haya algo como 'rosa' y 'olor de rosas', pero que 'las rosas' existan en la Realidad...", eso no se puede hacer sin nombre, sin... es decir, sin la idea o significado (estamos hartos de ver este 'algo'). ¿Qué más había por ahí? Sí.

         - Entiendo que se diga 'incontable' para diferenciarlo de 'sin fin' -hacer la distinción- pero a mí también como que me deja un poco... me resulta un poco confuso ¿no?, lo de decir 'incontable', porque parece que... que uno podría pensar que incontable es que... que no hay manera de... de coger la cosa para contarla. O sea, que sería diferente entenderlo como... como que no es de número cerrado, o sea, que cuando se dice 'incontable' parece que se le viene a uno a la cabeza un poco también que no se puede contar aquello ¿no? Sin embargo, creo que se dice que... que por supuesto, se cuenta pero que no... ese 'todo' de la Realidad no es de un número cerrado.

         AGC - No hay "todo". No: en Realidad no hay "todo".

         - ¿Cómo?

         AGC - Que no hay "todo". No hay tal cosa como "todo" de la Realidad.

         - Hombre, decíamos "todo"...

         AGC - No, no. Un momento: sin armar demasiao lío. Déjala un poco más.

         - Sí. No, no: pero ahí... ahí no... no entendí bien lo de "todo" de la...

         AGC - No, no: eso es lo que repetimos siempre: "la Realidad no es todo lo que hay", y "las cosas no son todas", evidentemente 'todo'...

         - Sí, pero pretende serlo ¿no?

         AGC - ¿Eh? Se pretende que lo sea, y con eso está relacionado lo que se pretende poder contarlas.

         - Eso. Entonces, la incompatibilidad...

         AGC - Una tercera cosa: se pretende que cada una sea una. Que cada una sea la que es y, por tanto, una. Todas esas pretensiones son costitutivas de la mentira de la Realidad: evidencias de la condición falsa, falsificadora de la Realidad.



Agustín García Calvo
 Ateneo de Madrid
Tertulia Política nº 40
27 de septiembre de 2006

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